El exarzobispo anglicano de Canterbury «dimite» como sacerdote por encubrimiento de abusos

Sigue el caos en la Comunión anglicana

El exarzobispo anglicano de Canterbury «dimite» como sacerdote por encubrimiento de abusos

Según una investigación de la BBC, George Carey, que tiene 89 años y ejerció hasta 2002, eliminó el nombre del clérigo de la lista de sancionados

(ABC/InfoCatólica) Hace apenas un mes dimitía el Primado anglicano, Welby, renuncia por encubrir a un evangélico que maltrató niños y adolescentes.

Hoy uno de sus predecesores, George Carey, ha renunciado a su cargo como «sacerdote de la Iglesia de Inglaterra» tras revelarse que intercedió a favor de un sacerdote acusado de abusos sexuales para que regresara al ministerio. La investigación, realizada por la BBC, destapó que Carey abogó por la reincorporación de David Tudor, quien había sido suspendido durante cinco años en la década de 1980 por abusar de varios adolescentes.

Según la cadena de noticias, Carey permitió que Tudor volviera a ejercer bajo supervisión en 1993, cuando aún era arzobispo de Canterbury, una decisión que la propia Iglesia anglicana reconoce ahora como «profundamente errada». Documentos filtrados muestran que Carey no sólo respaldó a Tudor, sino que también acordó eliminar su nombre de la lista central de clérigos disciplinados, lo que facilitó su regreso a las funciones eclesiásticas.

De hecho, en los registros de una reunión eclesiástica de la época, se menciona que Carey «abogó por» Tudor y que una diócesis fue «obligada a aceptar» al sacerdote caído en desgracia. Esto, según la investigación, contribuyó a la reincorporación de Tudor, a pesar de las serias acusaciones en su contra.

Tudor fue finalmente destituido en octubre de este año tras admitir haber cometido «conductas sexuales inapropiadas». Durante décadas, desempeñó su labor pastoral con restricciones impuestas por la Iglesia, que le prohibía estar a solas con menores. Sin embargo, la investigación sugiere que estas medidas fueron insuficientes y no se enfocaron en la protección de las víctimas.

En su carta de renuncia, fechada el 4 de diciembre, Carey expresó que «ha sido un honor servir en las diferentes diócesis durante más de 60 años.» A sus 89 años, anunció su retirada definitiva, poniendo fin a una trayectoria eclesiástica iniciada en 1962. «Estoy en mi novena década ahora y he estado en el activo en el ministerio desde 1962, cuando fui ordenado diácono y luego sacerdote en 1963», escribió.

Este escándalo ha aumentado la presión sobre Stephen Cottrell, actual arzobispo de York, quien también está implicado en el caso. La investigación reveló que desde 2010, cuando Cottrell asumió como obispo de Chelmsford, estaba al tanto de las restricciones impuestas a Tudor y de los pagos realizados a una presunta víctima. Sin embargo, Tudor continuó ejerciendo y fue nombrado canónigo honorario de la Catedral de Chelmsford.

Cottrell se disculpó profundamente por la falta de acción temprana, argumentando que heredó una situación compleja sin bases legales claras para actuar en ese momento. «Estoy profundamente apenado por no haber actuado antes», reconoció Cottrell, quien se defendió diciendo que las opciones legales eran limitadas. Sin embargo, las víctimas han criticado su respuesta, calificándola de insensible y carente de compasión. Una de las víctimas, Rachel Ford, declaró a la BBC que Tudor era «muy propenso a tocar de manera inapropiada», y consideró que la respuesta de Cottrell mostró una total falta de empatía hacia sus víctimas<.

 

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