(InfoCatólica) El Papa Francisco presidió la sesión de clausura del Congreso «La religiosité populaire en Méditerranée», celebrado en el Palais des Congrès et d’Exposition de Ajaccio, en la isla de Córcega. Este evento, que congregó a obispos, sacerdotes, religiosos, académicos y laicos de diversos países, se centró en analizar el papel de la piedad popular en las culturas mediterráneas como un elemento central en la transmisión de la fe cristiana.
En su discurso, el Santo Padre comenzó recordando la importancia histórica del Mediterráneo, descrito como un espacio único donde convergen tres continentes y donde surgieron algunas de las civilizaciones más influyentes de la humanidad. Señaló que el Mediterráneo no solo ha sido un eje cultural y económico, sino también un espacio espiritual, marcado profundamente por la tradición judeocristiana.
«Entre el Mediterráneo y el Oriente Medio se originó una experiencia religiosa muy particular, vinculada al Dios de Israel, que culminó en la singular presencia de Jesús, el Hijo de Dios», expresó el Papa. A partir de esta reflexión, destacó cómo la fe cristiana, nacida en este contexto, ha moldeado la historia y la cultura de numerosos pueblos, dejando una huella indeleble en sus tradiciones.
La piedad popular, una fe viva y comunitaria
El Papa Francisco subrayó el valor de la piedad popular como una expresión genuina de la fe cristiana, arraigada en la cultura y las tradiciones de los pueblos. La definió como un medio sencillo pero profundo para transmitir la fe y mantener viva la relación de los creyentes con Dios.
«La piedad popular expresa la fe con gestos simples y lenguajes simbólicos arraigados en la cultura del pueblo, revela la presencia de Dios en la carne viva de la historia, fortalece la relación con la Iglesia y a menudo se transforma en ocasión de encuentro, de intercambio cultural y de fiesta», afirmó el Pontífice. Además, recordó que esta dimensión festiva es esencial para una piedad auténtica: «Una piedad que no sea festiva no tiene un buen olor, no es una piedad que venga del pueblo».
Francisco también destacó que la piedad popular tiene una notable fuerza evangelizadora, no solo para los practicantes activos de la fe, sino también para quienes están alejados de la práctica religiosa pero encuentran en estas expresiones una conexión con sus raíces y valores.
En este sentido, citó a san Pablo VI, quien en la exhortación apostólica Evangelii nuntiandi resaltó que la piedad popular es un fenómeno profundamente cultural que no debe menospreciarse, ya que en ella «subyace una fuerza activamente evangelizadora que no podemos desconocer: sería desconocer la obra del Espíritu Santo».
Riesgos y desafíos
Sin embargo, el Papa también advirtió sobre los riesgos de desvirtuar la piedad popular. Llamó la atención sobre su posible instrumentalización por parte de grupos que, con actitudes excluyentes, intentan reforzar identidades particulares o generar divisiones. «Debemos estar alertas para que la piedad popular no sea utilizada o instrumentalizada por grupos que pretenden fortalecer su propia identidad de manera polémica, alimentando particularismos, antagonismos y posturas o actitudes excluyentes», señaló el Santo Padre.
Esta llamada de atención se dirigió especialmente a los pastores, a quienes exhortó a discernir y proteger la autenticidad de la piedad popular, fomentando siempre su dimensión evangelizadora y su capacidad para construir unidad en la diversidad.
Fe y sociedad: sana laicidad
En otro tramo de su discurso, el Papa Francisco reflexionó sobre la relación entre la fe cristiana y la sociedad, subrayando la importancia de mantener un diálogo abierto entre la Iglesia y las instituciones civiles y políticas. Advirtió contra la privatización de la fe y defendió una visión de la laicidad que permita la colaboración para el bien común.
«Una sana laicidad garantiza que la política actúe sin instrumentalizar a la religión, y que se pueda vivir libremente la religión sin el peso de políticas dictadas por intereses, a veces poco conformes, y con frecuencia hasta contrarios a las creencias religiosas», explicó, citando al Papa emérito Benedicto XVI.
El Pontífice destacó que de la fe cristiana han surgido innumerables obras e instituciones al servicio de la sociedad, como hospitales, escuelas y centros asistenciales. Subrayó que las prácticas de piedad popular, como las procesiones, el rezo del Rosario y otras formas de devoción comunitaria, pueden ser una herramienta poderosa para construir lo que denominó una «ciudadanía constructiva» basada en los valores del Evangelio.
Un mensaje para los jóvenes y los pastores
Al final de su intervención, Francisco dirigió un mensaje especial a los jóvenes, animándolos a participar activamente en la vida social, cultural y política de sus comunidades, inspirados por los ideales del Evangelio y el deseo de contribuir al bien común.
También exhortó a los pastores a mantenerse cercanos al pueblo, escuchando sus necesidades y compartiendo sus esperanzas. «Los pastores deben tener esta cercanía; cercanía con Dios, cercanía con los otros pastores, cercanía con los sacerdotes, cercanía con el pueblo. Los que son así de cercanos son los verdaderos pastores», afirmó, distinguiendo esta actitud pastoral de una mera visión administrativa o distanciada de la realidad de los fieles.
Una invitación a seguir adelante
El Papa Francisco concluyó su discurso animando a todos los presentes a redescubrir las raíces de su fe y a renovar su compromiso tanto en la Iglesia como en la sociedad. «Espero que este Congreso sobre la piedad popular los ayude a redescubrir las raíces de su fe y los impulse a un compromiso renovado en la Iglesia y en la sociedad civil, al servicio del Evangelio y del bien común de todos los ciudadanos», expresó.