(CNA/InfoCatólica) El lunes, la comunidad parroquial de la Iglesia de Nuestra Señora en Ålesund, una ciudad portuaria en la costa oeste de Noruega, se reunió para un día de oración dedicado a los no nacidos, tras la aprobación de nuevas leyes sobre el aborto en el país. La nueva legislación recibió el apoyo de 157 diputados, y solo 11 votaron en contra, lo que da una idea de la magnitud de la aceptación del holocausto abortista en la clase política noruega
Este año, la celebración de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María —normalmente celebrada el 8 de diciembre— se trasladó al lunes 9 de diciembre, ya que el Segundo Domingo de Adviento tuvo prioridad. El día comenzó con una misa, seguida de adoración y el rezo del rosario, poniendo énfasis en la dignidad inviolable de la vida humana desde el momento de la concepción.
La iniciativa de la parroquia respondió, en parte, a los recientes cambios en las leyes del aborto en Noruega, que por primera vez permiten los abortos selectivos por sexo y los procedimientos de «reducción de gemelos».
Las nuevas leyes, adoptadas por el Parlamento noruego el 3 de diciembre, también amplían el límite legal para el aborto de 12 a 18 semanas. Más allá de ese período, las mujeres en Noruega aún pueden acceder al aborto con la aprobación de una junta médica.
El padre Dariusz Buras, vicario parroquial de la Iglesia de Nuestra Señora, declaró a EWTN Noruega, que se inspiró para organizar el evento pro-vida en los ejemplos de Santa Teresa de Calcuta y Santa Gianna Beretta Molla.
Durante su discurso de aceptación del Premio Nobel de la Paz en Oslo en 1979, Madre Teresa destacó a los no nacidos como uno de los grupos más vulnerables de nuestro tiempo. Describió el aborto como una amenaza para la paz, preguntándose de forma conmovedora: «Si una madre puede matar a su propio hijo en el vientre, ¿qué nos impide a ti y a mí matarnos mutuamente?». Enfatizando que las naciones que permiten el aborto están espiritualmente empobrecidas, promovió la adopción como una alternativa esperanzadora, demostrando que todo niño puede encontrar un hogar amoroso.
Otra santa destacada en defensa de los no nacidos, Gianna Beretta Molla (1922–1962), fue una médica italiana y madre que enfrentó un grave dilema moral cuando se le diagnosticó un tumor canceroso durante su embarazo. Decidió continuar con el embarazo a pesar del riesgo para su propia vida, ya que veía al niño por nacer como un ser humano irremplazable. Tras dar a luz a su hija, Gianna Emanuela, Molla murió por complicaciones.
Canonizada por el papa Juan Pablo II en 2004, Santa Gianna Molla sigue siendo un ejemplo moderno de amor heroico por la vida, incluso en circunstancias difíciles.
Mientras Madre Teresa abordó el derecho a la vida de los no nacidos desde una perspectiva global, Santa Gianna Beretta Molla demostró con su vida que el cuidado por los no nacidos no es solo un principio abstracto, sino una realidad concreta: un cuidado pastoral, médico y maternal que prioriza la vida del niño.
Juntos, los testimonios de las dos santas son un recordatorio del llamado cristiano a proteger la vida en todas las circunstancias y a ofrecer alternativas a la destrucción, como el apoyo social, la adopción y la priorización de los vulnerables con amor sacrificado.
El encuentro del lunes en la Iglesia de Nuestra Señora en Ålesund, inspirado en el testimonio de las dos santas, se convirtió en un momento de profunda reflexión y oración en una sociedad donde las leyes socavan cada vez más la dignidad humana, especialmente la de los no nacidos.