«¿Qué ejemplo prefieres para tu hija, Isabel la Católica o Frida Khalo?»

Tratamos a los niños como si fueran tontos

«¿Qué ejemplo prefieres para tu hija, Isabel la Católica o Frida Khalo?»

Alejandro Moreno, autor de «El gran libro de aventuras y curiosidades» nos habla de la infancia y la juventud como una época de descubrimientos y de la burbuja superprotectora en que metemos a los niños cuando deberían estar trepando a los árboles. También resalta la importancia de hablar de grandeza, verdad y libertad a los hijos o de levantarse del sofá y hacer cosas con ellos.

(InfoCatólica) Hubo un tiempo en que no existía la tiranía de las pantallas y la infancia era una aventura sin fin. Cada tarde los niños salían de casa con un pequeño cortaplumas en el bolsillo para conquistar la naturaleza con sus amigos y no volvían hasta que era hora de cenar. Un tiempo en el que la juventud creía que la Verdad existía y merecía la pena conocerla.

Ese mundo casi ha desaparecido. Por eso, Alejandro Moreno Ramos ha escrito El gran libro de aventuras y curiosidades para niños y jóvenes, editado en Vita Brevis, y hoy lo entrevistamos en Infocatólica.

¿Qué te llevó a escribir El gran libro de aventuras y curiosidades?

Antes que nada, mis cuatro hijos, y la constatación general de cómo los niños han perdido libertad poco a poco respecto a las generaciones pasadas. Dios nos mandó dominar la tierra, y ello requiere explorar, comprender y crear. La infancia y la juventud deben ser una época de descubrimientos.

Sin embargo, hoy vivimos en una burbuja sobreprotectora que asfixia el espíritu de grandeza y descubrimiento de nuestros hijos. La mayor parte del horario de los chicos está planificado con deberes y actividades extraescolares. Incluso el tiempo aparentemente más libre, como los recreos escolares, está muy controlado. En el colegio de mis hijos, tienen breves pausas en patios diminutos de hormigón y hasta los diez años solo pueden jugar al fútbol con un balón de gomaespuma por miedo a que se hagan daño. La infancia debería incluir trepar a los árboles, sufrir algún balonazo y utilizar una navaja suiza. Mi intención con el libro es contribuir a devolverles la libertad de ser valientes y curiosos.

¿Por qué has escrito un libro con contenido tan variado, desde actividades manuales, hasta matemáticas, filosofía e historia, pasando por cocina e incluso consejos de moda?

En cierto sentido, este es el libro que me hubiera gustado leer en mi niñez, y en otro sentido, es el compendio de las historias que ya viví. Por eso, el libro recoge no solo habilidades, sino también las inolvidables y apasionantes explicaciones que mi padre compartía con mis hermanos y conmigo sobre ciencia, historia y fe. Mi hermano mayor, Bruno, también me abrió las puertas a multitud de cosas interesantes. Hoy en día, tristemente, muchos niños carecen no solo de padre y hermanos, sino incluso de tíos y primos, una ausencia muy preocupante y cuyas consecuencias apenas comienzan a emerger en la sociedad.

Entre los 101 capítulos, el libro incluye actividades que podrían parecer «arriesgadas». ¿Cuáles destacas?

Jajaja, no es para tanto. Incluyo capítulos sobre cómo encender un fuego, construir una cabaña, montar a caballo, reparar una bicicleta, deslizarse por una barandilla o silbar con los dedos. También hay actividades modernas, como programar tu primera aplicación o explorar los misterios de la inteligencia artificial. Pero, sin duda, los capítulos más audaces son los que hablan de temas como la libertad o la verdad. Por ejemplo, el hecho de que un chico comprenda que la verdadera libertad no es hacer lo que le dé la gana, sino la capacidad para elegir el bien conforme a la voluntad de Dios, es algo que le puede cambiar la vida para siempre.

¿Qué recomiendas a los padres?

Padres, por el amor de Dios, dejad de envolver a vuestros hijos entre algodones. Sí, a veces se caerán y llorarán, pero esos momentos los harán más fuertes. Este libro es un regalo estupendo para ellos, pero también es para vosotros: para que recordéis vuestras propias aventuras, os levantéis del sofá y compartáis tiempo con ellos.

Además, el libro describe actividades ideales para hacer en familia, como pintar un dormitorio o fabricar una estantería. Todavía recuerdo con cariño cómo «ayudé» a mis padres a pintar la casa cuando tenía solo cinco años. A mis padres les hubiera sido mucho más fácil ponerme delante de la televisión, pero se armaron de amor y paciencia cristianas para incluirme en la tarea. Treinta años más tarde, en mi casa pintamos los dormitorios con nuestros cuatro hijos durante el confinamiento del covid.

¿Crees que hemos subestimado lo que los niños pueden hacer o aprender?

Totalmente. Con frecuencia tratamos a los niños y jóvenes como si fueran tontos y los convertimos en pequeños rehenes de las pantallas. Las tecnologías modernas no son necesariamente malas, pero en la práctica esclavizan a nuestra juventud. Según las estadísticas, los adolescentes en Estados Unidos pasan de media ocho horas al día con el móvil. Es algo terrorífico.

Los niños son capaces de grandes cosas si les damos las herramientas y la libertad para intentarlo. La historia está llena de niños santos que lograron grandes hazañas. Si San Juan Bautista se fue a vivir al desierto siendo niño y San Francisco pudo domar lobos, tus hijos pueden aprender a usar un destornillador sin problemas.

El libro incluye biografías muy breves sobre personajes históricos como Isabel la Católica o Hernán Cortés. ¿Por qué son importantes?

Porque necesitamos ejemplos de verdadera grandeza. Desde santos que lo dieron todo por los demás hasta héroes históricos que se enfrentaron a lo imposible. Los antimodelos que actualmente se proponen en los colegios, incluso en muchos centros supuestamente católicos, distan muchísimo de encarnar los valores tradicionales que la mayoría de los padres queremos para nuestros hijos. ¿Qué ejemplo prefieres para tu hija, Isabel la Católica o Frida Khalo?

¿Qué esperas que los niños y jóvenes obtengan de El gran libro prohibido de aventuras y curiosidades?

Espero que descubran la alegría de vivir. Que nunca olviden que la creación es buena y el ser humano también. Que los niños se ensucien las manos reparando sus bicicletas, que se asombren mirando la inmensidad del cielo estrellado, que recojan flores y moras para hacer mermelada, que exploren el mundo y, en general, se entusiasmen por la búsqueda del bien, la belleza y la verdad. Y si eso incluye el riesgo de sufrir un par de rasguños, ¡pues benditos sean!

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6 comentarios

África Marteache
Muy chestertoniano.
9/12/24 3:42 PM
Elena
¡Ojalá hubiera más libros de este tipo! Ya vi este libro anunciado en el blog de Bruno hace unos días, lo compramos y me llegó a casa vía Amazon. Se lo recomiendo a todos los padres, abuelos y tíos. Lo tengo en la mesa del salón y mis hijos lo leen todos los días.
9/12/24 3:48 PM
FJPV
Hemos llegado a un punto en que si queremos que nuestro hijo o hija sean catolicos tenemos que tenerlos en lo posible alejados del clero. Y no es nada nuevo, en los 80s ya teniamos unos religiosos que a muchos nos provocaba repulsion.
9/12/24 7:03 PM
Lector
Es "Kahlo".
10/12/24 3:41 AM
Omar Martinez
Cuanto me alegra haber leído este post y haberme enterado de que has publicado un libro Alejandro. Lo que más me alegra es la referencia que haces a tus padres, a quienes quiero como si fueran los míos. Creo que eso mismo es lo que hace falta a niveles de fe. Porque el concepto de cristiano adulto lo hemos entendido mal y se nos ha olvidado la infancia espiritual o la sencillez de la fe, que hace que la vida cristiana sea constantemente una aventura de novedades que vuelven atractivo ser católico. gracias Alejandro.
10/12/24 5:18 AM
Elisa
Y quién es quién hace que Isabel la Católica sea un tipo de mujer distinta de otras ?
Quizás eso sería lo esencial que todo niño y todo adulto debería saber
De entrada comparar no procede del espíritu de caridad
10/12/24 8:31 PM

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