(InfoCatólica) Con el lema Peregrinantes in spem (Peregrinos en la esperanza), el Jubileo de 2025 se presenta como un tiempo especial de gracia para la Iglesia y el mundo. Los obispos de la Conferencia Episcopal Nórdica han compartido una carta pastoral en la que resaltan la importancia de este evento en el contexto de los desafíos contemporáneos. Entre estos, destacan la fragmentación social, las injusticias globales, la explotación humana y la creciente indiferencia hacia los valores espirituales y morales.
El documento aborda cuestiones fundamentales relacionadas con la justicia, la fe y el compromiso cristiano, al tiempo que llama a la esperanza como una fuerza transformadora.
Una tradición de justicia y reconciliación
Los obispos recuerdan que la práctica del Jubileo tiene raíces bíblicas y se menciona en el libro del Levítico. Según esta tradición, cada cincuenta años debía celebrarse un año santo caracterizado por la liberación de esclavos, la cancelación de deudas y la restitución de tierras. Este tiempo, explican los prelados, no solo buscaba aliviar desigualdades sociales, sino también restaurar la armonía en las relaciones humanas y con Dios.
En palabras de la carta pastoral:
«La lógica del Jubileo apunta a más que una mera restauración sentimental de antiguas posesiones. Es un recordatorio de que la tierra y todos sus bienes pertenecen al Señor, y nosotros, como sus administradores, seremos llamados a rendir cuentas».
El texto subraya la vigencia de estos principios en un mundo marcado por crisis económicas, conflictos territoriales y desigualdades. Aplicar la justicia jubilar en nuestros días significa trabajar por un mundo donde nadie sea excluido ni tratado como objeto de explotación.
El peligro de la retirada de la fe
Uno de los aspectos más importantes del mensaje episcopal es la advertencia sobre las consecuencias de la retirada de la fe cristiana en la sociedad contemporánea. Los obispos alertan que este fenómeno tiene implicaciones graves para la humanidad. Según el documento:
«A medida que se debilita la fe en un Dios encarnado, nuestra comprensión de lo que significa ser humano también se ve erosionada. Esto abre la puerta a la cosificación del prójimo, permitiendo que unos vean a otros como propiedad o como instrumentos para sus propios fines».
Los prelados relacionan esta pérdida de fe con realidades dolorosas como el tráfico de personas, la explotación de adicciones promovida por intereses comerciales y la falta de protección legal para los más vulnerables, como los no nacidos. Frente a estas amenazas, recuerdan que el Evangelio y la fe cristiana han sido históricamente pilares fundamentales para reconocer la dignidad inviolable de toda persona.
Justicia, fraternidad y formación en la fe
El Jubileo de 2025 también es presentado como una oportunidad para profundizar en la fe y fortalecer el compromiso cristiano. Los obispos animan a los fieles a estudiar las Escrituras y el Catecismo de la Iglesia Católica, herramientas esenciales para comprender y vivir los valores del Evangelio. En su reflexión señalan que:
«Solo desde una fe sólida y un conocimiento profundo de nuestra tradición podremos ser testigos creíbles y agentes de transformación en un mundo lleno de incertidumbre».
La carta destaca además que la búsqueda de la justicia y la fraternidad no puede separarse de la vida espiritual. Los prelados llaman a los cristianos a trabajar por un mundo donde la justicia y la misericordia sean el fundamento de las relaciones humanas.
Un momento providencial: el 1700 aniversario del Concilio de Nicea
El Jubileo de 2025 coincidirá con el 1700 aniversario del Concilio de Nicea, un acontecimiento que marcó la historia de la fe cristiana al definir el credo que los fieles aún profesan. Este evento, destacan los obispos, es una invitación a profundizar en los misterios de la fe, especialmente en la Santísima Trinidad y en la encarnación de Cristo, fuente de toda esperanza.
Conclusión: una llamada a la esperanza y la acción
En sus palabras finales, los obispos nórdicos expresan su gratitud por el testimonio de fidelidad y generosidad que observan en las comunidades católicas de sus países. Subrayan que el Jubileo debe ser vivido como un tiempo de gracia y compromiso, iluminados por la luz de Cristo y guiados por el Espíritu Santo.
«Este Jubileo nos llama a ser peregrinos de la esperanza, renovando nuestra fe, enfrentando las injusticias y proclamando con valentía la verdad del Evangelio».
Los obispos concluyen con una invitación a toda la Iglesia a ser agentes de transformación, mostrando que la esperanza cristiana puede iluminar incluso las situaciones más difíciles.
La carta pastoral está firmada por los siguientes miembros de la Conferencia Episcopal Nórdica:
- Cardenal Anders Arborelius, OCD, obispo de Estocolmo.
- Monseñor Peter Bürcher, obispo emérito de Reikiavik.
- Monseñor Bernt Eidsvig, Can.Reg., obispo de Oslo.
- Monseñor Raimo Goyarrola, obispo de Helsinki y vicepresidente de la Conferencia.
- Monseñor Berislav Grgić, obispo emérito de Tromsø.
- Monseñor Czeslaw Kozon, obispo de Copenhague.
- Monseñor Teemu Sippo, SCJ, obispo emérito de Helsinki.
- Monseñor David Tencer, OFM, obispo de Reikiavik.
- Monseñor Erik Varden, OCSO, obispo prelado de Trondheim y administrador apostólico de Tromsø, presidente de la Conferencia Episcopal.
La carta también cuenta con la firma de la hermana Anna Mirijam Kaschner, CPS, secretaria general de la Conferencia.