(InfoCatólica) El obispo Shen Bin fue instalado en abril de 2023 por las autoridades chinas como obispo de Shanghái, sin el consentimiento previo del Vaticano, lo que llevó a un momento de tensión diplomática. Tres meses después, el Papa Francisco aprobó su nombramiento, explicando que la decisión buscaba el «bien mayor» de la diócesis.
Lo cierto es que el obispo ha demostrado a quien sirve, mostrando su fidelidad al Partido Comunista Chino (PCCh) en un seminario celebrado del 4 al 6 de noviembre de 2024. Bajo el título Sinización de la Religión en Shanghái, el encuentro destacó el enfoque del prelado en integrar las actividades religiosas católicas a las directrices del régimen comunista, una política que afecta claramente a la libertad religiosa.
Control estatal
En el seminario, Shen evitó mencionar temas centrales recientes para la Iglesia universal, como el Sínodo sobre la Sinodalidad celebrado en octubre en Roma. En su lugar, centró su discurso en la necesidad de adaptar la Iglesia Católica en China a las ideologías promovidas por el presidente Xi Jinping.
La sinización, presentada como un esfuerzo por armonizar las religiones con la cultura china, consiste en anular la autonomás de los credos religiosos al alinearlos con los objetivos del Partido Comunista. Según un informe reciente de la Comisión de Estados Unidos sobre Libertad Religiosa Internacional (USCIRF), la sinización constituye una violación a la libertad religiosa, subordinando la fe al control estatal y a la visión marxista de la religión.
Entre las medidas aplicadas bajo esta política se incluyen:
- La censura y reescritura de textos religiosos.
- El reemplazo de imágenes de Jesucristo y la Virgen María por retratos de líderes del PCCh, como Xi Jinping.
- Restricciones a la participación de menores en actividades religiosas.
- Prohibiciones para emitir ceremonias religiosas por internet sin autorización oficial.
En este contexto, el obispo Shen es un defensor abierto de la sinización. Durante su discurso en un congreso celebrado en mayo de 2024 en el Vaticano, afirmó que esta política «no busca cambiar la fe católica, sino adaptarla a las características socialistas de la sociedad china».
Evento controlado por las autoridades
El evento de Shanghái contó con la participación de funcionarios del Departamento de Trabajo del Frente Unido y del Buró de Asuntos Religiosos, entidades responsables de supervisar las actividades religiosas en el país. Según asistentes citados por el portal digital Bitter Winter, el obispo Shen instó al clero y los fieles a estudiar y promover documentos clave del régimen, incluyendo las resoluciones del XX Comité Central del PCCh.
La ausencia de referencia a las enseñanzas del Papa Francisco y los documentos del Vaticano indica un rechazo implícito a la autoridad papal. Según los observadores, la insistencia en difundir únicamente los lineamientos ideológicos del PCCh evidencia una subordinación de la Iglesia Católica en Shanghái al aparato estatal chino.
El verdadero rostro del pacto
La gestión de Shen Bin en Shanghái se ha convertido en un símbolo de lo que supone el acuerdo secreto entre el Vaticano y China, renovado en octubre de este año, que regula el nombramiento de obispos en el país. Aunque el acuerdo tiene como objetivo preservar la unidad de la Iglesia en China, es evidente que ha permitido al PCCh consolidar su influencia sobre las estructuras eclesiales.