(CNA/InfoCatólica) El pasado viernes 15 de noviembre, Jonathan Lunine, converso al catolicismo y destacado científico de la NASA, ofreció una conferencia a un centenar de científicos católicos en Washington, D.C., en el marco de un evento organizado por la Universidad Católica de América y la Sociedad de Científicos Católicos.
La conferencia tuvo lugar tras la celebración de una Misa Dorada en la Catedral de San Mateo Apóstol, conmemorando la fiesta de San Alberto Magno, patrono de los científicos. Esta iniciativa busca responder al llamado de San Juan Pablo II de integrar la fe y la ciencia en la vida intelectual y espiritual.
Lunine, cuyo trabajo en la NASA incluye misiones enfocadas en la posibilidad de vida microbiana en lunas como Europa, Encelado y Titán, compartió su perspectiva sobre cómo la ciencia puede ser una vía para comprender la creación divina. «La mente es un regalo de Dios que nos permite entender la gloria de Su creación», afirmó.
El científico explicó que la búsqueda de vida microbiana, de hallarse, sería una manifestación del orden intrínseco del universo diseñado por Dios. Según él, estas lunas, ricas en agua, ofrecen las condiciones más propicias para albergar vida y constituyen el foco de las misiones científicas que podrían concluir entre 2030 y 2040.
Más allá de las implicaciones científicas, Lunine abordó posibles interrogantes teológicas si se descubriera vida inteligente en otros planetas. Estas incluyen preguntas sobre la redención, el pecado original y cómo Cristo podría haber actuado en otros mundos. «Es difícil imaginar que ninguna civilización haya caído, dado que incluso algunos ángeles lo hicieron», reflexionó.
El tema también ha sido tocado por el Papa Francisco, quien en 2015 señaló que todo en el universo refleja una inteligencia divina, destacando que nuestra percepción del cosmos está en constante evolución, al igual que ocurrió con el descubrimiento de América.
La Iglesia Católica no tiene una postura oficial sobre la existencia de vida extraterrestre, pero eventos como este destacan cómo fe y ciencia pueden coexistir y enriquecer el entendimiento humano sobre el lugar de la humanidad en el universo.