(InfoCatólica) En su mensaje, Francisco destacó las palabras de su encíclica Fratelli Tutti, subrayando que el hambre es un crimen y el alimento, un derecho inalienable. Lamentó la contradicción de un mundo donde 3.000 millones de personas carecen de una dieta nutritiva, mientras 2.000 millones enfrentan problemas de sobrepeso debido a estilos de vida sedentarios y mala alimentación.
El Santo Padre llamó la atención sobre el impacto devastador de los conflictos armados, no solo en términos de vidas humanas, sino también en la exacerbación de la pobreza y el hambre a través de la destrucción de cadenas de suministro y el desvío de recursos hacia gastos militares. En este contexto, sugirió la implementación de un fondo global financiado con la reducción de gastos en armamento para promover el desarrollo en los países más pobres.
Asimismo, Francisco insistió en la necesidad de un cambio estructural en los sistemas alimentarios mundiales, enfocándose en la redistribución equitativa de recursos y la reducción del desperdicio de alimentos. Señaló que ya existe suficiente comida para alimentar a toda la población mundial, pero la distribución desigual y el despilfarro agravan las crisis alimentarias.
El mensaje concluyó con una invitación a los líderes del G20 a trabajar de manera conjunta para construir un futuro más justo, basado en la dignidad humana, la solidaridad y la sostenibilidad. Recordó que el progreso genuino debe responder a las necesidades de las comunidades y respetar su riqueza cultural, evitando cualquier forma de imposición ideológica o "colonización cultural".
La Santa Sede, afirmó, continuará apoyando iniciativas para erradicar el hambre y promover la dignidad humana, colaborando a través de instituciones católicas en todo el mundo.
Concluyó el mensaje con una bendición a los esfuerzos de los líderes reunidos en la cumbre, pidiendo que sus decisiones sean un paso hacia el auténtico progreso de toda la familia humana.