(Zenit/InfoCatólica) "La visita a Yad Vashem supuso un encuentro sobrecogedor con la crueldad de la culpa humana, con el odio de una ideología ciega que, sin justificación alguna, entregó a millones de personas humanas a la muerte y que, de este modo, en último término, quiso expulsar del mundo incluso a Dios, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, y el Dios de Jesucristo", explicó este lunes el Santo Padre a los miembros de la Curia Romana.
En el lugar que conserva urnas con las cenizas de algunas de las víctimas de la Shoá, el Santo Padre escuchó en esa ocasión con atención las escalofriantes narraciones de seis supervivientes del Holocausto. Asimismo en la histórica visita exigió que nunca se niegue ni olvide el grito de los millones de víctimas.
"Es en primer lugar un monumento conmemorativo contra el odio, un llamamiento apremiante a la purificación y al perdón, al amor", reconoció el pontífice a sus colaboradores.
En su discurso el Papa promovió también "la convivencia pacífica entre cristianos y musulmanes", "el respeto de la religión del otro", y la "colaboración en la común responsabilidad ante Dios".