(JR/InfoCatólica) ¿«Don Marcelo» está de moda? Es inevitable preguntárselo. No es frecuente que la actualización de una web suscite tanto interés. Francisco José Serrano apunta a algunos motivos en Religión Confidencial y don Jorge López Teulón en Religión en Libertad otros.
En cualquier caso, es indudable que la figura y el magisterio del Cardenal Arzobispo de Toledo D. Marcelo González Martín, «Don Marcelo», sigue despertando interés más allá de las almas sobre las que ha tenido un impacto directo en Toledo, toda España y muchos lugares de América.
No es extraña la sensación de que viene a aportar nuevas luces justo en el tiempo que parecía más propicio para que cayese en el olvido. La renovada web, que está activa desde 2008, se une a las recientes publicaciones como modo de acercarse a la vida y la obra de Don Marcelo.
Con ocasión de la «puesta de largo» de la nueva página hemos tenido ocasión de conversar con don Javier Igea, uno de los 414 sacerdotes ordenados por el Cardenal, que ha llevado a cabo el proyecto.
¿Qué te movió a renovar la web de Don Marcelo?
Si te digo la verdad, la lectura de la tesis doctoral de Pérez Boccherini sobre la idea que Don Marcelo tenía de España me entusiasmó; me hizo recordar vivencias preciosas que tuve en Toledo. Incluso me puse en contacto con él y le conté alguna anécdota. Este libro empezó a reavivar unos rescoldos que tenía dentro … Y después empecé a leer el primer tomo de su biografía. De hecho, lo he terminado de leer hace poco. Y me dije: si Don Marcelo me envió a profundizar en ciencias, y gracias a él tengo un buen conocimiento de informática, ¿por qué no me ofrezco para renovar la web anterior, que necesita una reforma? Lo hice, le pareció bien a Jorge López Teulón, sacerdote amigo y webmaster de www.cardenaldonmarcelo.es, y me puse manos a la obra.
La web es bastante completa; ¿puedes darnos detalles de cómo la has trabajado?
Hombre, no es para tanto, todavía tiene algunos defectos, ciertamente, pero he querido buscar la navegabilidad para que se encuentre fácilmente lo que se busca. Me ha llevado más de dos meses de trabajo; diversas pruebas, borradores, que he consultado con periodistas amigos hasta que fue tomando forma, y yo aprendiendo la tecnología necesaria a medida que iba creciendo. He querido que sea un instrumento útil para conocer su magisterio y divulgar su figura. Ah, y también tiene una buena sección de audios, para escuchar, por ejemplo, cuando uno va conduciendo ...
¿Qué crees que tiene su figura? ¿Por qué es tan atractiva?
Don Marcelo tenía una calidad humana enorme; alguien me ha comentado que también tenía un carácter fuerte, lo cual es cierto. Te cuento una anécdota, una bronca suya que me llevé, estando recién ordenado. Cuando nos envió a estudiar a Roma, y no teníamos ni un duro para vivir, íbamos y volvíamos de Roma como podíamos, de la manera más económica posible; yo tenía un Ford Fiesta diesel, y para ahorrar dinero y tener coche en el Colegio Español, nos metíamos 4 en el coche y hacíamos el viaje haciendo noche en Barcelona, y conduciendo dos días seguidos. D. Francisco Cerro, actual arzobispo de Toledo, fue uno de los que se vino conmigo en coche, y guardamos los dos un recuerdo muy divertido de aquellos viajes; pues bien, una de las veces, en Navidades, hicimos el viaje de un tirón, turnándonos los conductores. ¡4 tíos, 24 h seguidas dentro de un Fiesta! No te quiero contar el aromilla que tenía... Alguien se lo dijo a Don Marcelo, y cuando fui a saludarle aquellas Navidades, me cogió en un aparte y me dijo enfadado: Igea, he sabido que habéis venido de un tirón: ¡que sea la última vez! Yo, cura recién ordenado, me llevé un pequeño susto por ese tirón de orejas, pero no pasó de ahí; la verdad es que tenía razón, y me vino bien que me parase, para no volver a hacer locuras de esas.
Pero, cada vez que charlabas con él o le oías predicar, te encendía el corazón. Una vez, ya jubilado, volvió a predicar en la catedral, en el funeral por su hermana Angelita; concelebramos varios amigos sacerdotes, y al terminar salíamos otra vez con nuestro corazón de pastores renovados y dispuestos a superar las dificultades que vivíamos en el ministerio.
Y de su magisterio, ¿que nos puedes decir?
Para mí era vivo, actual. Sus homilías no eran superficiales; su palabra era un canal de transmisión de la palabra de Dios a las situaciones de la persona y de la sociedad. Y se notaba que su discurso era vehículo de una realidad sobrenatural…. No era, ni mucho menos, que entraras en éxtasis o tuvieras consolaciones espirituales escuchándole, no era eso, sino que iluminaba una situación, una vida; podía estar 20, 30 minutos predicando y no se hacía largo, siempre había algo que te llegaba. Y esto era la tónica general, no sólo experiencias mías; mira, en la web, en la sección de escritos sobre Don Marcelo, hay testimonios de esto mismo. Uno de ellos, aunque no es directamente sobre un tema magisterial, es sobre las cartas que recibió cuando hizo una mención a cómo vivía Federico García Lorca la liturgia. Impresiona lo que le escribieron; es decir, su palabra, escrita o hablada, llegaba.
¿Y a qué lo atribuyes?
Sin duda a una conjunción entre su vasta formación y su vida espiritual. Sus lecturas, cultura, conversaciones con intelectuales, recuerdo que una vez en el seminario nos relató una con Marañón, en la que nos comentó que al preguntarle a Marañón sobre cómo había llegado a tener tantos conocimientos, Marañón le dijo que él era un trapero del tiempo. Don Marcelo aprovechó para decirnos que fuésemos nosotros también traperos del tiempo …. Entiendo que él lo era, y, como el escriba del Evangelio, sacaba del arca lo antiguo y lo nuevo. Esto unido a una vida de piedad intensa. También recuerdo verle rezar solo, como Cardenal, en san Pedro, en Roma, en la capilla de san José. Recogido y piadoso. Natural y sobrenatural trabajando juntos.
¿Destacarías alguna influencia sobre él?
¡Sin duda! El Concilio Vaticano II, bien entendido por supuesto; siempre lo amó, y lo conoció como nadie. Destaco en la web lo que Benedicto XVI le dijo al Cardenal Cañizares: que era quien mejor había aplicado el Concilio en España. Y sobre teólogos, De Lubac, Congar, Danielou, y bastantes más. Si se busca en la web sobre el cardenal nombres, se puede ver la gran erudición que tuvo, y cómo se adelantaba a los tiempos en su misión episcopal de vigilancia. De hecho, cuando estaba naciendo la teología de la liberación hizo un simposio en Toledo para estudiarla, y habló de los cristianos para el socialismo en una de las academias de las que era miembro… Ay, perdona, la disgresión, es que don Marcelo, da para mucho. Por añadir, su dirección espiritual con el p. Nieto en Comillas, sus estudios allí, los PP. jesuítas de antaño, y, por supuesto, la gracia de Dios.
A tí te mandó a estudiar algo un poco «peculiar» para un sacerdote, ¿no?
Sí, yo había terminado la licenciatura en la Gregoriana con el P. Becker, luego cardenal, y me había propuesto seguir estudiando sobre la fe, la incorporación a la Iglesia y el Bautismo, y así se lo dije; pero me sorprendió enviándome a EEUU a hacer un doctorado en físicas. En Madrid, me dijo un sacerdote amigo, un poco progre, sorprendido; «eso no lo hace ningún obispo en España, y lo viene a hacer Don Marcelo, enviarte a ti para conocer la ciencia actual». Él era consciente de la ignorancia que se hay en el mundillo eclesiástico de la ciencia moderna, y pensaba que yo podía hacer algo al respecto. Quería que luego entrara en la universidad. Una encomienda muy rompedora, como muchas de las suyas, que, por desgracia, luego se truncó. Pero, hacer un doctorado en físicas, y conocer el mundo intelectual americano y aquella sociedad es algo que me ha marcado mucho para bien. Siempre viene muy bien salir del entorno propio y conocer otras culturas y sociedades.
¿Algo para terminar?
Pues darte las gracias por la entrevista. Verás, te comento: yo he aprendido mucho haciendo la web; creo que hay material, como indico en ella para tesinas e inicio de tesis doctorales. El camino indicado por él sigue siendo muy válido y sólido, y animo a seminaristas, sacerdotes y laicos a que lo estudien y recorran.
Y una última cosa, no sé si me arriesgo mucho haciendo una comparación, pero la quiero hacer: como san Carlos Borromeo aplicó el Concilio de Trento, así, en mi opinión, don Marcelo aplicó el Concilio Vaticano II. Me gustaría verle en los altares, pero la Iglesia tiene sus tiempos.