(InfoCatólica) Gustavo Gutiérrez nació el 8 de junio de 1928 en Lima, Perú, y fue ordenado sacerdote en 1959. Estudió en diversas universidades, incluyendo la Universidad Nacional Mayor de San Marcos en Perú, y posteriormente en Europa, donde asistió a la Universidad Católica de Lovaina y la Universidad de Lyon. Su formación académica abarcó filosofía, teología y psicología.
En 1971, publicó su obra más influyente, Teología de la liberación, en la cual planteó que la teología debe estar al servicio de los pobres y que la fe cristiana tiene una dimensión profundamente social.
A lo largo de su vida, Gutiérrez ha sido profesor en diversas instituciones académicas, incluidas la Universidad Católica de Lima y la Universidad de Notre Dame en Estados Unidos.
Además de Teología de la liberación, ha escrito numerosos libros y artículos, entre los cuales se destacan Beber en su propio pozo y Hablar de Dios desde el sufrimiento del inocente.
Gutiérrez ha recibido numerosos reconocimientos internacionales por su trabajo teológico, incluyendo el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades en 2003.
Teología de la liberación, condenada
Hace algo más de 40 años, el 6 de agosto de 1984, la Congregación para la Doctrina de la Fe publicaba la Instrucción sobre algunos aspectos de la teología de la liberación (Libertatis nuntius).
Aquella instrucción se resumía en lo que todavía puede leerse en la página del Dicasterio para el Clero, aunque ya no está disponible el enlace desde la página principal:
En agosto de 1984 el Santo Padre Juan Pablo II aprobó una Instrucción de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe que pretende: «atraer la atención de los pastores, de los teólogos y de todos los fieles, sobre las desviaciones y los riesgos de desviación, ruinosos para la fe y para la vida cristiana, que implican ciertas formas de la teología de la liberación que recurre, de modo insuficientemente crítico, a conceptos tomados de diversas corrientes del pensamiento marxista».
Se trata, por tanto, de toda una «corriente de pensamiento que, bajo el nombre de `teología de la liberación' propone una interpretación innovadora del contenido de la fe y de la existencia cristiana que se aparta gravemente de la fe de la Iglesia, aún más, que constituye la negación práctica de la misma».
La llamada «teología de la liberación» asume el análisis marxista de la realidad y sus principios: a) materialismo histórico: que señala que las causas de los acontecimientos históricos son exclusivamente económicas y la historia es la historia de la lucha de clases, y b) la praxis: la verdad no es, sino se hace; lo que importa es la ortopraxis.
Estos principios de corte marxista los aplican a la interpretación del Evangelio y la práctica pastoral con lo que logran desfigurar nuestra fe. Para la «Teología de la liberación».
- Jesucristo: es considerado no como verdadero Dios Encarnado que, con su Muerte y Resurrección, nos ha redimido, sino como un símbolo de la humanidad que lucha por la liberación de los «opresores» y que muere en defensa de los pobres;
- La Iglesia: debe tomar parte en la lucha pues la «neutralidad» es imposible ya que equivale a estar con los poderosos. De ahí que debe tener una «opción preferencial por los pobres» y constituirse en «Iglesia del pueblo» que nace del pueblo, y que reconoce la jerarquía sacramental que es «clase dominante» y por tanto debe ser combatida. (Puebla, nn. 262- 263).
- La fe es reducida a «fidelidad a la historia»; la esperanza a «confianza en el futuro»; la caridad a la «opción por los pobres».
- Los sacramentos: son «celebraciones del pueblo que lucha por la liberación»: se indoctrina en este sentido al pueblo por medio de homilías, cambios en la liturgia, etc., para que «tomen conciencia de clase» y se les anima a la lucha contra la «clase dominante». Curiosamente, así la Iglesia viene a ser - - según estos «teólogos»- - respecto a los pobres, lo que el partido comunista pretende ser respecto al proletariado.
- La escatología es sustituida por el «futuro de una sociedad sin clases» como la meta de la liberación en la que se habrá «hecho verdad» el amor cristiano a todos, la fraternidad universal.
Los errores de la Teología de la Liberación pueden sintetizarse así:
- el error radical está en el mismo «principio hermenéutico» con el que se pretende interpretar el Evangelio para sacar de ahí una praxis: ese principio es el materialismo histórico, que niega la prioridad del ser sobre el hacer, y por tanto, de la verdad y el bien de la acción humana. Este principio es totalmente falso y no es demostrado ni demostrable;
- la lucha de clases no sólo es un error porque sea contrario a la caridad (puede haber una guerra justa, existe la legítima defensa, etc.), sino que es un error sobre todo porque se le concibe como algo necesario, ineludible y constitutivo de la historia negando la libertad de la persona y su capacidad para dirigir la historia mediante esa libertad y contando con la Providencia Divina;
- además de negar verdades fundamentales (sobre Cristo, la Iglesia, los Sacramentos, etc.), en la práctica, conduce a someter a la Iglesia a una dirección política determinada, no sólo ajena a su misión sobrenatural, sino que desemboca en una situación humana deplorable, como en el socialismo real, en el que la persona no cuenta ni se le reconoce su dignidad de hijo de Dios.
Era una época de revoluciones, golpes militares y guerras civiles en Hispanoamérica. En 1979, 20 años después de que Fidel Castro llegara al poder en Cuba, los sandinistas llevaron a cabo con éxito la revolución de izquierda en Nicaragua con el apoyo del Bloque del Este. En otros países como El Salvador o Colombia, movimientos guerrilleros de inspiración marxista lucharon contra los respectivos gobernantes. Y en medio de todo, siempre hay sacerdotes y teólogos. Algunos tomaron las armas en la «lucha de liberación del pueblo» y muchos apoyaron ideológicamente a los combatientes de izquierda con sermones y escritos teológicos.
Hoy en todos esos países se ha visto el verdadero rostro de la supuesta «liberación»: Cuba, Nicaragua, Venezuela: miseria, muerte, represión,…