(InfoCatólica) A Radcliffe no le gusta la postura de la Iglesia en África en defensa de la doctrina bíblica y tradicional de la Iglesia sobre la moral sexual y las relaciones homosexuales. Y recuerda en su artículo lo ocurrido con Fiducia supplicans.
«El dilema estalló con la Fiducia supplicans, la declaración del Dicasterio para la Doctrina de la Fe que otorga permiso a los sacerdotes, en situaciones muy específicas, para bendecir a parejas en relaciones “irregulares”, incluidas las parejas del mismo sexo. El cardenal Ambongo fue a Roma para presentar el firme rechazo de la propuesta por parte de los obispos de África. Nunca antes todos los obispos de un continente habían repudiado un documento del Vaticano. Se hizo todo lo posible por calmar la crisis».
El dominico deja caer la idea de que no era un problema doctrinal, como afirmaron los africanos, sino de inculturación:
«El Papa había aprobado la declaración. El cardenal Ambongo confirmó que el excepcionalismo africano es un ejemplo de sinodalidad. Y puntualizó que la unidad no significa uniformidad. El Evangelio está inculturado de manera diferente en las distintas partes del mundo».
Lo cierto es que el evangelio es el mismo en todas partes. Y la moral de la Iglesia, derivada del evangelio y de las enseñanza apostólicas, no puede cambiar de un continente a otro, de un país a otro.
El cardenal electo insiste en ocultar que la raíz del rechazo a Fiducia supplicans es doctrinal, moral, de fidelidad a la Revelación:
«Pero esto plantea cuestiones más complejas que esta. Es cierto que el Evangelio siempre se incultura en diferentes culturas, pero también desafía a todas las culturas. Jesús era judío, y sin embargo desafiaba la religión de sus antepasados. ¿El rechazo a bendecir a las personas homosexuales en África es un ejemplo de inculturación o de rechazo a ser anticonformista? La inculturación para una persona es el rechazo de otra persona al Evangelio anticonformista».
Al mismo tiempo reconoce que la publicación de ese texto contrario a la fe de la Iglesia no fue un ejercicio de sinodalidad:
«Otro temor suscitado por la Fiducia supplicans es que no parece haber habido ninguna consulta — ni siquiera con los obispos u otras oficinas del Vaticano — antes de su publicación; no es, quizá, un buen ejemplo de sinodalidad».
Y es entonces cuando quien será el valedor máximo de las tesis LGTBI en el colegio cardenalicio, relaciona la postura de los oispos africanos con las presiones que reciben de quienes están financiados desde fuera del continente:
«Los obispos africanos están bajo una fuerte presión por parte de los evangélicos, con dinero estadounidense; de los ortodoxos rusos, con dinero ruso; y de los musulmanes, con dinero de los ricos países del Golfo. Debería haber habido una discusión con ellos antes, y no después, de la publicación de la declaración. Sea lo que sea que pensemos sobre la declaración, a la hora de abordar las tensiones y superarlas, todos debemos pensar y relacionarnos unos con otros a un nivel profundo».
Desprecio repetido a los africanos
Las palabras de Radcliffe recogen el testigo de otros destacados miembros de la Iglesia en Occidente, que miran con desprecio la postura firma de la Iglesia en África. Durante el sínodo sobre la familia, el cardenal Kasper mostró también su falta de respeto a una Iglesia que está llenando el cielo de mártires.
Pero no toda la Iglesia en Occidente es así. Mons. Rober Barron, obispo estadounidense, acaba de decir que la Iglesia entera debería fijarse en lo que se hace en África.