(InfoCatólica) El 3 de octubre, la localidad haitiana de Pont Sondé, situada entre los municipios de Saint-Marc y Estère, en el departamento de Artibonite, fue escenario de una masacre perpetrada por la banda armada Gran grif de Savien. El ataque se saldó con al menos 70 muertos, entre ellos 10 mujeres y 3 niños, así como 16 heridos y la quema de 45 viviendas. Tras la masacre, más de 6.000 personas se han visto obligadas a huir de la zona.
Max Leroy Mésidor, Arzobispo de Puerto Príncipe y Presidente de la Conferencia Episcopal Haitiana, expresó su consternación ante estos hechos y la creciente violencia que azota al país. «La gente está exhausta. Piden ayuda al Estado», afirmó en su mensaje de condolencia. Mésidor también subrayó la gravedad de la situación en los departamentos de Oeste y Artibonite, y se preguntó si existe una conspiración para destruir estas áreas en particular, donde la ausencia de las fuerzas de seguridad es notable.
La violencia de las bandas ha sumido al departamento de Artibonite, conocido como el «granero de Haití» por su producción de arroz, en una profunda crisis que ha agravado la inseguridad alimentaria en el país. Según informes de organizaciones no gubernamentales, 5,4 millones de haitianos sufren inseguridad alimentaria grave, de los cuales 2 millones padecen hambre severa. La inestabilidad en la zona ha impactado duramente en la producción agrícola, exacerbando la crisis humanitaria.
En lo que va del año 2024, la violencia de las bandas en Haití ha cobrado miles de vidas. Solo en el primer semestre del año, la ONU registró más de 3.600 asesinatos, un 74 % más que en 2023. La región de Artibonite, en particular, ha sido escenario de varios ataques letales, con al menos 76 víctimas mortales entre abril y junio, según datos de la Oficina Integrada de las Naciones Unidas en Haití (BINUH).
Ante la grave situación de seguridad, el Primer Ministro en funciones, Garry Conille, ha buscado apoyo internacional para reforzar la misión de seguridad en Haití. Actualmente, la misión cuenta con 400 policías, en su mayoría kenianos, pero se espera que se amplíe con la ayuda de la comunidad internacional, tras las recientes gestiones del gobierno haitiano en Emiratos Árabes Unidos y Kenia.
Haití enfrenta un colapso total en su estructura de seguridad, agravado por la violencia desenfrenada de las bandas y la falta de recursos estatales para hacer frente a la situación. La comunidad internacional sigue siendo testigo de forma prácticamente impasible de una crisis que no da señales de poder mejorar a corto y medio plazo.