(InfoCatólica) Ayer, 2 de octubre, en el Aula Pablo VI, dio comienzo la Segunda Sesión de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, presidida por el Papa Francisco. En su intervención, el Santo Padre destacó el camino sinodal emprendido desde octubre de 2021, subrayando la importancia de seguir avanzando como Iglesia guiada por el Espíritu Santo y comprometida con la misión de anunciar el Evangelio a todas las gentes.
Francisco remarcó que la sinodalidad es un proceso constante, impulsado por el Espíritu Santo, que transforma la rigidez, el frío y los desvíos en apertura, calidez y dirección. «Esta Asamblea debe contribuir a que se concrete una Iglesia sinodal en misión, capaz de salir de sí misma y habitar las periferias, tanto geográficas como existenciales, estableciendo vínculos con todos en Cristo», afirmó.
El Papa también resaltó la importancia de aprender a reconocer la voz del Espíritu en todos los ámbitos de la vida y la necesidad de que la Iglesia se mantenga en constante renovación. «Este proceso sinodal es un proceso de aprendizaje en el que la Iglesia conoce mejor su identidad y busca las formas más adecuadas para cumplir con la misión que el Señor le ha confiado», aseguró.
Uno de los temas centrales del discurso fue el valor del perdón y la humildad, como aspectos fundamentales de la vida cristiana. Francisco recordó que, durante la vigilia penitencial, se había pedido perdón como comunidad eclesial y se había dejado de lado la soberbia para dar paso a una actitud más humilde. «La disposición a perdonar a los demás nace de la experiencia de haber sido perdonados», dijo el Papa, añadiendo que «la humildad, don del Espíritu Santo, nos devuelve a la tierra y nos hace reconocer que no somos mejores que los demás».
El Papa hizo mención a la Constitución Apostólica Episcopalis communio, que concibe la Asamblea sinodal como un proceso continuo. Este modelo, explicó, no solo es un acontecimiento puntual, sino una oportunidad para que la Iglesia aprenda y ajuste sus formas pastorales. Subrayó que la composición de esta XVI Asamblea, que incluye a laicos, consagrados, diáconos y presbíteros, refleja un deseo de fortalecer la sinodalidad, permitiendo una mayor participación de todos los fieles.
Francisco señaló la importancia de evitar divisiones dentro de la Iglesia, advirtiendo contra la tentación de contraponer la jerarquía eclesiástica a los fieles laicos, como si unos debieran sustituir a los otros. «La sinodalidad es un proceso que involucra a todos, sin distinción, en una obra común que refleja la armonía del Espíritu Santo. No se trata de que unos tomen el lugar de otros, sino de caminar juntos, en unidad, como un solo pueblo de Dios», enfatizó.
En su reflexión final, el Papa recordó que la Iglesia está llamada a vivir en comunión y a ser un signo de unidad entre Dios y la humanidad. Asimismo, hizo un llamado a los participantes a dejarse guiar por el Espíritu Santo durante los trabajos del Sínodo, afirmando que «es el Espíritu quien guía a la Iglesia hacia la verdad plena». Recalcó que el objetivo final de este proceso es responder a la pregunta de cómo ser una Iglesia sinodal en misión y misericordiosa en el mundo actual.
Concluyó su intervención deseando a los participantes que se abran plenamente a la acción del Espíritu Santo, a quien describió como «nuestra guía segura, nuestra consolación y esperanza». Así, dio por inaugurados los trabajos de la Segunda Sesión del Sínodo, que se desarrollará hasta el 27 de octubre de 2024.