(InfoCatólica) «Estamos cerca de una guerra casi mundial», afirmó Francisco, subrayando el papel crucial de la concordia y el diálogo en estos tiempos de tensiones crecientes. Insistió en que Europa no puede permitirse olvidar su pasado, lleno de guerras devastadoras, y recalcó que Bélgica, por su historia y posición geográfica, es esencial para mantener el equilibrio en el continente. Según el Papa, Bélgica representa un “puente” entre diferentes culturas y regiones europeas, lo que la convierte en un lugar ideal para fomentar el diálogo y la cooperación.
«Bélgica es un puente entre el continente y las islas británicas, entre el área germánica y la francófona, entre el sur y el norte de Europa», explicó, señalando que este país ha sido fundamental para la construcción de la paz tras la Segunda Guerra Mundial y que su papel sigue siendo relevante en la actualidad. El Papa afirmó que la historia de Europa, con sus guerras y voluntades de dominio, requiere una constante revisión para evitar caer en los mismos errores. «Cuando se deja a las armas el derecho de crear el derecho, se destapa la caja de Pandora y todos los vientos comienzan a soplar violentamente», advirtió.
Francisco también abordó uno de los temas más sensibles para la Iglesia católica: los abusos sexuales cometidos por miembros del clero. En un tono contundente, reconoció la “vergüenza” que estos crímenes han traído a la Iglesia, y la necesidad de asumir responsabilidades y pedir perdón. «La vergüenza de los abusos a menores la debemos tomar en nuestras manos, y pedir perdón, y resolver el problema», declaró el pontífice. Hizo hincapié en que este tipo de crímenes no puede ser justificado, incluso si otros sectores de la sociedad también los cometen: «Un solo abuso es suficiente para avergonzarse», sentenció.
En este contexto, el Papa mencionó también las “adopciones forzadas” que tuvieron lugar en Bélgica entre los años 50 y 70 del siglo pasado, cuando muchas madres solteras fueron separadas de sus hijos sin su consentimiento. Estas prácticas, según Francisco, fueron fruto de una mentalidad errónea y extendida en la época, pero que causó un sufrimiento profundo e irreversible. «A algunas mujeres no se les dio la oportunidad de decidir si quedarse con el niño o darlo en adopción», lamentó el Papa, y pidió que la Iglesia no se someta a las presiones culturales que puedan repetir este tipo de errores.
En su discurso, Francisco reiteró la responsabilidad de los líderes europeos para aprender de la historia y evitar nuevas tragedias. Llamó a los dirigentes a asumir con valor la misión de preservar la paz y a rechazar la lógica de la guerra. «Rezo para que los gobernantes sepan asumir su responsabilidad, el riesgo y el honor de la paz», dijo, añadiendo que la Iglesia católica quiere ser un faro de esperanza en medio de las dificultades actuales.
Concluyó su intervención destacando el lema de su visita a Bélgica, “En route, avec Espérance”, y explicó el significado profundo de la esperanza como un don de Dios que no falla. «La esperanza no es una cosa que se lleva en la mochila durante el camino, la esperanza es un regalo de Dios», manifestó el Papa, deseando que el pueblo belga continúe caminando “con esperanza” en su camino histórico y de vida.