El Papa desea que el Mediterráneo deje de ser un cementerio y recupere su rostro de fraternidad y paz

Videomensaje al #MED24 que se celebra en la capital de Albania

El Papa desea que el Mediterráneo deje de ser un cementerio y recupere su rostro de fraternidad y paz

El Papa ha enviado un videomensaje al #MED24, evento que forma parte de los «Encuentros del Mediterráneo», que se celebra en Tirana, Albania, del 15 al 21 de septiembre de 2024. Bajo el lema «Peregrinos de Esperanza, Constructores de Paz», el encuentro reúne a jóvenes de diversas naciones del Mediterráneo y del Mar Negro para promover la paz, la fraternidad y el diálogo interreligioso.

(InfoCatólica) En su mensaje, el Pontífice expresa su alegría por ver a los jóvenes reunidos diez años después de su visita a Albania. Les recuerda que ellos son la nueva generación y el futuro de la región mediterránea. En su discurso, destaca que todos somos «peregrinos de esperanza», buscando la verdad y viviendo la fe, y subraya la necesidad de construir la paz activamente.

El Papa insiste en que la fraternidad entre las naciones mediterráneas es la mejor respuesta ante los conflictos y la indiferencia, ya que «la indiferencia mata». Los insta a valorar la diversidad cultural y religiosa, no como una amenaza, sino como una riqueza, y a trabajar unidos en la diversidad.

También les pide a los jóvenes que pongan especial atención en los más pobres, los marginados y aquellos que se ven obligados a emigrar en busca de un futuro mejor. Para él, cada persona es sagrada, y la acogida y la amistad deben reemplazar la cultura del miedo.

Finalmente, utiliza la metáfora del Mediterráneo como un «hermoso jardín» que une a las naciones, llamando a los jóvenes a cuidarlo y a seguir el ejemplo de los mártires, como la beata Maria Tuci, en su lucha contra la violencia. Concluye invocando la protección de la Virgen María, para que el Mediterráneo se convierta en un símbolo de fraternidad y paz, y deje de ser un cementerio​.

Texto completo del videomensaje

Queridos amigos, queridos jóvenes albaneses y del Mediterráneo,

Es una alegría para mí saber que están reunidos en Tirana, diez años después de mi visita a su amado país en 2014. ¡No lo olvido! Recuerdo ese viaje en el que pude conocer a su pueblo, un pueblo con muchos rostros pero unido por el coraje. Como les dije entonces a los jóvenes: «Ustedes son la nueva generación de Albania» (Ángelus, Tirana, 21 de septiembre de 2014). Hoy añado, queridos jóvenes de las cinco orillas del Mediterráneo: ustedes, la nueva generación, son el futuro de la región mediterránea.

Todos somos peregrinos de la esperanza, caminando en busca de la verdad y viviendo nuestra fe construyendo la paz. ¡La paz debe construirse! Dios ama a todos los seres humanos y no hace distinción entre nosotros. La fraternidad entre las cinco orillas del Mediterráneo que ustedes están construyendo es la respuesta, ¡la respuesta!, la mejor respuesta que podemos ofrecer a los conflictos y a las indiferencias que matan. Porque la indiferencia mata.

Aprendan juntos a leer los signos de los tiempos. Contemplen la diversidad de sus tradiciones como una riqueza, una riqueza querida por Dios. La unidad no es uniformidad, y la diversidad de nuestras identidades culturales y religiosas es un don de Dios. Unidad en la diversidad. Crezcan en la estima mutua, como lo testimoniaron sus antepasados.

Pongan en el centro la voz de aquellos que no son escuchados. Pienso en los más pobres, que sufren por ser considerados una carga o una molestia. Pienso en aquellos que, a menudo muy jóvenes, deben dejar su país en busca de un futuro mejor. Cuídense unos a otros. No se trata de números, sino de personas, y cada persona es sagrada; se trata de rostros, cuya dignidad debe ser promovida y protegida. Renunciemos a la cultura del miedo para abrir la puerta a la acogida y a la amistad.

Como un gran lago de Tiberíades confiado a su cuidado, habiten las orillas de este gran cuerpo de agua que los une: el Mediterráneo los une, los une como un hermoso jardín para cultivar. Mantengan el espíritu de servicio en cada circunstancia, cuiden de cada criatura confiada a sus manos.

Sepan caminar tras las huellas de sus mártires. Su coraje es un testimonio vivo que puede inspirar su compromiso en resistir todas las violencias que desfiguran nuestra humanidad, como hizo a los veintidós años la beata María Tuci.

Los encomiendo a María, la Madre del Buen Consejo, que siempre dirige Su mirada maternal de amor y dolor hacia los acontecimientos de su tierra. Aprendan de Su Inmaculado Corazón a ser incansables peregrinos de la esperanza y a seguir los signos de Dios, para que el Mediterráneo recupere su rostro más bello: el de la fraternidad y la paz. Y que no sea más un cementerio.

 

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