(Vatican.news/InfoCatólica) Tras saludar a los presentes, el Pontífice afirmó:
«En este lugar Asia y Oceanía se rozan y, en cierto sentido, se encuentran con Europa, lejana geográficamente, pero cercana por el papel que ha tenido en estas latitudes durante los últimos cinco siglos. No quiero hablar de los piratas holandeses. De hecho, los primeros misioneros dominicos llegaron desde Portugal en el siglo XVI, trayendo consigo el catolicismo y la lengua portuguesa; y esta última junto con el idioma tetum son actualmente los dos idiomas oficiales del Estado»
Inculturación de la fe y evangelización de la cultura
El cristianismo se incultura, toma las culturas y ahí los diversos ritos orientales, de los diversos pueblos, porque una de las dimensiones importantes del cristianismo es la inculturación de la fe. Y, a la vez, evangeliza las culturas. Este binomio para la vida cristiana es importante: inculturación de la fe y evangelización de la cultura. No es una fe ideológica, es una fe enraizada en la cultura.
Tras recordar que «desde el 28 de noviembre de 1975 hasta el 20 de mayo de 2002, es decir, desde la declaración de la independencia hasta su restauración definitiva, Timor Oriental ha vivido los años de su pasión y de su prueba más grande», el Obispo de Roma destacó el sufrimiento padecido y añadió:
«Demos gracias a Dios porque, cuando tuvieron que atravesar un período tan dramático de su historia, ustedes no perdieron la esperanza, y también porque, después de días oscuros y difíciles, finalmente ha despuntado un amanecer de paz y de libertad».
Arraigados en la fe
El Santo Padre recordó que para alcanzar sus importantes metas, les ha sido de gran ayuda el estar arraigados en la fe, como lo puso de relieve san Juan Pablo II cuando visitó su país. A lo que añadió espontáneamente:
«Y esto mismo, traducido a ahora, yo diría que ustedes son un pueblo sufrido, pero sabio en el sufrimiento».
La paz de la unidad es superior al conflicto
Además señaló que «la unidad es superior al conflicto, siempre. Y que la paz de la unidad es superior al conflicto»:
«Y para esto también se requiere una cierta purificación de la memoria, para sanar heridas, combatir el odio con la reconciliación, la confrontación con la colaboración. Es lindo hablar de “la política de la mano tendida”, es muy sabia, que no es tonta, ¡no! Porque cuando la mano tendida se ve traicionada, sabe pelear, sabe llevar adelante las cosas».
El fenómeno de la emigración
Refiriéndose a los muchos retos actuales, el Papa dirigió su pensamiento al fenómeno de la emigración, «que constituye siempre un indicador de un insuficiente o inadecuado uso de los recursos, así como de la dificultad de ofrecer a todos un empleo que produzca beneficio justo y que garantice a las familias los ingresos que correspondan a sus necesidades básicas»:
«Y no siempre es un fenómeno externo. Por ejemplo, en Italia está la emigración del sur hacia el norte y tenemos toda una región del sur que se va despoblando».
En cuanto a las «situaciones que pueden ser consideradas verdaderas plagas sociales, como el abuso en el consumo de bebidas alcohólicas entre los jóvenes», Francisco añadió:
«¡Por favor, cuiden eso! ¡Denle ideales a los jóvenes para que salgan de estas trampas! Y también un fenómeno de incorporación a ciertas bandas que, envalentonadas por el conocimiento de las artes marciales, en lugar de utilizarlo al servicio de los indefensos, se aprovechan de él para exhibir el poder efímero y dañino de la violencia. La violencia siempre es un problema en los pueblos».
Después de agradecer lo que el presidente de esta nación le había comentado acerca de la educación, el Santo Padre afirmó:
«La Doctrina Social de la Iglesia no es una ideología, está basada en la fraternidad. Una doctrina que tiene que favorecer, favorece el desarrollo de los pueblos, en especial los más pobres».
Además, el Papa indicó que «hay una cosa que yo se las quisiera decir, que no está en el discurso, porque la llevo muy adentro»:
«Este es un país lindo, ¿pero qué es lo mejor que tiene este país? El pueblo. Cuiden a su pueblo, amen a su pueblo, hagan crecer ese pueblo. Este pueblo es maravilloso, es maravilloso. Las pocas horas que estuve se ve cómo un pueblo se expresa, y el pueblo de ustedes se expresa con dignidad y con alegría. Es un pueblo alegre».
La riqueza de ser un pueblo joven
En cuanto a la joven población de este país Francisco se refirió a dos naciones europeas «donde la edad media es de 46 años y 48 años. Y ustedes, el 65% tiene menos de 30 años, lo cual podemos pensar que la edad media será alrededor de los 30 años, un poco menos. Es una riqueza esa».
«Sigan adelante», prosiguió diciendo. «Creo que hay varias universidades ya, aunque por ahí son demasiadas, hay más, hay varios colegios secundarios ya, cosa que quizás hace veinte años no había. Eso es un ritmo de crecimiento muy grande, ¿no?».
«Inviertan en la educación, en la educación en la familia y en la educación en la escuela».
El Papa no olvidó manifestar la alegría que le causa ver sonreír felices a los chicos, con su entusiasmo y frescura que son la proyección hacia el futuro.
«Y aquí me permito hacer un consejo: junten a los niños con los abuelos. El encuentro de niños y abuelos provoca sabiduría. Piénsenlo».
También los invitó a confiar «en la sabiduría del pueblo». Porque como les dijo, «el pueblo tiene su sabiduría. Confíen en esa sabiduría».
Y concluyó su alocución encomendando Timor Oriental y todos sus habitantes a la protección de la Inmaculada Concepción, su Patrona celestial invocada con el título de Virgen de Aitara.
«Que ella los acompañe y ayude siempre en la misión de edificar un país libre, democrático, y solidario y alegre, donde ninguno se sienta excluido y todos puedan vivir en paz y con dignidad».