(InfoCatólica) «La Iglesia católica en Suecia, en contraste con la tendencia eclesiástica europea, está creciendo», así lo afirma textualmente incluso la agencia de los obispos italianos.
En los últimos diez años, algo más de 20.000 nuevos católicos se han unido a la Iglesia, que ahora cuenta con unos 130.000 miembros.
Así escribe Göteborgs-Posten, que en un largo artículo, republicado en la página web de la diócesis de Estocolmo que compara la dinámica de la Iglesia alemana con la de la Iglesia sueca: la primera está en declive numérico (la cifra de abandonos publicada a principios de agosto es de 400.000 personas en 2023), que empieza a reflejarse en la economía y en las infraestructuras. Helena D’Arcy, redactora jefe de la revista sueca Katolskt magasin, señala que «la dirección liberal de la Iglesia en Alemania y la alta tasa de impuestos eclesiásticos» son factores clave en esta deserción masiva.
La segunda está creciendo debido a dos factores: la inmigración y las conversiones: en los últimos diez años, unas 100 personas al año se han convertido al catolicismo.
Mientras que en las décadas pasadas eran sobre todo adultos luteranos los que se hacían católicos, ahora son los jóvenes los que se convierten, a menudo sin proceder de un entorno religioso.
Las cifras crecen y la necesidad de espacio es cada vez mayor.
Fidelidad al Evangelio
Durante los últimos años la Iglesia en los países nórdicos ha asombrado por su valentía, claridad y parresía. Los obispos de la zona no han tenido respetos para escribir carta a los fieles en la que reafirman la doctrina de la Iglesia sobre la sexualidad humana, afirmar que que Traditionis Custodes no soluciona nada, o corregir fraternalmente a sus hermanos alemanes, ya sea personalmente como la «estrella» sueca, el Cardenal Arborelius o colectivamente, advirtiendo no solo de la deriva sinodal, también del riesgo cierto de cisma.
La desconexión de la Iglesia en Alemania, y otros países arrastrados, es preocupante.