(Arch. Santiago) En esta ocasión, el Delegado regio fue el presidente del Parlamento de Galicia, Miguel Ángel Santalices, en representación del pueblo español, quien renovó la tradicional ofrenda al Apóstol, dando continuidad a esta tradición, instaurada por Felipe IV en 1643.
En su homilía, monseñor Prieto recordó que en el origen de la civilización europea se encuentra el cristianismo, sin el cual los valores occidentales de la dignidad, libertad, justicia y fraternidad resultan incomprensibles:
«En nuestro mundo multicultural tales valores seguirán teniendo pleno valor si saben mantener su nexo vital con la raíz que los engendró. Así, cabe la posibilidad de edificar sociedades auténticamente laicas, sin contraposiciones ideológicas, en las que encuentran igualmente su lugar el cercano y el lejano, el creyente y el no creyente».
El prelado compostelano indicó que es necesario encontrar la esperanza en varias realidades. Así, aseguró que se encontrará la esperanza cada vez que se ponga al ser humano en el centro y en el corazón de las instituciones: «Procuremos unidad de las diferencias y unidad en las diferencias». Y añadió:
«Encontraremos de nuevo la esperanza en la solidaridad, que comporta la conciencia de formar parte de un solo cuerpo, y al mismo tiempo implica la capacidad que cada uno de los miembros tiene para «simpatizar» con el otro y con el todo»
Animó también a encontrar de nuevo la esperanza en la solidaridad, no sólo como buen propósito, sino también como algo compuesto de hechos y gestos concretos que acercan al prójimo:
«Tenemos un patrimonio moral y espiritual que merece ser propuesto una vez más con pasión y renovada vitalidad, y que es el mejor antídoto contra la falta de valores de nuestro tiempo, terreno fértil para toda forma de extremismo».
Mons. Prieto afirmó que se encontrará la esperanza cuando se invierta en un desarrollo que abarque a todo el ser humano:
«la dignidad de su trabajo, condiciones de vida adecuadas, la posibilidad de acceder a la enseñanza y a los necesarios cuidados médicos (…), puesto que no existe verdadera paz cuando hay personas marginadas y forzadas a vivir en la miseria. No hay paz allí donde falta el trabajo o la expectativa de un salario digno».
En la misma línea, el arzobispo añadió que se encontrará esperanza cuando se abra al futuro a los jóvenes, cuando se cuide a la familia, que es la primera y fundamental célula de la sociedad:
«Cuando respeta la conciencia y los ideales de los ciudadanos. Cuando se defienden toda vida y todas las vidas, con toda su sacralidad: tanto la del que inicia o acaba su vida, como la del quiere renacer a una vida digna y justa».
Destacó el Camino de Santiago, como parte fundamental del alfabeto ético do home:
«interróganos sobre os valores esenciais para a convivencia, para o entendemento, para a discusión construtiva compartidos, a educación e o respecto a quen pensa diferente, a liberdade, os valores comúns da xente común e sinxela han de ser unha senda ética dispostos a percorrela. Como o é a xustiza social, un imperativo ético universal que está no ADN do cristianismo: non se pode ser cristián sen aceptar este postulado. Xogámonos o futuro da humanidade nunha civilización decente».
Mons. Prieto pidió también a comprometerse en la actualidad con la mejor política, «esa que está verdadeiramente ao servizo do pobo, do ben común, da fraternidade.»
Acogió la Ofrenda de Miguel Santalices encomendando «á intercesión do Apóstolo Santiago a todos os pobos de España, especialmente as xentes e pobos da nosa querida Galicia, ás nosas familias, que sigan sendo berce da vida e da fe, onde todos, especialmente os nosos nenos e anciáns, sexan coidados, queridos e acompañados. Lembremos, como unha chamada á nosa conciencia e responsabilidade, ás vítimas de toda violencia e inxustiza, de todas – demasiadas – guerras»
No faltó en su homilía un recuerdo a los fallecidos en el hundimiento del pesquero Argos Georgia en aguas das Malvinas:
«encomendamos aos falecidos e desaparecidos, e acompañamos ás súas familias, a todas as xentes do mar, desde o consolo que brota do corazón do Pai misericordioso.»
El arzobispo terminó su homilía con estas palabras: «por intercesión do Santo Apóstolo Santiago, pido ao Señor que bendiga á súa Maxestade o Rey Felipe VI no décimo aniversario da súa proclamación, e a toda a Familia Real; tamén á vosa Excelencia, Sr. Oferente, á súa familia e aos seus colaboradores. Que, de novo desde Santiago, renaza a esperanza que nunca decae e que sempre nos sostén.»
Concelebraron con monseñor Prieto, el cardenal arzobispo emérito de Madrid, Antonio María Rouco Varela; mons. José Rodríguez Carballo, arzobispo de Mérida-Badajoz; mons. Julián Barrio, arzobispo emérito de Santiago de Compostela; el arzobispo emérito de Tánger, mons. Santiago Agrelo Martínez; el obispo de Lugo, monseñor Alfonso Carrasco; el titular de la Diócesis de Ourense, monseñor José Leonardo Lemos Montanet; el obispo de la Diócesis de Mondoñedo-Ferrol, mons. Fernando García Cadiñanos; el obispo de Tui-Vigo, monseñor Antonio Valín Valdés; el de Astorga, mons. Jesús Fernández; el obispo emérito de Tui-Vigo, monseñor Luis Quinteiro Fiuza; y el actual administrador diocesano de Hawassa, Juan González Núñez.