(GaudiumPress/InfoCatólica) El Cardenal Baltazar Porras, de Venezuela, ha expresado su profunda preocupación por las recientes agresiones perpetradas por un general del ejército contra el monseñor Jesús González de Zárate, presidente de la Conferencia Episcopal Venezolana y la fundación Cáritas Venezuela.
El 3 de julio, monseñor González de Zárate y su equipo estaban en Cumanacoa, brindando asistencia a las víctimas de las intensas lluvias y la creciente del río Manzanares, provocadas por el huracán Beryl. Esta emergencia, que ha dejado más de 30.000 afectados y varios fallecidos, fue gestionada por el régimen de Maduro bajo la dirección del general Nayade Lockuiby, quien había sido designado como la «autoridad única» para el manejo de la crisis en la localidad.
Posteriormente, el 15 de julio, se dieron a conocer varios testimonios de personas mediante varios medios como NTN 24. Algunas de las experiencias relataban: «uniformados castrenses interrumpieron la homilía y advirtieron a González Zárate que el único autorizado para repartir ayuda a los afectados era el gobernante Nicolás Maduro».
«Ante el asombro y los gritos de los feligreses, que oraban por Cumanacoa, los Guardias respondieron de manera insultante y la iglesia debió ser cerrada. Antes de retirarse, la GNB [Guardia Nacional Bolivariana] exigió a monseñor que se marchara del lugar, así como la organización Cáritas».
Unos días antes, el 28 de julio, los obispos de Venezuela habían emitido una exhortación pastoral en preparación para las próximas elecciones. En respuesta a los recientes actos de violencia contra el arzobispo de Valencia, Mons. Jesús González de Zárate, el Cardenal Baltazar Porras ha vinculado estos incidentes con el mensaje de la exhortación.
El Cardenal, Arzobispo emérito de Caracas, condenó la forma en que se ha manifestado la disidencia, afirmando que las agresiones no son una forma adecuada de expresar desacuerdo. En sus palabras, este tipo de reacciones solo «nos separan más y aumentan el conflicto» en lugar de resolverlo.
Respecto al general Nayade Lockuiby, designado como «autoridad única" en Cumanacoa, Porras criticó su actuación, calificando la gestión de la emergencia como insatisfactoria. El Cardenal subrayó que la labor de Cáritas y de la Iglesia es exclusivamente humanitaria, enfocada en ayudar a las personas afectadas por las lluvias torrenciales y los deslaves, sin ningún tipo de motivación política o religiosa. Según él, no hay justificación para obstaculizar estos esfuerzos de asistencia a los necesitados.
Monseñor Jesús González de Zárate intentó minimizar el incidente al aclarar que no sufrió agresiones físicas. Según el arzobispo de Valencia, se trató de un «incidente desagradable» que subraya la necesidad de mantener una comunicación constante y efectiva con las autoridades locales para prevenir situaciones que perjudican a las personas más vulnerables.
No obstante, diversas fuentes han confirmado que tanto la eucaristía como las actividades de asistencia de Cáritas fueron objeto de ataques por parte de las fuerzas del Estado.