(NCRegister/InfoCatólica) En un artículo del 4 de junio titulado «Young Trads: 'Los obispos deben buscar un nuevo equilibrio'», el historiador católico francés Christophe Dickès recuerda un vídeo, realizado poco después de que el papa Francisco impusiera amplias restricciones a la Misa tridentina con el motu proprio Traditionis Custodes de julio de 2021, en el que un grupo de jóvenes católicos franceses dejaba claro que su amor por el Vetus Ordo no era ideológico.
No eran «gruñones, anticuados y, menos aún, cismáticos», observa Dickès, sino que más bien estaban apegados al rito tradicional por su «trascendencia, su verticalidad y su orientación hacia Oriente». No había deseo de disentir, dijo, sino que se dirigían al Papa diciéndole: «Somos tus ovejas». Pero, indicó Dickès, casi dos años después, Roma ha rechazado tales peticiones.
«Peor aún», dijo Dickès, «lagunas jurídicas» en Traditiones Custodes condujeron a nuevas restricciones por parte del cardenal Arthur Roche, prefecto del Dicasterio para el Culto Divino, quien «hizo que el Papa firmara otro texto reduciendo el poder episcopal en esta área a casi nada». Algo que que Dickès describe como «exprimir el limón hasta que las pepitas crujan».
«Mucho se ha hablado de esta política, que desentona con el espíritu de descentralización que el Papa quiso dar a su pontificado», señaló Dickès. «Mientras el ala progresista de la Iglesia no deja de repetir la necesidad de acabar con la organización piramidal de la Iglesia, esto no parece aceptarse cuando se trata del mundo tradicionalista».
Recordando las declaraciones del arzobispo Georg Gänswein de que Benedicto XVI consideraba la Traditionis Custodes «un error», Dickès asegura en su artículo que los obispos también se sorprendieron por las restricciones que el Vaticano «justificó con una encuesta en las diócesis, cuyos resultados nunca se hicieron públicos» -y que, según un informe de la periodista vaticana Diane Montagna, eran mayoritariamente favorables al rito antiguo.
Dickès recuerda una encuesta publicada el 26 de mayo por La Croix en la que se interroga a 4.000 jóvenes católicos franceses que formarán parte de los 32.000 de Francia que acudirán a la Jornada Mundial de la Juventud en Lisboa en agosto. La encuesta, dice, muestra que las «pepitas no habían chirriado» y que el «muro levantado por las decisiones romanas no había producido los efectos deseados».
Por el contrario, dice que las «pepitas parecen estar germinando, hasta el punto de que el 38% de los jóvenes encuestados dice apreciar la misa en latín, mientras que el 40% no tiene nada en contra de ella, aunque el rito no corresponda a sus expectativas». Por otra parte, la reciente peregrinación tradicional anual de Pentecostés de París a Chartres atrajo a un número récord de jóvenes peregrinos, lo que llevó a los organizadores a poner fin anticipadamente a las inscripciones.
La proporción de los 30.000 jóvenes encuestados que dicen que la Misa Tradicional en Latín es su misa favorita sigue siendo relativamente baja, un 8%. El 19% dice que asiste a ella ocasionalmente, pero el informe también dice que «en muchas iglesias» donde se celebra la TLM, «un tercio» de los fieles son jóvenes entre 18 y 35 años.
«La realidad sobre el terreno expresada en esta encuesta revela una complejidad que ya no se corresponde con la polaridad progresistas/tradicionalistas de los años 70», observa Dickès. En este sentido, dice, existe un «asombroso paralelismo» entre la encuesta de La Croix y el vídeo realizado por los jóvenes fieles católicos en 2021. «Estos jóvenes presentan un rostro asombrosamente moderno, dando a conocer al mundo la esperanza que hay en ellos», afirma.
Además, dice estar de acuerdo con el director de La Croix, Jérôme Chapuis, quien en un editorial del 25 de mayo afirma que sería un error calificar a los jóvenes católicos tradicionales de «reaccionarios» o «católicos identitarios». Dickès se refiere a una encuesta estadounidense de 2021 realizada por la Fraternidad Sacerdotal de San Pedro que revela que sólo una pequeña minoría de jóvenes de 18 a 39 años (16%) asiste a la Misa en latín por influencia paterna, mientras que el 36% afirma que el factor esencial «era el respeto y la veneración»
Ante esta situación, Dickès dice que hoy los obispos se enfrentan a un dilema: cómo afrontar la realidad de esta creciente «minoría creativa», y cómo gestionar las vocaciones «sin plantear serios problemas de conciencia» a los posibles jóvenes candidatos, «ahora que Roma debe dar su aprobación a cada nueva ordenación en el rito antiguo».
Segundo artículo de La Croix
En otro artículo de La Croix titulado «La peregrinación a Chartres se ha convertido en el símbolo de un movimiento de fondo», Jean-Bernard, colaborador de la revista mensual católica tradicional francesa La Nef, subraya el creciente «riesgo objetivo» de una «consolidación de comunidades paralelas situadas fuera de las estructuras diocesanas». Este es un peligro, dice, que ha sido «considerablemente amplificado por Traditionis Custodes» cuya «idea clave, en esencia, ha sido aislar a los tradicionalistas» fuera de estas estructuras diocesanas «para evitar cualquier publicidad o propagación dada a este rito».
Recordando las restricciones del Papa, dice que la «Misa tradicional ya no puede, en principio, celebrarse en la parroquia», y señala otro «efecto visible» de las restricciones: «los seminarios diocesanos se vacían en favor de las casas de formación de las comunidades tradicionalistas».
Estas tendencias, dice, por tanto, «exigen urgentemente, en contra de la orientación adoptada por Roma, devolver la Misa tradicional al seno de las diócesis». Además, dice, «los obispos deben reclamar imperativamente la plenitud de sus prerrogativas en materia litúrgica, de acuerdo con la sana descentralización cuyos méritos alaba a menudo el Papa Francisco».
El autor francés propone una posible solución que pasa por que cada forma del rito adopte algunos aspectos menores de la otra, pero que estos cambios se lleven a cabo con mucho cuidado y de acuerdo con los principios establecidos en Sacrosanctum Concilium, la constitución del Concilio Vaticano II sobre la divina liturgia.
Reconoce que también hay que tener en cuenta otros factores importantes, como la crisis en «el plano teológico, la relación del cristianismo con la modernidad y, en el plano moral, el desastre de los escándalos», pero cree que las soluciones propuestas pueden «alimentar el debate necesario» para poner fin a la guerra litúrgica entre católicos, una guerra, dice, que comenzó «hace más de 50 años, se encuentra ahora en la tercera generación de fieles y, definitivamente, ha durado demasiado tiempo».
Una eclesiología de comunión
Por su parte, Dickès observa que todo grupo que se siente perseguido acaba reforzándose, algo que Benedicto XVI comprendió, según el arzobispo Gänswein en su reciente libro. Ante esto, Dickès llama a todas las partes a «redescubrir y cultivar una eclesiología de comunión».
«Este sería el mejor camino: el de la búsqueda de un nuevo equilibrio. Es un camino estrecho, pero no imposible.Sería un recordatorio de que todos tienen un lugar en la casa del Padre, como un eco de las palabras del profeta Jeremías: 'Los haré volver a su redil, y fructificarán y se multiplicarán. Pondré sobre ellas pastores que las cuiden, y ya no temerán, ni se amedrentarán, ni se perderá ninguna (23, 1-6).
Tomados en conjunto, estos comentarios de Dickès y Bernard son significativos, ya que aparecen en La Croix, el único diario católico de alcance nacional de Francia, bien conocido por su posición editorial liberal y por tener en general una visión favorable de las reformas del papa Francisco.
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