(CNAd/InfoCatólica) «Para mí, la evangelización significa tomar en serio hoy el mandato de Jesús a sus discípulos y no privar a la gente de nuestro tiempo del mensaje de la Buena Nueva, es decir, del Evangelio», explicó Woelki.
Para la evangelización se necesita una «visión». Es decir, «vivir en la contemplación de la realidad de Dios y encontrar en ella la certeza de que Dios también actúa hoy en el mundo».
«Sin visión no hay evangelización», afirmó el cardenal convencido. «Sin visión, todo esfuerzo por el crecimiento carece de rumbo. Sin visión, incluso los esfuerzos bienintencionados de construcción de la comunidad y las iniciativas de reforma eclesiástica quedan incompletos».
Woelki mencionó cuatro objetivos, entre ellos «vivir el discipulado», «ser una Iglesia misionera», «actuar de manera diacónica» y, finalmente, «actuar de forma justa entre generaciones».
Refiriéndose a la situación en Estados Unidos y en Inglaterra, el arzobispo de Colonia dijo: «En los Estados Unidos y también en Inglaterra, he encontrado principalmente a jóvenes – y no pocos, todo lo contrario –, que viven en tres dimensiones: en la fe, la oración y la confianza en el Espíritu Santo».
«He encontrado personas que están profundamente convencidas y creen que como Iglesia pueden crecer y quieren crecer», relató Woelki, y agregó: «Una Iglesia que quiere crecer debe creer que puede crecer y debe crecer. Y debe saber de dónde viene y hacia dónde va».
«En estos tiempos secularizados, quien quiera entusiasmar a otros por el Evangelio necesita una buena base bíblica y conocimientos teológicos elementales», explicó. «Necesita un apoyo personal en la fe. La oración es la dimensión espiritual de la fe. Establece relaciones en gran medida, porque me abre tanto a la amorosa presencia de Dios como a mi prójimo, a quien incluyo en mi oración. La oración no es nuestra última oportunidad, es nuestra única oportunidad. Solo a las personas que rezan se les conceden visiones».
Es crucial «que yo mismo cambie, que crezca en mi relación con Dios y que le dé al Espíritu de Dios el espacio necesario para que actúe en nosotros y en nuestras comunidades».