(Asia news/InfoCatólica) Los atacantes también intentaron golpear a su hijo Sultan Gill y a otros miembros de su familia, que consiguieron escapar.
Sin embargo, está creciendo la controversia sobre las circunstancias - y el momento - de su muerte: la declaración oficial dice que murió ayer, pero algunas fuentes afirman que murió el mismo día del brutal ataque debido a las heridas que le habían infligido y el gobierno ordenó que lo mantuvieran con vida con respiración artificial para evitar la condena internacional. Al mismo tiempo, la comunidad cristiana pide que se castigue severamente a las 45 personas identificadas como responsables del linchamiento de Nazir Masih y del incendio de su casa y de su negocio.
La activista Anee Muskan, escritora y presidenta de Chosen Generation, dice a AsiaNews que la muerte del anciano cristiano «no se produjo sólo a manos de la turba», sino que también está relacionada con el «silencio ensordecedor de toda una nación». «Cada uno de nosotros - afirma - tiene la responsabilidad de haber permitido durante años que se cometieran semejantes atrocidades».
Naveed Walter, presidente de Human Rights Focus Pakistan (HRFP), se hace eco de esta afirmación, y sostiene que el Estado debe garantizar «la protección de las minorías y que se tomen medidas contra todos los implicados en tales violaciones» para evitar «nuevos peligros en el futuro». Recuerda además que el gobierno y las distintas instituciones estatales conocen perfectamente a los grupos islámicos y extremistas responsables de esta violencia y cuáles son las razones que los empujan a actuar. «Algunos informes recientes - afirma - han revelado que muchas denuncias de blasfemia contra cristianos [que se utiliza como arma y pretexto para atacar] han sido presentadas por los mismos hombres y grupos, pero las autoridades no han tomado ninguna medida contra ellos».
El P. Khalid Mukhtar, por su parte, exhortó a la comunidad cristiana a mantenerse unida para «hacer valer sus derechos», porque «no podemos lograr ningún cambio positivo» divididos. El sacerdote paquistaní recuerda que los atacantes incluso «apedrearon la ambulancia que transportaba a Nazir Masih al hospital». Por eso da una especie de ultimátum: «Doy a este gobierno 10 días para anular la acusación de blasfemia contra Nazir Masih (en la foto) y su familia; de lo contrario - advierte - nos opondremos unidos a esta brutalidad. ¡Qué país es este, donde no podemos obtener justicia ni siquiera después de perder nuestras vidas y propiedades! Estamos consternados; sólo pedimos - concluye - paz y justicia».
Entrevistado por AsiaNews Ata-ur-Rehman Saman, activista de derechos humanos y coordinador de la Comisión Nacional de Justicia y Paz de la Iglesia de Pakistán (NCJP), explica: »Esta mañana, cuando se conoció la noticia de la muerte de Nazir Masih, víctima de la violencia de las turbas el 25 de mayo, que murió a causa de las heridas que recibió, me acordé de la figura de Jogindar Nath Mandal, primer ministro de Justicia que formaba parte del grupo de dirigentes que creó Pakistán«. En octubre de 1950, continúa el activista cristiano, renunció al ministerio »tras los episodios de masacres de hindúes y de conversiones forzadas« en Pakistán Oriental. «Las circunstancias - advierte - son las mismas hoy: el gobierno y el Estado no están dispuestos a abordar la cuestión. Esta actitud es la continuación del comportamiento del primer ministro Liaqat Ali Khan» y de un Ejecutivo que no quiere enfrentar el problema. Jongindar Nath Mandal tuvo la suerte de poder salir de Pakistán para vivir el resto de su vida, nosotros - concluye - no tenemos ninguna posibilidad de vivir y tenemos que morir por el resto de nuestra vida».