(DiócesisCordoba/InfoCatólica) El obispo de Córdoba, monseñor Demetrio Fernández, fue el primero en celebrar la santa misa por el eterno descanso de don Gaspar Bustos en la capilla ardiente, ubicada en el Seminario Mayor «San Pelagio». El prelado ha vivido muy unido a este sacerdote, al que considera «un padre espiritual»:
«Don Gaspar en Córdoba es el padre espiritual del Seminario por más de 40 años. Es el que ha configurado a todo un presbiterio, es el padre espiritual de muchos sacerdotes, por tanto, es una gran pérdida para nosotros, aunque sabemos que lo ganamos como intercesor en el cielo».
El obispo recordó que Don Gaspar es conocido en toda España por los muchísimos ejercicios predicados a religiosas, sacerdotes, seglares… «Ha terminado su carrera a los 94 años y ahora rezamos nosotros por él para que el Señor lo acoja en su seno y lo llene del gozo que le tenía preparado», subrayó
Exequias en la Catedral
Formador de sacerdotes, maestro de espíritus, apóstol del Corazón de Jesús, sacerdote santo y gran enamorado de Jesucristo son algunas de las cualidades que el obispo de Córdoba, monseñor Demetrio Fernández, ha destacado esta mañana en la misa exequial de don Gaspar Bustos, celebrada en la Santa Iglesia Catedral.
Fieles de toda la Diócesis y de distintos rincones de España, así como el clero diocesano, los seminaristas y los obispos cordobeses Mons. Francisco J. Orozco, obispo de Guadix, y Mons. Antonio Prieto, obispos de Alcalá de Henares, han llenado las naves del templo principal de la Diócesis para despedir a este sacerdote conocido en toda España y muy querido por todos.
El obispo de Córdoba, en su homilía, ha agradecido la presencia de todos y les ha dado la bienvenida en este día en el que, según el prelado, «nos encontramos un poco huérfanos ante la muerte de don Gaspar, aunque sabemos que continuará siendo intercesor y protector de todos».
El prelado ha puesto en valor las múltiples cualidades de este «santo sacerdote» por el que ha pasado multitud de presbíteros y seminaristas a lo largo de estos más de cuarenta años, ya que como ha recordado el Obispo, «el Seminario ha sido la niña de sus ojos, el encanto de su corazón y de su vida». «Don Gaspar ha gastado su vida por el Seminario, por formar sacerdotes, así como por dirigir y acompañar a tantos aspirantes al sacerdocio», ha subrayado monseñor Demetrio Fernández al tiempo que ha pedido que su alma «interceda por nosotros en el cielo, y su cuerpo quede en el Seminario, en su casa», de esta manera, los seminaristas podrán contar de manera palpable y tangible la presencia de don Gaspar en el Seminario y acudir a su intercesión.
«Don Gaspar os ha querido muchísimo y vosotros a él. Su historia es una historia para ser contada», ha aclamado el prelado recordando a las personas y congregaciones para las que don Gaspar ha sido un referente, como las Hermanas de la Cruz, Hogar de Nazaret o las Obreras del Corazón de Jesús de Villanueva de Córdoba, entre otras. «Ha dejado huellas de vida y de espíritu, de santidad por todas partes por donde ha ido», ha aclamado monseñor Demetrio Fernández, añadiendo que «allí donde hay santidad, don Gaspar tenía un instinto de captarla para acercarse, acompañar y apoyar, por eso es tan querido en el mundo espiritual del siglo XX y XXI».
Este sacerdote de la diócesis de Córdoba ha dado miles de ejercicios espirituales por toda España y se ha distinguido por el don de consejo, «un don del Espíritu Santo que en él abundaba». Su vida ha estado marcada por el amor de Dios, a él nadie le ha separado de este amor que ha sido el centro de su vida, como ha recordado el Obispo, «el Sagrado Corazón de Jesús es el núcleo de la vivencia cristiana, un amor que es misericordia para todos. Don Gaspar ha sido un apóstol del Corazón de Jesús en nuestro tiempo».
Este enamorado de Jesucristo, del cual hablada continuamente de manera vibrante, ha vivido rodeado del cariño de todos los sacerdotes y seminaristas, quienes han podido palpar cómo siempre ha intentado parecerse a Él, despojarse de todo y vivir en humildad. El pastor de la Diócesis ha realzado que «en don Gaspar ha rebosado el amor al sacerdocio ministerial, esa pasión al sacerdocio y la vocación sacerdotal, ya que alentaba, sostenía y acompañaba a la vocación magistralmente, por lo que sobresale en nuestra época como maestro de espíritus y formador de sacerdotes».
Dirigiéndose a los sacerdotes y seminaristas, el Obispo les ha alentado a dar gracias a Dios por haber tenido cerca a este santo sacerdote, porque «un sacerdote santo genera santidad en su entorno y si está en el Seminario configura todo el presbiterio de la Diócesis».
Dándole gracias a Dios por haber tenido a don Gaspar y pidiendo a todos los presentes seguir sus consejos, sus orientaciones y su vida, ha culminado la santa misa para proceder a depositar el cuerpo de don Gaspar en la capilla del Seminario, donde a partir de ahora podrá ser venerado.
Biografía
Nacido en Villanueva de Córdoba el 23 de mayo de 1930 y ordenado sacerdote el 26 de junio de 1955, don Gaspar ha sido un ejemplo de entrega fiel al Señor, al ministerio sacerdotal y a la Iglesia. Ha sido un referente sacerdotal, un maestro, un padre, un amigo del corazón de Cristo y así se lo transmitió a todos y cada uno de los sacerdotes y seminaristas que pasaron por su vida. Don Gaspar, como era conocido popularmente por todos, ha sido un guía, un referente y el director espiritual de los presbíteros de la diócesis de Córdoba durante décadas, ofreciendo su vida entera al servicio de Dios y de su Iglesia durante casi setenta años de ministerio sacerdotal, un ministerio que ha vivido plenamente y que le ha permitido adentrarse en los corazones del clero cordobés dejando una huella indeleble en cada uno de ellos.
De ayudante en su parroquia al Seminario
Fue en el año 1936, cuando estalló la Guerra y la familia de don Gaspar se quedó sin nada. A esto se le sumó la muerte de su padre y la enfermedad de su madre, por lo que a su hermano lo mandaron con unos abuelos y a don Gaspar con otros. Fueron años difíciles hasta que en el 39 pudieron volver a retomar un poco su vida.
En una entrevista concedida a la Delegación diocesana de Medios de Comunicación de la diócesis de Córdoba (véase aquí https://www.diocesisdecordoba.es/noticias/mi-vida-entera-por-y-para-el-seminario) recordaba con cariño a una mujer que siempre le decía a su madre: ¡Este niño va a ser sacerdote! Y no se equivocó. Precisamente al terminar la Guerra fue cuando comenzaron a organizar en la parroquia las Primeras Comuniones y fue entonces cuando se acercó a la Iglesia, aprendió a ayudar en misa junto a un amigo, conoció a dos padres Capuchinos que estaban de misión en Conquista, un pueblo cercano al suyo y a los seminaristas, con quienes pudo sentir el deseo de ingresar en el Seminario. Un deseo que le trasladó a su madre, quien le negó esta posibilidad porque la familia no tenía recursos económicos para sustentar estudios. Fue su párroco quien un día le planteó la posibilidad de ingresar en el Seminario y lo llevó por deseo expreso de su padre, quien al morir le pidió al sacerdote que cuidara siempre de sus hijos. Éste así lo hizo, velando por el deseo de aquel joven que entonces anhelaba estudiar para cura.
Años después, don Gaspar se preparó para su ordenación sacerdotal, el día más feliz de su vida, el que vivió con más lágrimas en los ojos, como siempre recordaba, pues si algo tenía claro en su cabeza es que el ser sacerdote le permitió estar plenamente feliz en la vida. «He vivido muchas cosas, pero nunca he tenido dudas de la vocación en mi vida. Quería ser sacerdote y creo que nací para ser sacerdote, para ser lo que soy y estar plenamente feliz de serlo», ponía de manifiesto en la citada entrevista.
Llegó al Seminario con 13 años, en una etapa de un florecimiento vocacional enorme, y tras su ordenación cumplió con sus destinos pastorales en Azuel, Villanueva de Córdoba, Baena o el Seminario Menor de Hornachuelos, a donde llegó siendo muy joven, con 32 años. «Recuerdo que llegué a Hornachuelos con doscientos cincuenta seminaristas y nueve sacerdotes. Fueron siete años los que pase allí y guardo grandes recuerdos. Como reto, tengo en la memoria unos años difíciles que llegaron cuando se decidió cerrar aquel Seminario y trasladarnos a Córdoba. Aquí llegó un momento que nada tenía que ver con lo anterior. Las vocaciones comenzaron a bajar y lo que antes era esperanzador, ahora se convertía en desilusión y desencanto. Se producen falta de vocaciones, sacerdotes que se secularizan, y da lugar a un momento difícil y a una crisis muy fuerte para la Iglesia. Pero cuando llega Mons. Cirarda como Obispo, reorganiza la Diócesis con los esquemas del Concilio y comienza a funcionar un equipo de gobierno, del que paso a formar parte. Empecé a ver una esperanza de que todo volvería a funcionar y a partir del nombramiento de Juan Pablo II, llega a la Iglesia una inyección de optimismo. Los seminarios empiezan a caminar y los seminaristas que se habían ido a cursar sus estudios en Sevilla, vuelven a disponer del Seminario en Córdoba con don Alfredo Montes como rector y un servidor como padre espiritual. Desde entonces, he entregado mi vida al Seminario, a pesar de haber cumplido siempre con los cargos encomendados, entre ellos, el de canónigo de la Catedral, Vicario de la Vida Religiosa, encargado de la Adoración Nocturna y Delegado para el Clero», explicaba don Gaspar.
Sin duda, su trayectoria de vida ha sido apasionante. Sus lecciones le han servido y le sirven día a día a cada sacerdote, no sólo a los de la diócesis de Córdoba, sino a sacerdotes de todo el mundo, pues su sabiduría ha traspasado fronteras y don Gaspar era querido en todas las ciudades por donde pasó para ofrecer retiros espirituales, charlas de formación o tandas de ejercicios espirituales, entre otros. Padre espiritual para varias generaciones de sacerdotes cordobeses, testimonio de una vida entregada al servicio de Dios y de la Iglesia, formador y director espiritual del Seminario Conciliar «San Pelagio». Así será siempre recordado don Gaspar Bustos Álvarez, presbítero de la diócesis de Córdoba, quien ha fallecido hoy, a los 94 años de edad.
Cargos ministeriales
Tras ser ordenado presbítero en la Santa Iglesia Catedral de Córdoba, don Gaspar Bustos comenzó su ministerio pastoral en la parroquia de «San José» de Azuel el 18 de julio de 1955 como ecónomo de la misma. Allí estuvo hasta el 28 de julio de 1957 que fue trasladado a Villanueva de Córdoba, donde estuvo como capellán de las religiosas Obreras del Sagrado Corazón de Villanueva de Córdoba y consiliario interparroquial de la juventud femenina de Acción Católica, hasta el 1 de noviembre de 1958. Precisamente desde esta última fecha y hasta el 21 de noviembre de 1962 fue destinado a Baena, concretamente, a la parroquia de «Ntra. Sra. de Guadalupe» como cura ecónomo y también como consiliario interparroquial de la HOAC.
Tras pasar por estas localidades, don Gaspar recibió el nombramiento de rector del Seminario Menor «Ntra. Sra. de los Ángeles» de Hornachuelos, concretamente del 20 de julio de 1962 al 1970. En este lugar desarrolló gran parte de su ministerio, formando a los futuros sacerdotes de la diócesis de Córdoba no sólo como rector, sino también como director espiritual.
El Seminario formó parte de su vida hasta sus últimos días. De 1970 a 1978 recibió el encargo pastoral del Seminario Menor «San Pelagio», como rector del mismo, un cargo que compaginó con otras tareas como la de Delegado Episcopal para la Vida Consagrada, de 1972 a 1992; delegado diocesano para la canonización de San Juan de Ávila, de 1969 a 1970; o la de canónigo de la Santa Iglesia Catedral, de 1978 a 2008, año en el que pasó a ser canónigo emérito.
Don Gaspar fue también consiliario diocesano de la Adoración Nocturna, visitador apostólico de las religiosas Siervas de la Iglesia, vicepostulador de la causa de beatificación de la Sierva de Dios Mª Teresa de Jesús Romero, en el año 1979, así como director espiritual del Seminario Mayor «San Pelagio», a partir de 1987.
Desde 1990 hasta 2020, compaginó distintos encargos pastorales como: Delegado Episcopal para el Clero, director de la casa sacerdotal «Medina y Corella», vicepresidente de la caja de compensación, visitador episcopal para el monasterio de «Santa Cruz» en Córdoba de las Hermanas Pobres de Santa Clara, miembro del colegio de consultores y del Consejo del Presbiterio, profesor del Estudio Teológico del Seminario Conciliar «San Pelagio», miembro del Consejo Diocesano de Pastoral, confesor ordinario de las Hermanas de la Compañía de la Cruz y asesor espiritual de la casa de formación sacerdotal de los miembros de la Asociación «Hogar de Nazaret».