(Il Timone/InfoCatólica) El prelado advierte que muchos tienen «una imagen engañosa de prosperidad y facilidad, que los anima a migrar –a veces ilegalmente–», dijo el obispo durante una visita a la sede de la organización global «Ayuda a la Iglesia Necesitada» (ACN) en Königstein im Taunus, Alemania.
Miguel Ángel Nguema Bee pastorea la diócesis de Ebibeyin, en el extremo noroeste de Guinea Ecuatorial, fronteriza con Camerún y Gabón.
Guinea Ecuatorial forma parte del África subsahariana, y el país cuenta con aproximadamente 1,5 millones de habitantes, el 90% de los cuales son cristianos. El pequeño país en el Golfo de Guinea posee reservas de petróleo pero como suele ocurrir en África, solo los dirigentes y clases altas corruptas se benefician de la explotación de los recursos naturales.
El obispo Nguema cree que el mundo occidental tiene la responsabilidad de transmitir «la falsa idea de que todos los problemas serán resueltos». Pero «es una ilusión», continúa el obispo, «es importante que las dificultades que enfrentan los migrantes en busca de una vida mejor se representen de manera más realista», declaró. Esto también tendría implicaciones positivas en la ayuda al desarrollo. Nguema ve el peligro de que esto pueda llevar a una relación de dependencia en lugar de ser un estímulo para la actividad económica local. «Debemos contribuir a crear estructuras que promuevan la autosuficiencia y el desarrollo sostenible, para que las personas puedan progresar sin depender constantemente de la ayuda externa».
El obispo también criticó el hecho de que algunos auxilios al desarrollo esconden «nuevas formas de colonialismo», incluso ideológico: «Los auxilios están a menudo condicionados al reconocimiento de valores que no se realizan en la cultura local». Monseñor Nguema citó como ejemplos el aborto, las cuestiones de género y el «reconocimiento de las sectas». Nguema también pidió que la ayuda al desarrollo no se canalice a través de las estructuras estatales, porque estas son a menudo «corruptas o ineficientes». Las ONGs humanitarias deberían en cambio intentar colaborar con la Iglesia, organizaciones femeninas o juveniles y fundaciones locales. «Estas organizaciones podrían proporcionar una ayuda mucho más directa, por ejemplo, en forma de becas para jóvenes en riesgo», destacó el obispo.