(ProtestanteDigital/InfoCatólica) El pasado domingo 29 de noviembre los suizos votaron masivamente a favor de una ley que prohíbe la construcción de nuevos minaretes, a pesar de la activa oposición del gobierno y de la comunidad religiosa de las diferentes creencias, quienes calificaron la iniciativa como un atentado contra la libertad religiosa en el país.
En cuanto a esta prohibición lamenta la AEE que un país defensor de las libertades como Suiza haya adoptado una decisión legal "que nos parece un paso atrás, que además supone recabar los derechos de los ciudadanos suizos de fe islámica frente a los de católicos o evangélicos que sí podrán levantar las torres de sus templos".
Pero además de ver que esta decisión hace una diferencia de derechos en base a la fe personal, esta votación creen que responde "a una campaña de miedo al islam" que paradójicamente convierte en la práctica a Suiza -en este aspecto concreto de las prohibiciones- en un país semejante "a aquellos que prohíben levantar templos a determinadas religiones".
La AEE es consciente, afirma, de que existen actitudes "incorrectas y condenables, e incluso auténticas barbaries en determinados grupos fundamentalistas islámicos", al igual -recuerda- que lo que en mayor o menor medida sucede "en todos los colectivos humanos, religiosos o no". Pero esto, entienden, "no justifica que el error de unos pocos o unos muchos se extienda al conjunto global en forma de prejuicio".
Creen además la AEE que esta medida -que consideran "a todas luces insuficiente si es que se trata de frenar el islam en Suiza"- en la práctica sólo va a servir "para dar argumentos precisamente a los grupos violentos". Si se cree que algún grupo religioso o no religioso comete actos ilegales, "que se proceda legalmente contra ellos. Pero actuaciones de este tipo son lamentables y sólo conculcan los derechos humanos, en este caso de los islámicos, mañana no sabemos de qué grupo étnico, ideológico o político", dicen cerrando este punto.
España: Sin crucifijos en la escuela pública
La AEE cree que en este caso la situación es muy diferente. "Consideramos que ningún grupo ideológico, religioso o no, debe monopolizar el espacio público" comienza diciendo. Como consecuencia, la ausencia de símbolos religiosos tal y como ha decidido el Congreso "es la normalidad de la sociedad democrática plural" ya que la opción de que todos los símbolos sociales (políticos, ideológicos, religiosos) dispongan permanente y simultáneamente de este espacio "es imposible". Cree por lo tanto la AEE que "no debe considerarse esta ausencia de símbolos como un ataque a la religión o la fe".
Por otra parte, recuerda la AEE que "no debe confundirse la necesaria renuncia al monopolio del espacio público con el legítimo derecho a la presencia cultural religiosa", entendiendo como tal el Belén navideño, la Pascua judía o la Fiesta del Cordero (que pone como ejemplos). En este caso, dicen, "no se trata de la acaparación permanente de un espacio de forma exclusiva e indefinida, sino por un espacio de tiempo concreto y por un acontecimiento cultural especial popular".
Enfatiza finalmente la AEE que tampoco supone esta ausencia de símbolos religiosos en los espacios públicos "el expulsar a la fe de la vida pública"; y aprovechan para recordar "que con el mismo respeto que las confesiones deben aceptar y defender la neutralidad del espacio público, el foro público debe estar abierto a que -como un grupo social más- las confesiones participen, opinen e influencien a la sociedad en las formas democráticamente establecidas".
La religión, concluyen, "no es una influencia negativa, ni tiene menos derechos que cualquier fuerza social en el diálogo y la construcción de la vida pública".