(InfoCatólica) Lo ocurrido con Mons. Rangel tiene todo el aspecto de un intento de desacreditar su autoridad moral, dado el hecho de que es un de los obispos mexicanos que más ha criticado la corrupción del gobierno de la nación.
El obispo desapareció y el poco acabó en un hospital con indicios de haber sido drogado hasta el extremo de padecer problemas neurológicos. Informaciones interesadas hablaron de la presencia en su sangre de cocaína y de un tipo de medicación que se usa para la disfunción erectil. Es evidente lo que se pretendía con semejante proceder.
Mons. José de Jesús González Hernández, obispo de la misma diócesis mexicana, pudo hablar con D. Salvador cuando todavía estaba ingresado. Cuestionado por la prensa acerca de si lo ocurrido fue un acto de represalia contra su predecesor, dijo:
«Sí, yo creo que sí, puede ser que sí, por la manera en que está, está muy mal, o sea trataron exactamente como de desaparecerlo del mapa, entonces pensamos que sí».
En Guerrero, el senador del oficialista Movimiento Regeneración Nacional (Morena), Félix Salgado pidió que la Fiscalía General de la República (FGR) de México que atraiga la investigación para que se aclare e informe lo que ocurrió.
«Desde Chilpancingo exijo que se aclare y se castigue a quien le haya hecho daño a nuestro querido obispo».
No denuncia por su propia seguridad
Mons. Rangel indica en su carta que no tiene intención de emprender acciones legales, pero deja claro que no lo hace por el «bien de mi seguridad e integridad física y moral».