(Aica/InfoCatólica) En la audiencia, Francisco se refirió repetidamente a la encíclica ecuménica de su predecesor san Juan Pablo II (1978-2005) quien, en «Ut unum sint» (1995), esbozó su visión de un «servicio de amor» universalmente reconocido, y luego invitó a otras iglesias cristianas a «entrar en un diálogo fraternal y paciente» con Roma sobre el tema de la reunificación de las diversas confesiones cristianas.
El Santo Padre comenzó su discurso agradeciendo al arzobispo Welby su presencia, señalando que él «comenzó su servicio como arzobispo de Canterbury casi al mismo tiempo en que yo comencé el mío como obispo de Roma».
«Desde entonces», añadió el Papa, «hemos tenido muchas ocasiones de encontrarnos, de orar juntos y de dar testimonio de nuestra fe en el Señor. Querido hermano Justin, ¡gracias por esta cooperación fraterna en nombre del Evangelio!
Destacó, en particular, el viaje conjunto de ambos a Sudán en 2023, que, según dijo, fue «realmente hermoso».
Primacía papal
El pontífice agradeció a los obispos reunidos por haber elegido Roma, la «Ciudad de los Apóstoles Pedro y Pablo», como lugar de su encuentro de este año.
«Me doy cuenta», dijo el Papa, «de que el papel del obispo de Roma sigue siendo una cuestión controvertida y divisiva entre los cristianos», y citó al respecto la definición del Papa Gregorio Magno del obispo de Roma como servus servorum Dei, o «siervo de los siervos de Dios», sugiriendo que capta con precisión la realidad de que la autoridad del Papa nunca puede separarse de su actitud de servicio a la comunidad cristiana.
«Por ese motivo», subrayó, «es necesario entablar sobre este tema 'un diálogo paciente y fraterno, un diálogo que, dejando atrás controversias inútiles', trate de comprender cómo el ministerio petrino puede desarrollarse como servicio de amor para todos».
Afortunadamente, señaló el Papa, «se lograron resultados positivos en los diversos diálogos ecuménicos sobre la cuestión de la primacía como 'don para compartir'».
Los Apóstoles y el Espíritu Santo
Otro tema clave del discurso del Papa fueron las lecciones que la Iglesia primitiva podría ofrecer al ecumenismo moderno. Si bien, afirmó el Papa, el libro de los Hechos de los Apóstoles se ocupa sobre todo de «la alegre difusión del Evangelio», el autor «no oculta momentos de tensión e incomprensión, a menudo nacidos de la fragilidad de los discípulos, o de diferentes enfoques respecto de la relación con la tradición pasada».
A menudo olvidamos, señaló, que incluso estos primeros cristianos, que habían «conocido al Señor y lo habían encontrado resucitado de entre los muertos», estaban divididos en su comprensión de la fe. Nosotros, como ellos, sugirió Francisco, debemos aprender a confiarnos al Espíritu Santo».
«Estamos llamados», dijo, «a orar y escucharnos unos a otros, tratando de comprender las preocupaciones de los demás, y preguntarnos si hemos sido dóciles a los impulsos del Espíritu, o presas de nuestras opiniones personales o grupales».