(Aica/InfoCatólica) «Hoy, enormes recursos financieros y tecnologías innovadoras se desvían hacia el comercio de armas, que podrían utilizarse para hacer del agua una fuente de vida y de progreso para todos», ha escrito el Pontífice en su cuenta de la red social X (antes Twitter).
«Nunca fue más urgente invertir en el diálogo y la paz», añade en el texto.
Hoy en día, ingentes recursos financieros y tecnologías innovadoras, que podrían emplearse para hacer que el #agua fuera fuente de vida y progreso para todos, se desvían hacia la producción de armas. Nunca antes ha sido tan urgente invertir en el diálogo y en la paz.
— Papa Francisco (@Pontifex_es) March 22, 2024
En la exhortación Laudate Deum, de octubre de 2023, el Papa habló de daños «irreversibles», al menos durante cientos de años, causados por la crisis climática, señalando «el aumento de la temperatura global de los océanos, la acidificación y la reducción del oxígeno».
En marzo de 2020, la Santa Sede lanzó el documento Aqua, fons vitae (Agua, fuente de vida), en el que desafía a las parroquias de todo el mundo a abandonar el uso de botellas de plástico e invertir en sistemas respetuosos con el medio ambiente.
«En todas las parroquias, monasterios, escuelas, comedores, oratorios y centros de salud, la Iglesia debe garantizar el acceso al agua potable y al saneamiento con sistemas respetuosos con el medio ambiente, eficientes y compatibles con las necesidades específicas de los usuarios», se puede leer allí.
La encíclica Laudato si' (2015) dedica un punto específico a la «cuestión del agua», en la que el Papa recuerda que «la pobreza del agua pública» se da especialmente en África, donde «grandes sectores de la población no tienen acceso al agua potable».
«Un problema particularmente grave es la calidad del agua disponible para los pobres, que se cobra muchas vidas cada día», advierte Francisco.
La encíclica expresaba la oposición de la Iglesia a la «tendencia a privatizar» la gestión del agua, como si fuera una «mercancía sujeta a las leyes del mercado».
«En realidad, el acceso al agua potable es un derecho humano esencial, fundamental y universal, porque determina la supervivencia de las personas y, por tanto, es una condición para el ejercicio de otros derechos humanos», escribió el Papa en ese documento.
«En todas las parroquias, monasterios, escuelas, comedores, oratorios y centros de salud, la Iglesia debe garantizar el acceso al agua potable y al saneamiento con sistemas respetuosos con el medio ambiente, eficientes y compatibles con las necesidades específicas de los usuarios», se puede leer allí.
La encíclica Laudato si' (2015) dedica un punto específico a la «cuestión del agua», en la que el Papa recuerda que «la pobreza del agua pública» se da especialmente en África, donde «grandes sectores de la población no tienen acceso al agua potable».
«Un problema particularmente grave es la calidad del agua disponible para los pobres, que se cobra muchas vidas cada día», advierte Francisco. La encíclica expresaba la oposición de la Iglesia a la «tendencia a privatizar» la gestión del agua, como si fuera una «mercancía sujeta a las leyes del mercado».
«En realidad, el acceso al agua potable es un derecho humano esencial, fundamental y universal, porque determina la supervivencia de las personas y, por tanto, es una condición para el ejercicio de otros derechos humanos», escribió el Papa en ese documento.