(AsiaNews/InfoCatólica) El caldeo Hanna Saka falleció recientemente durante un vuelo mientras regresaba a Bagdad tras haber sido expulsado de Suecia. Su muerte se produjo debido a una indisposición mortal dentro del avión, sin embargo, su hermano asegura que las fallas en su salud ya se habían producido desde antes de embarcar.
El ciudadano cristiano iraquí Hanna Saka, de 84 años, permaneció durante 7 años en espera para la aprobación de su solicitud de asilo, sin embargo, el último rechazo fue acompañado de una orden de expulsión y repatriación.
El avión en el que se encontraba viajando pertenecía a la aerolínea Turkish Airlines, avión que se vio obligado a aterrizar inesperadamente en Varsovia debido al fallecimiento del exiliado.
El medio Syriac Press, una agencia de información especializada en noticias sobre los asirio-caldeos de Irak, Israel, Líbano y Oriente Medio, los encargados del centro de inmigración en Estocolmo denegaron su solicitud y emitieron una orden de deportación inmediata.
Adil Saka, hermano del difunto, relató que la condición de Hanna se deterioró al llegar al aeropuerto para su repatriación y empeoró rápidamente una vez a bordo del avión. A pesar de los pedidos de asistencia y la atención urgente proporcionada por las azafatas y el personal médico a bordo, sus esfuerzos resultaron infructuosos, y el hombre lamentablemente perdió la vida. Un médico presente confirmó el fallecimiento de Hanna Saka y aconsejó al piloto que procediera con un aterrizaje de emergencia en el aeropuerto de la capital polaca.
Una vez aterrizados en Varsovia, las fuerzas policiales acudieron velozmente y se comunicaron con su hermano, haciéndole llegar la noticia, así como la decisión de ejecutar una autopsia.
La muerte de Hanna Saka fue producto de múltiples factores. En primer lugar, Saka ya padecía de una enfermedad cardíaca y varios problemas en sus piernas. Se estima que el estrés que le generó el rechazo de su solicitud de asilo y la orden de deportación recibida aumentaron sus problemas de salud de forma muy rápida.
Recientemente, el patriarca caldeo, el cardenal Louis Raphael Sako, abordó nuevamente la cuestión de la emigración y subrayó la amenaza de una disminución gradual de la presencia cristiana en Irak debido al éxodo masivo. Sugirió la creación de una «unidad de crisis» para enfrentar este problema.
El cardenal señaló la falta de estrategia, seguridad y estabilidad económica en el país, junto con la ausencia de soberanía. Además, destacó un discurso ambiguo en la aplicación de conceptos fundamentales como democracia, libertad, constitución, derecho y ciudadanía, lo que ha debilitado las instituciones y provocado un deterioro de los valores morales.
Esto ha llevado a que los sectores de los servicios públicos, la atención médica y la educación se vean afectados negativamente, mientras que la corrupción generalizada y el aumento del desempleo han contribuido al resurgimiento del analfabetismo.
En este contexto, la comunidad cristiana, ya previamente marginada, ha experimentado una mayor vulnerabilidad, siendo víctima de secuestros y asesinatos desde 2003, durante la invasión estadounidense, hasta los años de dominio del Estado Islámico (ISIS), marcados por el éxodo masivo de Mosul y la llanura de Nínive. Las cifras confirman la urgencia de la situación, según lo expuesto por el patriarca, con más de un millón de cristianos emigrando en las últimas dos décadas, representando una considerable proporción del total de menos de 1.5 millones.