(Vatican.news/InfoCatólica) «Un alto el fuego en Gaza es cada vez más urgente». Lo repite de nuevo el cardenal Pierbattista Pizzaballa. El Patriarca de Jerusalén de los Latinos confía a los medios vaticanos su nuevo grito de dolor que habla de una Franja desgarrada por la muerte y el caos. «Además de la terrible violencia de las bombas está también la crisis de la vida ordinaria. Faltan alimentos, medicinas, agua. Por ejemplo, nuestros cristianos -dice- se las arreglan para cocinar una o dos veces y lo que cocinan debe bastar al menos para una semana».
Consternación por los hambrientos
En los ojos del cardenal aún están vivas las terribles imágenes de aquellos hombres, mujeres y niños que, hace unos días, perdieron la vida en un intento de agarrar unas migajas de ayuda humanitaria. «Quedé consternado», dice, con un suspiro que sabe a dolor, «consternado también por el caos en el que ha caído toda la Franja: no hay ninguna forma de control sobre el territorio y la llegada cada vez más problemática de ayuda humanitaria lo complica todo enormemente». Al cardenal Pizzaballa no le parece adecuado que ahora se lancen paquetes de alimentos y artículos de primera necesidad en racimos con paracaídas: «Necesitamos -señala- una solución más sistemática y coordinada, porque una opción de este tipo corre el riesgo de aumentar la confusión». Y quizás también el aplastamiento y las muertes.
Soluciones estables
La convicción del Patriarca de Jerusalén -compartida con la de todos los Patriarcas y jefes de las Iglesias de la Ciudad Santa, que firmaron un nuevo llamamiento a la paz el 1 de marzo- es que la tregua en Gaza no es una quimera, un sueño inalcanzable. «Basta con quererla -afirma-, los elementos para llevarla a cabo están ahí. Es necesaria la voluntad de compromiso por ambas partes. Creo que ha llegado el momento de intentar iniciar caminos diferentes». Y sin embargo, aunque siga habiendo muchas incertidumbres plagadas de dilemas, para el cardenal hay algo que no puede ponerse en duda: «Después de esta crisis, una de las más graves de los últimos 70 años, ni israelíes ni palestinos estarán dispuestos a soluciones temporales por más tiempo. Estos acontecimientos obligarán a todos a encontrar soluciones estables». ¿Dos pueblos, dos Estados? No lo sé. Técnicamente me parece difícil, - observa - aunque sería la única vía posible. Está claro que lo que se elija debe dar garantías de estabilidad y libertad a los dos pueblos«.
Iglesia implicada
Lo que se desprende del relato del Patriarca de Jerusalén es el papel de una Iglesia local que »reza, que confía, que no sólo se ocupa de sus propias necesidades, sino que también se las arregla para ayudar a las poblaciones vecinas«. Y se comprende cómo, con discreción, intenta »estar presente en los canales de comunicación con el papel de facilitadora entre las partes implicadas.