(Aica/InfoCatólica) «Es muy importante que haya este encuentro, este encuentro entre hombres y mujeres, porque hoy el peligro más terrible es la ideología de género, que borra las diferencias», afirmó durante un encuentro en el Vaticano, titulado «Imagen hombre-mujer de Dios. Hacia una antropología de las vocaciones».
A causa del resfriado que le afecta desde hace días, como en la audiencia general del miércoles, el Papa hizo leer el texto preparado a su colaborador monseñor Filippo Ciampanelli: «Pido leer, para no fatigarme tanto; todavía estoy resfriado y me cansa leer durante un buen rato», explica. Antes, sin embargo, Francisco quiso dirigir unas palabras a los presentes para subrayar la importancia del encuentro entre hombres y mujeres, «porque hoy -dice- el peligro más feo es la ideología de género, que anula las diferencias».
«Pedí estudios sobre esta fea ideología de nuestro tiempo, que elimina las diferencias y lo iguala todo; eliminar las diferencias es eliminar la humanidad. El hombre y la mujer, por el contrario, están en una tensión fructífera», sostuvo.
En junio de 2019, la entonces Congregación para la Educación Católica, de la Santa Sede, publicó un documento titulado »Hombre y mujer los crearon. Hacia un camino de diálogo sobre la cuestión de género en la educación.
El Papa, recuperándose de un resfriado, pidió entonces que el discurso preparado para el encuentro fuera leído por un asistente, tras sugerir la lectura de la obra 'El Señor del Mundo', de Robert Hugh Benson (1907), en la que advierte contra «la tendencia a borrar todas las diferencias».
El encuentro, organizado por (CRAV), organización dirigida por el cardenal Marc Ouellet, prefecto emérito del Dicasterio para los Obispos, se prolongará hasta el sábado y reunirá a filósofos, teólogos y pedagogos, para reflexionar sobre la antropología cristiana, el pluralismo, el diálogo entre culturas y el futuro de la humanidad.
El discurso preparado por el Papa destacó la necesidad de promover, a nivel académico, una reflexión sobre las vocaciones en la Iglesia y en la sociedad, valorando su dimensión antropológica, basada en la «verdad elemental y fundamental» de que «la vida del ser humano es una vocación.»
«Existo y vivo en relación con quien me generó, la Realidad que me trasciende a mí, a los demás y al mundo que me rodea, en relación con la cual estoy llamado a abrazar, con alegría y responsabilidad, una misión específica y personal», afirma el texto.
Francisco destaca que la vida de cada persona nunca es «un accidente en el camino» ni «un mero resultado del azar».
«Somos parte de un proyecto de amor y estamos invitados a salir de nosotros mismos y realizarlo, por nosotros mismos y por los demás», apeló.
Mirando la realidad de la Iglesia, el Papa pide que se desarrolle una «circularidad cada vez más eficaz entre las diferentes vocaciones», buscando que laicos, sacerdotes y consagrados «contribuyan a generar esperanza en un mundo donde están surgiendo duras experiencias de muerte».