(Asia News/InfoCatólica) Durante los cuatro días del evento se contó con la presencia de ponentes importantes, entre ellos el metropolita ortodoxo emérito de Calcedonia Emmnauel Adamakis, el musulmán Abdallah Bin Bayyah, el presidente de la asociación israelí Rabbis for Human Rights, Avi Dabush, y el obispo luterano emérito de Tierra Santa Mounib Yunan.
«Estamos profundamente preocupados por los inimaginables sufrimientos que están padeciendo las personas en zonas de conflicto en todo el mundo, como Haití, Oriente Medio, Myanmar y Ucrania – dicen los líderes religiosos en la declaración final que difundieron al concluir el encuentro -. Reconocemos que los cimientos de la paz y la seguridad están amenazados en todas las regiones del mundo, mientras que los más vulnerables - mujeres, niños y poblaciones marginadas - se encuentran atrapados en el fuego cruzado y sufren de manera desproporcionada graves violencias, desplazamientos y otras violaciones de los derechos humanos».
Inspirados por las enseñanzas de sus respectivas religiones, los participantes reafirmaron juntos algunos principios fundamentales que hoy están terriblemente vulnerados en los contextos de guerra: el carácter sagrado de la vida y la dignidad humana deben ser sostenidos y protegidos en todo momento; la responsabilidad compartida de los líderes religiosos de favorecer una paz positiva promoviendo la compasión y la comprensión de nuestra humanidad común; la idea de que proporcionar asistencia humanitaria a las poblaciones afectadas por conflictos debe ser despolitizada y basarse en el restablecimiento de la paz, la seguridad, la justicia y la dignidad humana.
«Juntos - siguen diciendo - pedimos el cese y la transformación de todas las guerras en curso, de los conflictos y del uso de la violencia y de las armas (lo que incluye las armas nucleares, convencionales, cibernéticas y los artefactos explosivos improvisados) sobre la base de nuestra responsabilidad colectiva de resolver las controversias por medios pacíficos que apoyen y protejan la sacralidad de la vida y la dignidad humana, sobre todo de los más vulnerables«. Se exhorta además »a la conservación y protección del carácter sagrado de los lugares de culto y de los lugares sagrados y a garantizar el acceso libre y seguro a los mismos, tanto en tiempos de guerra y conflicto como en tiempos de paz y armonía«.
Los líderes religiosos presentes se comprometieron por último a movilizar a sus comunidades para »ofrecer ayuda humanitaria a las comunidades devastadas por la guerra, sobre todo las más vulnerables, y promover la cooperación interreligiosa para el bien común y la protección de nuestra casa común«, y para »construir una paz positiva a través de procesos de curación y reconciliación a largo plazo que eviten la recurrencia y el perpetuarse de las guerras y la violencia«.
«Nosotros, líderes religiosos – concluye la declaración de la Mesa Redonda por la Paz de Tokio – ofrecemos nuestras más sentidas oraciones y nuestra inquebrantable solidaridad a todos aquellos que sufren el peso de las guerras y las violencias en curso. Reafirmamos nuestro compromiso de continuar orando y trabajando de manera multireligiosa por una cultura de paz que promueva el bien común, basado en el respeto por el carácter sagrado de la vida y la dignidad humana».