(InfoCatólica) Sor Linda Pocher, religiosa salesiana y teóloga, participó recientemente en una reunión con el llamado C-9, es decir, el reducido grupo de nueve cardenales que asesoran al Papa Francisco sobre las cuestiones más importantes de la Iglesia. En el grupo hay dos españoles, el arzobispo de Barcelona, Juan José Omella, y el Legionario de Cristo Fernando Vérgez Alzaga, que preside la Pontificia Comisión para el Estado de la Ciudad del Vaticano. La reunión versó en torno al tema del «mundo de la mujer en la Iglesia».
En relación con ese tema, la religiosa fue encargada por el propio Papa de organizar la participación de Jo Bailey Wells, «obispesa» anglicana y Vicesecretaria General de la Comunión Anglicana. En unas declaraciones a Europa Press, Sor Linda contó que le había parecido interesante contar con la «experiencia de la iglesia anglicana» al respecto, de modo que pidió a la Sra. Wells que relatara cómo se habían ido introduciendo las «diaconisas» y posteriormente las «sacerdotisas» y «obispesas» en el anglicanismo y cómo «había cambiado esto la vida en su Iglesia» (sic).
Resulta llamativo que la voz escuchada fuera la de una «obispesa» anglicana, que, obviamente, no comparte la fe católica sobre estas cuestiones y está a favor del llamado sacerdocio femenino, el cual, como declaró infaliblemente Juan Pablo II, es imposible porque la Iglesia no tiene esa facultad. En cambio, no se escuchó la experiencia de ninguno de los numerosos anglocatólicos que tienen una visión completamente negativa de ese proceso, muchos de los cuales volvieron a la Iglesia Católica en los ordinariatos creados por Benedicto XVI. A la luz de este evidente sesgo, es difícil no pensar que la cuestión está planteada como algo decidido de antemano por el Papa, al margen de lo que puedan pensar los cardenales.
En efecto, Sor Linda ha declarado sin ambages que «el Papa está muy a favor del diaconado femenino» y que solo «está tratando de entender cómo poner en práctica» esta institución. Esto se incluye en un contexto teológico más amplio, ya que Francisco está «cambiando la manera de pensar y de vivir la diferencia entre el ministerio ordenado y el sacerdocio bautismal», en el sentido de ampliar «a todos los bautizados algunos derechos que hasta hace poco pertenecían a obispos, sacerdotes o religiosos».
La religiosa italiana aseguró asimismo que en este momento no está sobre la mesa ordenar a mujeres sacerdotes. Conviene recordar, sin embargo, que, de hecho, en el anglicanismo las diaconisas fueron solo el primer paso, un primer paso muy breve, para facilitar que las mujeres llegaran a acceder al sacerdocio y episcopado anglicanos sin despertar demasiadas resistencias.
También participó en la reunión la teóloga Giuliva Di Berardino, una virgen consagrada italiana y profesora de Cristología. Según parece, Sor Linda le pidió que hablara al consejo de cardenales sobre las «posibilidades que son realísticamente factibles ahora en la Iglesia Católica» en relación con los «ministerios posibles para mujeres», un tema que, de nuevo, parece subrayar que lo que está en marcha es una estrategia para ir introduciendo cambios poco a poco.
Según Sor Linda, los cardenales estuvieron muy dispuestos a escuchar a las tres mujeres y el diálogo fue «muy rico y abierto». Los cambios que se están planeando para la Iglesia Católica, sin embargo, son tan importantes que algunos cardenales presentaron objeciones. La religiosa desestimó esas objeciones explicando que el hecho de que unos cardenales fueran «más abiertos» y otros «menos» dependía de la «cultura» de la que provenían.
Con ello, la religiosa no hizo más que reiterar las explicaciones que ya dieron anteriormente el cardenal Fernández y el propio Papa en relación con el rechazo por los obispos africanos de Fiducia supplicans y que multitud de comentaristas han considerado racistas. En efecto, Sor Linda afirmó que los cardenales «vienen cargados con las sensibilidades de su propio pueblo» y que la «cuestión de las mujeres en la Iglesia adquiere matices diferentes» según se trate de países pobres, donde las mujeres no tienen «la posibilidad de estudiar» o países ricos, donde «hay una demanda explícita de una mayor participación a nivel de la Iglesia y también a través de los ministerios».