(InfoCatólica) Francisco ha asegurado que la avaricia «o es un pecado que concierne solamente a las personas que poseen ingentes patrimonios, sino un vicio transversal que a menudo no tiene nada que ver con el saldo de la cuenta corriente. Es una enfermedad del corazón, no de la cartera».
«Para recuperarse de esta enfermedad», indicó el Pontífice, «los monjes proponían un método drástico pero muy eficaz: la meditación sobre la muerte. Por mucho que una persona acumule bienes en este mundo, de una cosa estamos absolutamente seguros: de que no cabrán en el ataúd. Nosotros no podemos llevarnos los bienes. Aquí se revela la insensatez de este vicio».
Francisco a señalado la enseñanza de Jesús en el Sermón de la montaña: «No acumulen tesoros en la tierra, donde la polilla y la herrumbre los consumen, y los ladrones perforan las paredes y los roban.» (Mt 6,19-20).
Y ha advertido:
«Nosotros, hermanos y hermanas, podemos ser señores de los bienes que poseemos, pero a menudo ocurre lo contrario: al final, ellos nos poseen. Algunos hombres ricos no son libres, ni siquiera tienen tiempo para descansar, tienen que cubrirse las espaldas porque la acumulación de bienes exige también su custodia. Están siempre angustiados, porque un patrimonio se construye con mucho sudor, pero puede desaparecer en un momento. Olvidan la predicación evangélica, que no afirma que las riquezas sean en sí mismas un pecado, pero sí que son ciertamente una responsabilidad»
El Santo Padre ha asegurado que el ávaro no comprende que el dinero puede ser causa de bendición, «pero en lugar de eso, se metió en el callejón sin salida de la infelicidad».
Texto completo de las palabras del Papa en la audiencia de hoy.