(ACN/InfoCatólica) Hace tres semanas, más de 300 personas perdieron la vida en un brutal ataque coordinado llevado a cabo por extremistas en el estado nigeriano de Plateau. Los perpetradores, hasta ahora, no han enfrentado consecuencias por sus acciones, dejando impune esta tragedia. Masara Kim, un periodista local cuyo primo fue una de las víctimas, ha compartido con la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN) los horrores ocurridos en la Nochebuena de 2023.
En esa fatídica noche, cientos de asaltantes invadieron más de 30 pueblos, al menos 20 de ellos simultáneamente, utilizando ametralladoras, incendiando viviendas y desencadenando el desplazamiento masivo de miles de residentes que perdieron sus hogares y posesiones. En la actualidad, numerosos desplazados han encontrado refugio en edificaciones eclesiásticas, según el padre Andrew Dewan, director de comunicaciones de la diócesis de Pankshin, donde ocurrieron la mayoría de los ataques. A pesar de la magnitud de la tragedia, los perpetradores continúan sin ser llevados ante la justicia.
El padre Dewan informó a ACN que «en la ciudad de Bokkos hay hasta 16 campos de desplazados, la mayoría en torno a edificios de la Iglesia. En situaciones como esta, la gente suele acudir a las iglesias antes que a las comisarías, porque no confía en las instituciones gubernamentales». Asimismo, afirma que se han registrado más asesinatos en la zona en las últimas 24 horas y que los civiles ya no se sienten protegidos puesto que «los agentes de las fuerzas de seguridad que no dispararon ni una bala durante los ataques, son los mismos que patrullan de vez en cuando».
A todo esto, agrega: «Hemos sabido de algunas detenciones, pero de ningún enjuiciamiento, para gran frustración de los supervivientes y las familias de las víctimas. Estamos acostumbrados a esta farsa: a menudo, a los agresores se los detiene y luego se les deja en libertad. Los políticos pronuncian discursos que no contienen ni una pizca de verdad. Hacen promesas y se comprometen a rehabilitar y reinsertar a todos los desplazados en sus hogares ancestrales, pero a menudo no cumplen».
También mencionó que varios de los granjeros que volvieron a los campos de cultivo después de los ataques «vieron cómo los pastores fulanis destruían sus cosechas y otros alimentos». De acuerdo con las declaraciones del padre Dewan y diversas fuentes locales transmitidas a la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN), los extremistas llevaron a cabo la quema sistemática de numerosas granjas, almacenes y graneros de alimentos. Esta devastadora acción ha desencadenado una crisis alimentaria significativa, generando una aguda escasez de provisiones en la región.
El padre explica: «La hambruna, que ya existía antes, se ha visto agravada por estos ataques. Durante la última temporada agrícola, muchos campesinos no pudieron acudir a sus granjas debido a ataques previos. Los que consiguieron cultivar y recoger sus cosechas se han encontrado con que todo ha quedado reducido a cenizas en este último episodio de atentados».
El sacerdote insiste en que los terroristas estaban concentrados en las comunidades cristianas, por lo que, a su parecer, es «ridícula» la narrativa que habla de la masacre como no más que un conflicto por las tierras entre pastores y agricultores, sin un elemento religioso de por medio: «Decir que lo que ocurrió fue un enfrentamiento entre agricultores y pastores es sugerir que sólo fueron atacados los agricultores que trabajaban en sus granjas. Sin embargo, la gente estaba en su casa, era de noche. Era domingo y la gente no trabaja en las granjas los domingos. El 99% de los asesinados estaban en sus casas, a algunos los mataron mientras dormían».
Según informaciones proporcionadas por fuentes locales, la mayoría de las víctimas de los ataques eran mujeres y niños. Jalang Mandong, un superviviente que lamentablemente perdió a diez familiares en la masacre, sostiene que los objetivos de los ataques eran claramente «atacar a los cristianos» e «interrumpir la celebración de la Navidad», además de tener la intención de «apoderarse de las tierras de estas comunidades». Jalang relató que él y otros habitantes de la aldea intentaron defender a sus familias, pero se encontraron superados en número por los atacantes y carecían de armas para protegerse adecuadamente.
El padre Dewan percibe paralelismos notables entre la situación actual en Nigeria y la vivida por la primera generación de cristianos: «Intentamos mostrar paralelismos con los relatos de la Iglesia primitiva sobre cómo se perseguía a los cristianos, recogidos en el libro de los Hechos de los Apóstoles. Nuestra tarea es seguir predicando, difundir esperanza y tener fe en que algún día las cosas mejorarán».
Desde Ayuda a la Iglesia Necesitada, la presidenta de ACN Internacional, Regina Lynch, ha condenado enérgicamente los ataques perpetrados contra las comunidades cristianas. Lynch afirmó: «Nuestros hermanos cristianos en Nigeria y en otras partes del mundo son los 'Santos Inocentes' del siglo XXI. Estamos seguros de que la sangre derramada por su condición de seguidores de Jesús será la semilla de nuevos cristianos». ACN continúa brindando apoyo a los cristianos perseguidos en Nigeria, quienes también enfrentan ataques de los terroristas de Boko Haram y del Estado Islámico de África Occidental en el norte del país. Para obtener más información sobre nuestra ayuda, puede visitar https://dona.ayudaalaiglesianecesitada.org.
