(InfoCatólica) Le Salon Beige ofrece una vibrante intervención del cardenal Ambongo, arzobispo de Kinshasa y presidente del SECAM sobre la familia en África y en la que, lógicamente, mencionó el tema de Fiducia supplicans.
El purpurado denuncia que «Occidente, como no le gustan los niños, quiere atacar a la célula básica de la humanidad, que es la familia. Destruyes la familia, destruyes la sociedad».
El cardenal constata que la pérdida de valores cristianos en Occidente tiene consecuencias:
«No le gustan los niños, pero incluso para impulsar su economía, se ven obligados a buscar personas en el exterior. Poco a poco, desaparecerán. Van a desaparecer. Les deseamos una buena desaparición».
Y advierte que lo que África rechaza:
«Que quieran imponernos sus prácticas, a las que el presidente Putin llama «costumbres decadentes de Occidente». Es una cultura decadente. Es la decadencia cultural y moral de una sociedad. Una sociedad en decadencia. Pero quieren imponer eso a nosotros»
El prelado denuncia la actuación criminal de la ONU:
Hoy en día, el sistema de las Naciones Unidas está tratando de promover la ideología LGBT que, a través de los órganos de las Naciones Unidas, especialmente UNICEF, la OMS y otras estructuras de las Naciones Unidas, nos impone su cultura mediante financiamiento. Y si no aceptamos, cortan la financiación.
Sin embargo, nuestra cultura en África no es así. Sí, tenemos muchos defectos, pero no se nos puede culpar por la homosexualidad. Podemos encontrar casos aislados, como los que tuvimos en Uganda. Los mártires de Uganda, conocen su historia. La homosexualidad era practicada por la nobleza en Uganda. Era una práctica más bien mística. Como en algunas culturas, te hacen creer que para tener poder, debes tener relaciones con parientes cercanos. Eso es una concepción mística. La sociedad no funciona así. Esa práctica no existe en nosotros.
Y, partiendo de ese contexto, explica la reacción de la Iglesia en África (*) ante Fiducia supplicans:
«Por eso cuando el 18 de diciembre, recibimos el documento Fiducia supplicans, firmado por el prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe y co-firmado por su santidad el papa Francisco, hubo un revuelo en África. No entendíamos lo que estaba sucediendo en la Iglesia. Incluso otras iglesias que nos llamaban, decían que contamos con la Iglesia católica para oponerse a esta ideología:
«Ahora, ustedes son los primeros en autorizar la bendición de parejas homosexuales. Todos ustedes, todos, han sufrido por esto. Mucho. Todos han sufrido por esto».
Las reacciones comenzaron. Y con toda responsabilidad, escribí a todas las conferencias episcopales de África y Madagascar».
El cardenal sigue explicando su proceder:
«Escribí a todas las conferencias episcopales de África para que me enviaran sus reacciones con respecto a estos documentos. Las conferencias episcopales escribieron. Imprimí todas las reacciones de todas las conferencias episcopales. Hice la síntesis: un documento titulado «Síntesis de las reacciones de las conferencias episcopales de África». Y escribí personalmente a su santidad el papa Francisco una carta de 7 páginas.
La escribí no solo como presidente de Cheam, sino como su consejero, miembro del consejo de los nueve cardenales que acompañan al Papa en la reforma de la Iglesia.
Fui a Roma la semana pasada. Salí de aquí el lunes para llegar a Roma el martes a las 6 de la mañana. Me alojé en la Casa Santa Marta, donde vive el Papa. Ahí esdonde nos quedamos cuando venimos para la reunión de los colegios de cardenales. Así que él estaba justo arriba de mí».
Continua:
«Envié la carta -las tres cartas: todas las reacciones de las conferencias episcopales. la síntesis que se hizo y mi carta personal- diciéndole a su secretario privado: lleve los documentos al Papa, dígale que he llegado, estoy en la casa, y estaré aquí solo hasta el jueves por la noche. Y quiero reunirme con él antes de irme, porque vine para eso.
Recibió mi carta, la leyó y en menos de dos horas me señaló que me recibiría a las 18:30 de ese mismo día»
Cuando el Papa recibió al cardenal:
«Hablamos sobre algunas cosas que había escrito en mi carta. Es una carta personal al Papa. No se hace pública. Sin embargo, la síntesis de las reacciones de los obispos africanos era un documento destinado a hacerse público. Y el Papa estaba muy apenado. Debo decir que fue el primero en sufrir todas las reacciones que venían de todas partes del mundo. Él sufre por eso porque es un ser humano. No es que esto le haga feliz.
En ese momento llegúe a un acuerdo con él porque le dije que la solución a este problema ya no es enviarnos documentos con definiciones teológicas y filosóficas de bendiciones. A la gente no le interesa eso. Lo que interesa ahora es una comunicación que tranquilice al pueblo en África, que calme las mentes de los fieles. Y él, como pastor, estaba afectado por esta situación.
Interviene el cardenal Fernández
«El Papa me dijo: «inmediatamente te pongo en contacto con el prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, el cardenal Fernández. Esa misma noche, a las 19:30, estábamos sentados a la mesa con él. Le hizo venir. Y acordamos trabajar al día siguiente. Al día siguiente, me fui el Dicasterio para la Doctrina de la Fe, que es el dicasterio más importante desde el punto de vista de la fe católica. Con el prefecto, yo frente al ordenador, un secretario que escribía, preparamos un documento. Lo preparamos en diálogo y acuerdo con el papa Francisco, de manera que a cada momento, lo llamábamos para hacerle preguntas, para ver si estaba de acuerdo con esa formulación, etc.
Al final, firmé el documento como presidente del SECAM en nombre de toda la Iglesia católica de África. Y el prefecto del dicasterio lo co-firmó, no el documento que se hizo público, sino el documento que guardamos en los archivos. El documento se titula «NO a la bendición de parejas homosexuales en las Iglesias católicas».
El cardenal explica que aunque el texto aparece como firmado en Accra, sede del SECAM «lo firmé en Roma»:
«Esto es para expresar nuestra posición hoy en África y lo hacemos en espíritu de comunión, de sinodalidad con el papa Francisco y con el prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, que en África, no hay lugar para bendecir a parejas homosexuales.
No hay lugar. Debemos respetar a las personas homosexuales porque son seres humanos. No debemos mirarlos, tratarlos con desprecio. Son criaturas de Dios. Si individualmente un homosexual pide una bendición, bendecimos a la persona. Podemos bendecirlo como persona. Porque incluso un criminal, cuando voy a la prisión de Makala, hay criminales allí. Personas que han masacrado, que han matado. Pero cuando piden la bendición, se la damos. Pero ¿por qué los bendecimos?Con la esperanza de que la gracia de la bendición pueda ayudarlo a convertirse. Y si bendecimos a un homosexual, también es para decirle que su orientación sexual no está de acuerdo con la voluntad de Dios. Y esperamos que la bendición pueda ayudarte a cambiar. Porque la homosexualidad está condenada en la Biblia y por el magisterio de la Iglesia. No podemos ser promotores de una desviación sexual. Que lo hagan en sus hogares, pero no en los nuestros».
(*) Es cierto que unos pocos obispos del norte de África (Marruecos y Argelia) han mostrado su acuerdo con el texto del cardenal Fernández, pero si se suman los fieles de sus diócesis no llegan ni a cincuenta mil, siendo la mayoría extranjeros residentes en esos países. Se da además la circunstancia de que la homosexualidad esta penada con la cárcel, así que es imposible que se puedan llevar a cabo bendiciones de parejas del mismo sexo.
Por otro lado esos obispos norteafricanos suelen ser europeos, con sus sesgos ideológicos. Alguno de ellos se ha jactado de no haber bautizado a nadie. En el otro lado están las pujantes iglesias africanas, mártires y a diferencia de las norteafricanas con el mayor porcentaje del mundo de asistencia a misa y vida sacramental.