(InfoCatólica) Está prevista la participación en los ejercicios espirituales de unos 30 obispos (menos de la mitad de los españoles), entre ellos el Presidente, el Vicepresidente y el Secretario General de la CEE.
Los ejercicios, que tendrán lugar en Collado Villalba (Madrid), estarán dirigidos por el jesuita Julio Luis Martínez, profesor de la Universidad Pontificia Comillas, de la que también ha sido rector.
El P. Julio Martínez, sj, profesor de teología moral en la Universidad Pontificia Comillas de Madrid, aseguro en una entrevista a la revista América en junio del 2022 que la exhortación apostólica Amoris Laetitia permite «desatar los nudos» que impusieron sobre la moral católica las encíclicas «Humanae Vitae» de san Pablo VI y «Veritatis Splendor» de san Juan Pablo II.
El padre Martínez es profesor de teología moral en la Universidad Pontificia Comillas de Madrid -donde fue rector de 2012 a 2021- y profesor visitante de la misma materia en la Universidad Gregoriana. Se graduó en la Weston School of Theology, institución que se fusionó con el Instituto de Educación Religiosa y Ministerio Pastoral del Boston College en 2004 para formar lo que hoy es la Boston College School of Theology and Ministry.
«La recepción de un documento del magisterio no es generalmente cosa fácil, pero en el caso de Amoris Laetitia, podemos decir que es aún más difícil que para otro tipo de documentos debido a las delicadas cuestiones que trata», dijo el padre Martínez en su discurso de apertura en «Teología Moral y Amoris Laetitia», una conferencia internacional de cuatro días celebrada en la Pontificia Universidad Gregoriana en Roma del 11 al 14 de mayo de 2022.
En su discurso, el padre Martínez pidió a quienes se dedican a la teología moral que «partan del misterio de la encarnación; del Dios que se hizo carne humana en Jesucristo», dijo. Y a «poner nuestras mejores energías en un pensamiento teológico valiente, humano y kenótico [vaciado de sí mismo], que esté en contacto con la realidad y abierto al riesgo del encuentro con otras racionalidades, culturas y disciplinas».
Aunque reconoció que «es más cómodo y aparentemente más seguro repetir los caminos heredados del pasado, ignorando los interrogantes, las contradicciones y las búsquedas del presente», pidió hacer un giro radical «para afrontar los problemas y sufrimientos que sacuden a los hombres y mujeres de nuestro tiempo».
Y para ello se refirió a la necesidad de un cambio «en el modo de elaborar el conocimiento moral, y aquí surge la cuestión del discernimiento», dijo el padre Martínez, remarcando que el Papa Francisco al publicar «Amoris Laetitia» había llevado este principio central en la espiritualidad de San Ignacio de Loyola a la práctica de la teología moral.
Se refirió a que la comprensión del Papa Francisco de la teología moral, tal como la había propuesto en «Evangelii Gaudium» (2013) y posteriormente en «Veritatis Gaudium» (2017) estaba informada por su espiritualidad jesuita y también firmemente arraigada en los desarrollos de la disciplina iniciados por el Concilio Vaticano II, especialmente en «Gaudium et Spes» (1965, y afirmó que «Necesitamos recuperar este enfoque, dijo el P. Martínez, «sin perdernos en los meandros de 'Veritatis Splendor'», la encíclica de 1993 en la que el papa Juan Pablo II aborda la enseñanza moral de la Iglesia a la luz de las verdades fundamentales de la doctrina católica».
El padre Martínez continuó afirmando que esa manera de pensar «Podemos decir que es casi nueva en la teología moral porque el Concilio Vaticano II introdujo el concepto y el método en 'Gaudium et Spes'». Pero, «no se desarrolló mucho en las enseñanzas papales posteriores», dijo.
El papa Francisco, en cambio, «ha introducido el discernimiento en las circunstancias concretas del matrimonio y la vida familiar para encontrar cuál es la voluntad de Dios en el aquí y ahora, para mí, como persona que intenta seguir a Cristo», dijo el padre Martínez. «Poner el foco en el discernimiento para encontrar el bien es algo realmente nuevo en la teología moral».
Después del Concilio Vaticano II, «el magisterio [las enseñanzas papales] parecía no tener mucho problema con que el discernimiento se aplicara a las cuestiones sociales», no a las cuestiones morales. Pero, para el padre Martínez, «la vida moral está incompleta sin el discernimiento personal y pastoral».
Criticó, como ejemplos, las encíclicas Humanae Vitae y Veritatis Splendor: En «Humanae Vitae» (1968), por ejemplo, «el Papa Pablo VI dificultó mucho la práctica del discernimiento en materia de moral personal», dijo el padre Martínez, y añadió que el Papa Juan Pablo II había hecho lo mismo en «Veritatis Splendor». Pero en «Amoris Laetitia», el Papa Francisco ha dado a los teólogos y pastores la tarea de «tratar de ver cómo aplicar el discernimiento en todos los campos de la vida moral», dijo. «Está pidiendo a todos que lo hagan, pero de manera especial a los pastores y teólogos».
Insistió, que «en las cuestiones personales relacionadas con el cuerpo, la sexualidad y la bioética; este es el campo de la moral que es más problemático, mientras que en las cuestiones sociales parece ser más fácil.»
«Es fundamental desatar los nudos que la 'Veritatis Splendor' hizo en la moral católica», dijo el padre Martínez, cuidando de no atribuir la culpa de esto únicamente al Papa polaco. Dijo que los nudos, de hecho, ya habían comenzado a ser atados 25 años antes con la publicación de «Humanae Vitae». Aunque en la «Gaudium et Spes», el concilio pidió a los pastores y teólogos «discernir y considerar las circunstancias al tratar el matrimonio y la vida familiar», dijo, «'Humanae Vitae' no lo hizo de manera precisa».
«Veritatis Splendor» introdujo «un desarrollo muy profundo en la teología moral con la introducción del concepto que llamamos mal intrínseco», dijo. «Se trata de un concepto filosófico controvertido que supuso serias dificultades para la teología moral en el desarrollo del camino del diálogo y el discernimiento; que es el camino para poner en marcha una conciencia madura y bien formada». Además, «Veritatis Splendor» tuvo un profundo impacto en la Iglesia, al insistir en que el papel del magisterio incluía «la enseñanza de la moral de una manera muy precisa y muy clara», dijo. Y aunque da importancia a la conciencia, que es «la norma próxima de la moral personal», dijo, citando la encíclica, «termina entendiendo la conciencia un poco como una instancia de la persona que tiene que saber lo que dice el magisterio y ponerlo en práctica en su vida».
«La conciencia es una parte fundamental de la moral. De hecho, no se puede eliminar la conciencia», dijo el padre Martínez. Pero «Veritatis Splendor», añadió, «teme mucho lo que se llama 'conciencia creativa'», e insiste en que «la conciencia no puede ser creativa. Tiene que ser de alguna manera obediente a las reglas y a las normas del magisterio, y especialmente al magisterio del Papa, cuyo papel es reconocer y formular las normas para que los fieles puedan conocerlas y seguirlas».
El P. Martínez caracterizó este movimiento como «una hipertrofia [un desarrollo excesivo] del magisterio en el campo de la teología moral, que tuvo lugar durante el largo pontificado de Juan Pablo II», dijo. «Como resultado, el magisterio habla sobre todos los temas de la moral personal o social, pero especialmente sobre la moral personal, la moral sexual y la violencia». Con esta hipertrofia del magisterio, dijo, «la conciencia ha sido, en igual proporción, disminuida; aunque 'Veritatis Splendor' afirma que la conciencia es la principal instancia de la moral.»
Por eso, dijo el padre Martínez, «si se llega a cambiar la forma de adquirir el conocimiento moral y a cambiar el método que se aplica para encontrar el bien en la vida, como lo ha hecho 'Amoris Laetitia', entonces esto afecta a todos los campos de la moral, no sólo al matrimonio y a la vida familiar.»
Estos cambios «nos permitirán desatar los nudos», dijo el P. Martínez, especialmente «los que provienen del interior de la propia iglesia». Por eso, «es muy importante tratar los temas que realmente hay que abordar, sin gastar energías en discusiones internas o en maniobras que lleven a enfrentamientos o descalificaciones», dijo. «El marco de los debates debe ser el de las reglas de la teología católica en la iglesia que Cristo construye sobre Pedro y no las ideologías que explotan las doctrinas de la fe para promover opiniones particulares.»
«'Amoris Laetitia' nos permitirá deshacer otros nudos que vienen con un cambio de época», responsable de «generar abundantes enredos y distorsiones al tema moral», dijo. «Nadie puede predecir el alcance o la profundidad de los cambios en el mundo económico y político, así como en el mundo del trabajo, los hábitos de consumo y las relaciones sociales» o «la aceleración de la ciencia y la tecnología en áreas como la genética, la neurociencia y la inteligencia artificial».
A la luz de todo esto, el padre Martínez llamó tanto a los pastores como a los teólogos «a practicar una hermenéutica de la persona en diálogo con las otras ciencias», dijo. «Si actuamos así, nuestras palabras y obras estarán dispuestas a dar testimonio de una iglesia atenta al bien que el Espíritu derrama en medio de la fragilidad; una iglesia madre que, además de expresar con claridad su enseñanza objetiva, no renuncia al bien posible aunque corra el riesgo de mancharse con el barro del camino.»
El precedente sentado por «Amoris Laetitia» significa que «la teología moral tiene hoy una gran oportunidad para desarrollar... un nuevo paradigma de enseñanza papal menos normativo y más atento al discernimiento propio de los fieles y de las diversas conferencias episcopales», dijo. «El magisterio no debe ofrecer siempre una palabra definitiva y completa; ni resolver todos los problemas doctrinales, morales o pastorales, ni dar soluciones homogéneas para todos los territorios».