(InfoCatólica) «El profeta de la esperanza» es el título del artículo de Mons. Martínez Camino publicado en la Tercera del Abc de hoy. El prelado glosa la figura de Benedicto XVI, al que consisera un padre de la Iglesia de los tiempos modernos:
«El papa Ratzinger permanecerá muy vivo en la memoria de la Iglesia mientras ésta siga su camino aquí en la tierra. Su contribución a la vida cristiana y a la Humanidad entera ha sido formidable. Si llamamos Padres de la Iglesia a aquellos grandes testigos de Jesucristo de los primeros tiempos, cuya obra fue decisiva para que la fe cristiana calara en el corazón de la cultura grecolatina, Benedicto XVI bien podría ser un padre de la Iglesia de los tiempos modernos».
El obispo español recuerda que «no hay verdadera humanidad sin libertad. Pero no se puede olvidar que tampoco hay libertad sin verdad. Sin verdad, la libertad andaría desnortada y acabaría identificándose con la arbitrariedad».
El prelado indica que los «valores no negociables» de los que hablaba Benedicto XVI en la exhortación apostólica postsinodal Sacramentum caritatis, «no son una cortapisa para la libertad, sino más bien estímulos de su fortaleza, pues son expresión de la verdad de la naturaleza humana. Por eso, la Iglesia bendice siempre a las personas, aunque no vivan de acuerdo con esos valores, porque las acompaña en su posible respuesta libre a la Palabra del amor misericordioso de Dios».
Y añade:
«En cambio, no puede dar a entender ni con gestos ni con discursos llamados 'pastorales' que aprueba situaciones objetivas que obstaculizan la libertad, por ser contradictorias con la naturaleza humana. No puede bendecir los equipos humanos ni los lugares o los instrumentos destinados a ejecutar la muerte de los que van a nacer o de los que no quieren seguir viviendo; ni los equipos y los lugares destinados a la indoctrinación forzosa de los ciudadanos o a su planificación; ni las parejas que recortan o simulan el matrimonio ni los equipos o los lugares destinados a tales efectos; ni las asociaciones o grupos cuya finalidad, en contra del bien común, sea la corrupción económica o política.»
Martínez Camino sentencia que «evangelizar la cultura de la libertad exige distinguir entre libertad y libertad aparente. Si el discernimiento no se da o se da mal, no será posible la evangelización de la modernidad».