(Zenit/InfoCatólica) En la Iglesia Católica existe desde 1993 la Asociación Internacional de Exorcistas (AIE), y su fundación buscaba aumentar el número de sacerdotes exorcistas y advertir a la Iglesia del problema que era prácticamente ignorado.
El presidente de la asociación, el padre Francesco Bamonte, participó en la XIV Conferencia Internacional de la misma y afirmó «los exorcistas son los testigos, la voz y los embajadores de Cristo y de la Iglesia ante quienes sufren a causa del maligno, con la tarea y el deber de anunciar a sus hermanos y hermanas afligidos por el demonio con su acción extraordinaria, que son particularmente queridos por el Corazón de Jesús, por su Madre y por toda la Iglesia”. Hoy esta labor se realiza «en 58 países de todo el mundo».
Su sucesor en el cargo será monseñor Karel Orlita, quien es exorcista, canonista y teólogo de la República Checa, miembro del Instituto Secular de los Siervos del Sufrimiento, declaró «No somos magos católicos, ayudamos a la gente en el camino de la fe».
En la actualidad 905 son miembros de la AIE y continúa siendo la única institución exorcista reconocida por la Iglesia. Del total de sus miembros el 70% se encuentra en Europa, siendo Italia el lugar con más exorcistas (483). Luego Estados Unidos (62), México (48), Brasil (46), África (13), China (3), Taiwán (2).
El curso básico sobre exorcismo es impartido en Italia, España, Hungría, Ucrania, Corea del Sur, Tailandia, Brasil, México, Argentina.
Monseñor Orlita explicó que «el compromiso en la formación de los sacerdotes es decisivo: no pocos obispos, más deseosos que nunca de poder contar con uno o varios exorcistas comprometidos en la pastoral de la liberación de la acción extraordinaria del maligno, se quejan de que no tienen sacerdotes en su clero que sean aptos para llevar a cabo el ministerio de exorcista. No basta, dicen, tener una buena preparación teológica y ser un buen sacerdote para ser exorcista: se necesita algo más».
De sus años de juventud recuerda: «Los cristianos eran ciudadanos responsables y buenos trabajadores. Contribuyeron al bienestar de la República Checa y a su estabilidad moral. Pero el comunismo no podía tolerarlo. Nuestros vecinos estaban a sueldo del régimen, espiándonos e informando de todo lo que veían. Pero, sobre todo, inventaban hechos: lo descubrimos cuando, en los años noventa, por fin tuvimos acceso a los archivos. Durante ese tiempo, sentí el llamado del Señor. Mientras que los funcionarios del partido odiaban a la Iglesia en la República Checa, Dios amaba a los hombres: solo en mi familia surgieron cinco vocaciones a la vida consagrada».
De quienes buscan ayuda afirmó que “hay mujeres y hombres de fe que sufren una acción que Dios permite, a veces extraordinariamente, por parte del maligno. Pero también hay gente que se dirige a nosotros como si fuéramos los magos buenos, los magos católicos. No tienen una idea clara del exorcista, que es un sacerdote que lleva a cabo el ministerio de Cristo con la licencia del obispo”.