(InfoCatólica) El arzobispo de Oviedo, que ya se ha manifestado contra la concesión de la amnistía a los golpistas catalanes que no se arrepintieron de su delito y han amenazado con volver a cometerlo, ha arremetido en la Tercera del diario Abc contra el pacto por el cual Pedro Sánchez seguirá siendo presidente del gobierno de España.
El arzobispo recuerda la postura de la Conferencia Episcopal Española sobre situación política y la unidad de la patria como bien común desde 1972 hasta la última declaración del año pasado.
A quienes acusan a los obispos de insmicuirse en asuntos que no les conciernen, responde:
«Sería improcedente para nuestro ministerio si bajásemos a la arena de un debate partidista constituyéndonos en unas siglas más que aspirasen a tribunas como si quisiéramos recuperar extrañas teocracias y creyentes banderías. Nuestra clave no puede ser política, aunque hagamos crítica a algunas derivas de gobernanzas administrativas o legislaciones vinculantes. Nuestra clave debe ser únicamente moral».
Y:
«...desde el Evangelio, la tradición cristiana y la Doctrina Social de la Iglesia, tenemos algo que decir, aunque no seamos un sindicato ni una asociación. En este sentido me permito señalar que sólo la verdad nos hace libres y el engaño siempre esclaviza, por lo que quien usa y abusa de la mentira como arma política no tiene credibilidad y le acusan sus propias trampas».
A continuación hace un análisis de lo que ocurre hoy en España:
«Que la insolidaridad chantajista entre regiones autonómicas como moneda de cambio para inconfesables prebendas, divide y crispa mientras que la verdadera igualdad solidaria es la única que fraterniza en la justicia. Que la venganza tergiversadora al reescribir la historia no sucedida imponiendo su relato partidista reabre heridas en una sociedad que vuelve a enfrentarse. Que en un Estado de derecho no se puede socavar la independencia de los poderes públicos acorralando y manipulando la judicatura y la fiscalía para amañar la ley impunemente poniendo en riesgo la misma democracia. Que en aras de una de investidura y un gobierno no cabe aliarse con quienes han delinquido de tantos modos con golpismo independentista, corrupción insidiosa, malversación económica y escondrijos prófugos, o menos aun con quienes mercadearon con sangre inocente en acciones terroristas. También que la ideología envenena a las nuevas generaciones con una educación que es manipulación de la ciudadanía a corto, medio y largo plazo, narcotizando el alma y la mirada de quienes gregariamente quedan hipnotizados como pueblo».
Y añade el ataque a la ley natural, la familia y el derecho a la vida:
Si a esto añadimos que se llama eufemísticamente un proyecto de progreso lo que supone la destrucción de la familia, la confusión antropológica y la homicida manipulación de la vida, estamos ante un horizonte grave que como cristianos tenemos la obligación de advertirlo con audacia, denunciarlo con arrojo y presentar la bondad y la belleza de su contraria alternativa.
Por último, concluye que la crisis no se trata de la secular polémica entre la izquierda y la derecha:
«Cabe otro tipo de política que no sea deudora de la mentira torticera, de la división insidiosa, del chantaje tramposo, de la destrucción del Estado de derecho dejando la democracia herida, de las diversas ideologías tóxicas y destructivas. La patológica aspiración continua de una poltrona de gobernanza por quienes en su delirio egocéntrico pagan cualquier precio para ello, aun vendiendo en fullera almoneda la misma Patria, sufren una amoralidad indigna del recto gobernante. Esto no es de derechas ni de izquierdas, sino inmoral, al carecer de la solidez moral que les falta».