(Agencias/InfoCatólica) Azahara, de 27 años, y Estefanía, de 30, visitaron Juaneda Fertility donde les informaron sobre la innovadora técnica y las opciones para compartir el desarrollo del embrión. Según el comunicado de la clínica, INVOcell es un dispositivo que actúa como una diminuta incubadora. Se coloca debajo del cuello uterino de una de las dos mujeres, permitiendo que el desarrollo inicial del embrión ocurra dentro del cuerpo en lugar de en un laboratorio. Una vez el embrión es viable, se extrae el INVOcell y se transfiere al útero de la otra mujer.
Azahara ha asegurado que «gracias a esta técnica podemos decir que las dos hemos gestado a nuestro bebé. Es algo muy especial». Ambas decidieron que fuera Azahara la madre biológica del niño, dado que Estefanía fue operada del estómago y no puede comer bien. La opción de usar esa técnica se la ofreció el ginecólogo que las trata.
Aunque es la primera vez que se utiliza en España y Europa, esta técnica ya es habitual en EE.UU, Canadá y algunos países hispanoamericanos.
Doctrina católica
En febrero de 1987 la Congregación para la Doctrina de la Fe publicó la Instrucción Donum vitae en la que se afirma:
El respeto de la unidad del matrimonio y de la fidelidad conyugal exige que los hijos sean concebidos en el matrimonio; el vínculo existente entre los cónyuges atribuye a los esposos, de manera objetiva e inalienable, el derecho exclusivo de ser padre y madre solamente el uno a través del otro. El recurso a los gametos de una tercera persona, para disponer del esperma o del óvulo, constituye una violación del compromiso recíproco de los esposos y una falta grave contra aquella propiedad esencial del matrimonio que es la unidad.
La fecundación artificial heteróloga lesiona los derechos del hijo, lo priva de la relación filial con sus orígenes paternos y puede dificultar la maduración de su identidad personal.
Ni que decir tiene que en una unión entre personas del mismo sexo es imposible que no ocurra lo mismo en cuanto a los derechos del hijo.