(LifeSiteNews/InfoCatólica) Un obispo belga ha declarado que cree que hay ciertas circunstancias en las que la eutanasia es moralmente aceptable, contradiciendo así la enseñanza perenne e infalible de la Iglesia Católica.
En una entrevista concedida al diario belga La Libre Belgique, el obispo Johan Bonny de Amberes (Bélgica), notoriamente heterodoxo y firme partidario de la «bendición» de las parejas del mismo sexo, declaró que no creía que pudiera emitirse un juicio moral sobre la eutanasia basándose en la naturaleza intrínseca de la acción, sino sólo tras examinar las circunstancias que la rodean. El obispo admitió la posibilidad de que algunas circunstancias justifiquen quitar la vida a ancianos o enfermos.
«¿Así que la Iglesia podría adoptar diferentes posturas sobre la cuestión de la eutanasia?», se le preguntó a Bonny en la entrevista de La Libre Belgique. «¿Significa esto que, a los ojos de la Iglesia, el valor de la vida varía según las regiones del mundo?».
El obispo respondió que dentro de la ética no acepta juicios claros y objetivos, optando en su lugar por la ética circunstancial y el relativismo moral, disfrazando dicho relativismo de «discernimiento».
«La filosofía me ha enseñado a no contentarme nunca con respuestas genéricas en blanco y negro», declaró Bonny. «Todas las preguntas merecen respuestas adaptadas a una situación: un juicio moral debe pronunciarse siempre según la situación concreta, la cultura, las circunstancias, el contexto».
Afirmando que «aboga constantemente por el respeto a la vida», Bonny rechazó sin embargo expresamente la enseñanza de la Iglesia de que la eutanasia es siempre intrínsecamente mala porque supone quitar la vida a un inocente.
«Lamento que, desde el Vaticano, la Congregación para la Doctrina de la Fe afirme que la eutanasia es siempre un mal intrínseco, sea cual sea la circunstancia», declaró el obispo. «Es una respuesta demasiado simple que no deja lugar al discernimiento. Siempre nos opondremos al deseo de algunos de poner fin a una vida demasiado prematuramente, pero debemos reconocer que la petición de eutanasia de una persona de 40 años no es equivalente a la de una persona de 90 años que se enfrenta a una enfermedad incurable».
«Tenemos que aprender a definir mejor los conceptos y distinguir las situaciones», argumentó.
En otras palabras, el obispo belga ha adoptado algo parecido al planteamiento «tan bueno como muerto», según el cual la vejez y una enfermedad incurable hacen que el asesinato sea moralmente aceptable porque la persona está casi muerta de todos modos. Según esta visión, el valor de la vida no sólo variaría según las regiones del mundo, sino también según la edad y la salud de la persona.
Afirmando oponerse a todo asesinato y confundiendo la cuestión al equiparar cualquier muerte con el asesinato -definido universalmente en la ley como el asesinato intencionado de una persona inocente-, Bonny argumentó que las circunstancias de sufrir una «enfermedad incurable durante años» y «hablar con [la propia] familia, el médico y los seres queridos» antes de decidir solicitar la eutanasia hacen que ésta ya no sea un asesinato, como si la eutanasia no siguiera siendo en sí misma el asesinato intencionado de una persona inocente, a pesar de la difícil circunstancia de una enfermedad terminal e incurable.
«Conviene recordar que no se puede matar, y yo estoy en contra de todos los asesinatos», afirmó el obispo. «Pero ¿qué es matar?, ¿qué es un asesinato? ¿Qué le dices a alguien que mata a un enemigo en nombre de la defensa propia? ¿Qué le dices a alguien que lleva años afectado por una enfermedad incurable y que ha decidido pedir la eutanasia después de hablar con su familia, con su médico, con sus seres queridos?».
El obispo no hizo referencia alguna al poder santificador de sufrir la última enfermedad por amor a Dios, ni a la consoladora verdad de la fe de que nuestros sufrimientos pueden unirse a los de Cristo, cuyas últimas horas las pasó colgado de la Cruz por amor a nosotros.
Dejando de lado alegremente lo que se puede aprender de las Escrituras sobre el sufrimiento, la vida humana, la muerte, la cruz, el pecado y la severidad con la que Dios juzga a los que quitan la vida a inocentes, el obispo insinuó que era «fundamentalismo» sostener que el mandamiento de Dios de no asesinar es una prohibición universal que prohíbe quitar la vida a ancianos y enfermos.
«Siempre hay que remitirse a la Biblia, pero nada más difícil que interpretarla y aplicarla a una situación concreta sin caer en el fundamentalismo. Dios confía en nuestra inteligencia para comprender plenamente su palabra», declaró el obispo.
En la Encíclica Evangelium Vitae de 1995, el Papa San Juan Pablo II había abordado la cuestión de la eutanasia. El Papa confirmó la enseñanza constante y universal de la Iglesia sobre la santidad de la vida humana, declarando: «La decisión deliberada de privar de la vida a un ser humano inocente es siempre moralmente mala y nunca puede ser lícita ni como fin en sí misma ni como medio para un fin bueno. Es, de hecho, un grave acto de desobediencia a la ley moral y, más aún, a Dios mismo, autor y garante de esa ley; contradice las virtudes fundamentales de la justicia y la caridad».