(CatholicHerald/InfoCatólica) Hace nueve meses, Fabiola descubrió que llevaba en su propio ser el latido del pequeño corazón de su hijo por nacer. A pesar de tener a su hijo como compañía, experimentó una profunda sensación de soledad durante ese tiempo.
Sin embargo, esta sensación de aislamiento no perduró por mucho tiempo. A lo largo de su embarazo, Fabiola recibió apoyo de un miembro del Proyecto Gabriel, un programa de la Parroquia San Leo Magno en Fairfax. Este ministerio parroquial brinda una variedad de servicios, que incluyen cuidado prenatal, asistencia financiera, apoyo emocional y espiritual, así como referencias a otros ministerios parroquiales y a Caridades Católicas diocesanas. En total, 21 parroquias en la diócesis de Arlington ofrecen el Proyecto Gabriel, con la incorporación más reciente en la Iglesia del Buen Pastor en Alexandria a principios de este año.
Días después de dar a luz a su hijo, Fabiola estaba sentada en un banco afuera de su complejo de apartamentos en Fairfax, esperando a que su hija regresara de la escuela. A su lado, Zola Ellington, su «ángel» del Proyecto Gabriel, y Pamela Pons, la coordinadora del programa, se sentaron con ella. Juntas, acunaron al bebé vestido de azul y le entregaron una bolsa llena de perchas para ropa de niño, una almohadilla para cambiar pañales y otros artículos útiles. Cuando el autobús escolar se detuvo, Valentina, la hija de 6 años de Fabiola, corrió hacia su madre y le entregó una flor de papel y un Cheerio en forma de corazón.
Fabiola, su novio y su hija llegaron a Estados Unidos desde Bolivia hace 10 meses, dejando atrás su país natal, que enfrentaba problemas políticos y dificultades económicas. Buscaban una vida mejor en Virginia, cerca de una amiga de Fabiola. Sin embargo, la situación se complicó cuando Fabiola descubrió que estaba embarazada y su novio la abandonó. Se encontraba en un país donde no hablaba el idioma, carecía de seguro médico y estaba sola. A pesar de su experiencia laboral en un banco en Bolivia, aquí se vio obligada a trabajar como empleada doméstica hasta que ya no pudo continuar. Esta situación la llenó de preocupación y tristeza.
Ellington había sentido algo muy similar diez años atrás, la primera vez que quedó embarazada: «Quedé embarazada joven, (y) estaba perdida. Mi ahora esposo y yo, realmente no sabíamos qué hacer. La primera opción fue no seguir adelante con el embarazo», dijo. Luego se contactó con una amiga que había recibido ayuda del Proyecto Gabriel. «(Me dijo) ‘¿No tienes nada? Llama (a mi ángel) Dolores. Tengo su número, tómalo’. Así fue como me enteré. Entonces me ayudaron, me apoyaron, me dieron opciones. Se quedan contigo para siempre».
En la actualidad, Ellington es madre de tres hijos y se ha convertido en voluntaria del Proyecto Gabriel. Junto con otros miembros de la comunidad de San Leo, brindaron apoyo a Fabiola al conectarla con Tepeyac OB/GYN en Fairfax para recibir atención prenatal. Además de la atención médica, también ofrecieron apoyo financiero y emocional a Fabiola en este momento crucial.
«Me sentía muy sola pero una vez (que me colocaron con un ángel) pensé, ‘Está bien, le voy a entregar todo a Dios, Dios tiene a mi bebé y mi vida en sus manos’. Sentí que realmente había un ángel ayudándome en este momento de mi vida», dijo Fabiola.
Flor Sophia Trillo descubrió el Proyecto Gabriel cuando su amiga necesitaba ayuda y ella se ofreció como traductora para el ministerio. Trillo, inmigrante de Perú desde los 15 años, ya había dado a su primer hijo en adopción antes de formar una familia con su novio. Sin embargo, enfrentó dificultades cuando quedó embarazada de su cuarto hijo. Los médicos plantearon preocupaciones sobre la salud del bebé, mencionando la posibilidad de síndrome de Down y recomendaron un aborto. Aunque el padre del bebé no quería criar a un niño con discapacidades, Trillo estaba decidida a tenerlo.
A pesar de los desafíos, Trillo recibió apoyo del Proyecto Gabriel y otros recursos. Marianne Mazzatenta, coordinadora del Proyecto Gabriel en la Iglesia Sta. Teresa en Ashburn, la conectó con servicios esenciales, incluyendo una despensa de alimentos de Caridades Católicas y apoyo emocional para lidiar con la presión y el trauma emocional del embarazo difícil y la pérdida de su joven sobrino en un accidente automovilístico.
El bebé de Trillo, Kevin, ahora tiene 4 años y, aunque enfrenta problemas renales, goza de buena salud y no tiene síndrome de Down. Trillo y Mazzatenta han desarrollado una amistad cercana a lo largo de los años, y el Proyecto Gabriel le ha proporcionado el apoyo necesario para criar a sus hijos como madre soltera, incluso en medio de problemas de salud y desafíos personales.
Para Trillo, el Proyecto Gabriel ha sido un salvavidas que le ha quitado una gran carga y le ha demostrado que no está sola en su camino como madre soltera.
