(CNAd/InfoCatólica) La desconfianza y la hostilidad entre la población siguen creciendo. La situación es «sombría y tensa» y resulta difícil organizar la ayuda debido a los bloqueos de Internet.
El arzobispo acusa al gobierno local de inacción: «La apatía y el silencio de las autoridades continúan. Desde mayo, innumerables personas han sido desplazadas». Según la información de que dispone Ayuda a la Iglesia Necesitada, más de 300 lugares de culto e instalaciones eclesiásticas han sido destruidos, así como numerosos hogares de cristianos.
No alimentar más el sentimiento anticristiano
La Iglesia católica está intentando proporcionar ayuda humanitaria, explicó el arzobispo Lumon. Capellanes, monjas y ayudantes están distribuyendo alimentos y artículos de higiene y proporcionando atención médica y pastoral a la población. Sin embargo, todas estas medidas debían tomarse con la máxima cautela para no exacerbar aún más los ánimos anticristianos. La Iglesia intenta también contribuir al fin de la violencia mediante el diálogo con las autoridades y los grupos hindúes moderados.
Además de la ayuda, el arzobispo hizo un llamamiento a la oración por la conflictiva región:
«Necesitamos oraciones por nuestros políticos y responsables para que puedan aportar soluciones amistosas. El poder de la oración puede cambiar la mente de las personas guiadas por el odio y la intolerancia».
El conflicto étnico se convierte en persecución de cristianos
En el estado de Manipur, fronterizo con Myanmar, han aumentado las tensiones étnicas entre la etnia meitei, predominantemente hindú, y las tribus cristianas kuki y naga. Estas últimas están reconocidas por el gobierno como «comunidad tribal registrada». El intento de los meitei de ser incluidos en la lista y las consiguientes contraprotestas de los residentes, temerosos de una mayor discriminación de las minorías cristianas, se convirtieron en excesos de violencia contra los cristianos. Mientras tanto, más de 100 kuki han sido asesinados y más de medio millón de personas han huido.