(Agencias/InfoCatólica) El Papa Benedicto XVI vive "con intensidad", aunque sea en la distancia, el 20º aniversario de la caída del Muro de Berlín, dijo hoy el portavoz del Vaticano, Federico Lombardi. "El Papa sigue con gran interés la efeméride, con la conciencia que se trató de un hecho fundamental para Alemania, Europa y el mundo", agregó el director de la sala de prensa de la Sede Apostólica.
El sacerdote reveló que Joseph Ratzinger conmemorará ese momento histórico durante una audiencia que sostendrá con el presidente de la República Federal Alemana, Horst Kohler, prevista para el sábado 5 de diciembre. Ese encuentro será precedido por un concierto en la Capilla Sixtina que se llevará a cabo la noche anterior, el viernes 4 de diciembre.
La Radio Vaticana también recordó la caída, el 9 de noviembre de 1989, del muro "un símbolo de la división de Europa", según dijo el cardenal Angelo Sodano, ex secretario de Estado del Vaticano, en una entrevista. "Sobre todo empezó a caer en la Europa centro-oriental aquel sistema comunista que había sido impuesto con la fuerza a esas poblaciones. Fue el triunfo de la libertad de aquellos pueblos", indicó el purpurado, quien recordó la contribución del extinto Papa Juan Pablo II a la reunificación alemana, ayuda "que ha sido reconocida desde muchas partes", incluyendo a Mijail Gorbachov o el ex canciller de Alemania Helmut Kohl.
El padre Federico Lombardi dedicó también a esta conmemoración su editorial para el informativo del Centro Televisivo Vaticano, ‘Octava Dies’, de esta semana. “¡Qué gran fiesta para el pueblo en Berlín! ¡Cuánto estupor y cuánta alegría en toda Europa y en el mundo viendo y volviendo a ver aquellas imágenes increíbles! Por casi treinta años quién intentaba superarlo huyendo hacia la libertad arriesgaba la vida, decenas y decenas de personas habían muerto ante los ojos horrorizados de los testigos que pasaban”, afirma Lombardi.
“Habían creído que la gran prisión protegida por el muro – y con mayor amplitud por el ‘telón de acero’ – iba a resistir todavía por muchos años. Sin embargo, las aspiraciones de libertad y las debilidades intrínsecas en los regímenes fundamentados sobre una ideología enemiga de Dios y de la persona humana habían trabajado en profundidad en los pueblos del Este, preparando un derrumbamiento epocal, sin estar acompañado –acontecimiento afortunado y raro– por grandes derramamientos de sangre”, continúa el editorial del portavoz vaticano.
“Sin querer simplificar un proceso histórico extremadamente complejo”, advierte el padre Federico Lombardi, “espontáneamente recordamos el papel de la elección y la persona de Juan Pablo II, sus viajes a un Polonia que en gran parte permaneció fielmente católica y a sus consecuencias con sus aspiraciones y anhelo de libertad que pedían su pueblo y los pueblos vecinos”.
“Cuando el anciano Pontífice pasó al fin bajo la puerta de Brandeburgo, no solamente Alemania estaba unificada, sino que Europa respiraba con sus dos pulmones, del Oeste y del Este, y la fe cristiana había demostrado haber contribuido una vez más a la unión y a la civilización del continente, superando la prueba cruel del ateismo de Estado. Es bueno recordarlo, cuando se insiste en reducir esta fe al ámbito estrictamente privado. Mientras en el mundo, por desgracia, se han levantado y se levantan otros muros. Continuaremos comprometidos esperando festejar, al final, también su inutilidad y su derrumbe”.
