(InfoCatólica) El pasado 28 de julio de 2023, Mons. Gabriel Antonio Mestre, antiguo obispo de Mar del Plata (Argentina), fue nombrado arzobispo de La Plata para sustituir a Mons. Víctor Manuel Fernández, elegido prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe. Durante su período como obispo de Mar del Plata, Mons. Mestre concedió varias entrevistas en las que explicaba sus opiniones sobre temas eclesiásticos, morales y políticos de actualidad, que ahora han adquirido un renovado interés porque nos indican cómo piensa el nuevo arzobispo de La Plata.
En una de las entrevistas, concedida al portal El retrato de hoy en mayo de este año, subrayó la importancia de la presencia de las mujeres en posiciones de liderazgo e indicó que, en su diócesis de Mar del Plata, más de la mitad de los delegados episcopales son laicos y más de la mitad de esos laicos son mujeres (delegadas episcopales para las periferias, las comunidades eclesiales de base y la pastoral familiar). «La Iglesia se va aggiornando», aseguró el prelado. En el mismo sentido, elogió que el Papa Francisco incluyera a las mujeres en el Sínodo de los Obispos, con voz y voto.
En ese contexto, defendió la nueva práctica de dar la comunión a los divorciados: «la perspectiva de Francisco, que está totalmente instalada en nuestra iglesia, donde un divorciado en nueva unión puede acercarse a confesarse y a comulgar si quiere con total y absoluta libertad. Eso hasta hace siete años no se podía y ahora se puede de manera totalmente libre».
A este respecto, resulta llamativo que, tras Amoris Laetitia, se habló de un proceso pastoral largo, de discernimiento y acompañamiento, tras el cual se podría dar la comunión a algunos divorciados vueltos a «casar». Ahora, por boca de uno de los obispos argentinos que fueron de los primeros en sumarse a esa práctica, se nos informa de que no hay ningún proceso pastoral, ni largo ni corto, sino que los divorciados que viven en adulterio con una nueva unión civil pueden confesarse y comulgar «con total y absoluta libertad». ¿Dónde han quedado el discernimiento y el acompañamiento? Estas declaraciones parecen indicar que se trataba de meras excusas para obviar la doctrina de la Iglesia sobre la indisolubilidad del matrimonio.
Otra novedad, según el nuevo arzobispo, es que, aunque la Iglesia sigue y seguirá rechazando el aborto, se trata de un «tema delicado, complejo y difícil». Según Mons. Mestre, «por ahí hay gente que ha tenido que huir despavorida hace 30 años atrás de un confesionario», porque un «cura machirulo se dio la libertad de maltratarla». Hoy, en cambio, la Iglesia tiene «una mirada distinta por este camino de apertura y misericordia a la mujer que por diversos motivos ha recurrido al aborto». El prelado no explicó en qué basaba su opinión de que la misericordia era algo prácticamente desconocido en la Iglesia hasta el momento actual.
Las declaraciones más polémicas Mons. Mestre se refirieron al tema de la homosexualidad, ya que explicó que, en su diócesis de Mar del Plata, tenía «en las estructuras pastorales nombradas a personas homosexuales, casadas incluso con el llamado matrimonio igualitario». La expresión «matrimonio igualitario» que emplea el arzobispo es la misma que utilizan en Argentina los que defienden el «matrimonio» entre personas del mismo sexo, algo que, según enseña la doctrina católica, simplemente no es posible en absoluto.
Mons. Mestre continuó diciendo que esas personas en uniones del mismo sexo «están presentes, cantan en misa, leen, comulgan, no comulgan si quieren, es un tema personal de ellos y están en las estructuras pastorales nombradas por el Obispo». Para el prelado, en el decreto de nombramiento no se menciona el hecho de que «esta persona está casada con una persona del mismo sexo» porque «no debería aparecer; porque debe ser algo natural en la vida de las comunidades».
El obispo no explica cómo puede ser «algo natural» que nombre para cargos eclesiales a personas que viven públicamente contra la moral y la doctrina de la Iglesia, especialmente teniendo en cuenta que, desde el punto de vista canónico, son lo que el Código de Derecho Canónico llama «pecadores manifiestos», a los que ni siquiera se les puede conceder un funeral eclesiástico a causa del escándalo público de los fieles (cf. canon 1184). Más asombroso aún es que considere normal que comulguen, ya que el Código establece expresamente que no se les puede dar la sagrada comunión por persistir obstinadamente «en un manifiesto pecado grave» (cf. canon 915).
Asimismo, el prelado contó en otra entrevista en vídeo que había impartido el sacramento de la confirmación a varias «chicas travestis» o «en situación de travestismo» y que eso debería ser «lo más natural, no tiene que sorprendernos». Estos cambios y los relativos a la comunión de los divorciados suponen, en su opinión, que «no cambia la doctrina, pero el paradigma es bueno. Es nuevo, la Iglesia se tiene que abrir a todas las realidades y no podemos seguir en una suerte de régimen de cristiandad, este…, bueno, que no responde a la realidad de este tiempo».
El blog Caminante Wanderer, buen conocedor de la realidad eclesial argentina, ha indicado que la argumentación del nuevo arzobispo parece estar basada en «puro emotivismo» y en la «fe del mundo y llega a señalar que las declaraciones de Mons. Mestre «lo ubican fuera de la comunión con la fe de los apóstoles», porque «niega pública y claramente la enseñanza sostenida por la Iglesia a lo largo de dos mil años».
Las afirmaciones del prelado, además, son especialmente significativas porque suele considerarse que el episcopado argentino es el que mejor conoce y más sigue de cerca el Papa Francisco. Por lo tanto, puede suponerse que el nombramiento de Mons. Mestre se realizó por iniciativa directa del Sumo Pontífice y con pleno conocimiento de las ideas del nuevo arzobispo. El propio Mons. Mestre sugiere que los que le critican lo hacen porque sigue al Papa: «la crítica que le pasa a Francisco a veces a gran escala por los cambios que realiza, a pequeña escala a veces la puedo llegar a tener yo, que alguien cuestiona por qué este tema de la apertura».
Por otro lado, también resulta significativo que Mons. Mestre y Mons. Víctor Manuel Fernández antes que él hayan sido elegidos específicamente para la Archidiócesis de La Plata, de la que fue arzobispo Mons. Héctor Aguer hasta 2018. Antes del pontificado actual, las relaciones entre el entonces cardenal Bergolio y Mons. Aguer fueron siempre algo tensas. Una vez que el primero fue elegido Papa, aceptó la renuncia del segundo solo dos días hábiles después de que se presentara, un apresuramiento que se consideró un desaire para el arzobispo, especialmente teniendo en cuenta que sus dos sucesores tienen un perfil completamente diferente al suyo. Desde entonces, Mons. Aguer se ha distinguido entre los obispos argentinos por hablar claro, publicando numerosos artículos críticos con algunas desviaciones actuales que sufre la Iglesia. También ha hablado contra la jubilación obligatoria de los obispos, afirmando que «el retiro obligado de los obispos a los 75 años contradice la naturaleza misma del episcopado», porque «el obispo no es un funcionario», y que «llegar a los 75 años no es un crimen, sino todo lo contrario».