(InfoCatólica) «Bienvenidos y gracias por estar aquí, ¡me alegra verlos! Me alegra escuchar el simpático alboroto que hacen y poderme contagiar de su alegría» empezó diciendo el Papa.
«Ustedes no están aquí por casualidad», aseguró. Y añadió:
«El Señor los llamó, no sólo en estos días, sino desde el comienzo de sus vidas. A todos nos llamó desde el comienzo de la vida. Él los llamó por sus nombres. Escuchamos la Palabra de Dios que nos llamó por sus nombres. Intenten imaginar estas palabras escritas en letras grandes; y después piensen que están escritas dentro de cada uno de ustedes, en sus corazones, como formando el título de tu vida, el sentido de lo que sos : has sido llamado por tu nombre: vos, vos, vos, vos, acá, todos nosotros, yo, todos fuimos llamados por nuestro nombre. No fuimos llamados automáticamente, fuimos llamados por el nombre».
El Pontífice aseguró que «ninguno de nosotros es cristiano por casualidad... Hemos sido llamados ¿por qué? Porque somos amados... cada uno de nosotros es único y es original y la belleza de todo esto no la podemos vislumbrar».
«Amigo, amiga, si Dios te llama por tu nombre significa que para Dios ninguno de nosotros es un número», dijo el Pontífice
El Papa advirtió a los jóvenes contra «las ilusiones de lo virtual» y les dijo que «debemos estar atentos para no dejarnos engañar, porque muchas realidades que hoy nos atraen y prometen felicidad después se muestran por aquello de lo que son: cosas vanas, pompas de jabón, cosas superfluas, cosas que no sirven y que nos dejan vacíos por dentro».
Y añadió
«Les digo una cosa: Jesús no es así, no es así; Él confía en ti, confía en cada uno de ustedes, en cada uno de nosotros, porque para Jesús cada uno de nosotros le importamos, cada uno de ustedes le importa. Y ese es Jesús».
Francisco aseguró que «somos llamados como somos, con los problemas que tenemos, con las limitaciones que tenemos, con nuestra alegría desbordante, con nuestras ganas de ser mejores, con nuestras ganas de triunfar. Somos llamados como somos. Piensen esto: Jesús me llama como soy, no como quisiera ser. Somos comunidad de hermanos y hermanas de Jesús, hijos e hijas del mismo Padre».
Espacio para todos
El Papa aseguró que quería ser claro con los jóvenes «que son alérgicos a la falsedad y a las palabras vacías: en la Iglesia, hay espacio para todos. Para todos»:
«En la Iglesia, ninguno sobra. Ninguno está demás. Hay espacio para todos. Así como somos. Todos. Y eso Jesús lo dice claramente. Cuando manda a los Apóstoles a llamar para el banquete de ese señor que lo había preparado, dice: «Vayan y traigan a todos», jóvenes y viejos, sanos, enfermos, justos y pecadores. ¡Todos, todos, todos! En la Iglesia, hay lugar para todos. «Padre, pero yo soy un desgraciado» … «Soy una desgraciada, ¿hay lugar para mí?» … ¡Hay lugar para todos! Todos juntos, cada uno, en su lengua. Cada uno en su lengua repita conmigo: Todos, todos, todos. No se oye, ¡otra vez! Todos. Todos. Todos. Y esa es la Iglesia, la Madre de todos. Hay lugar para todos. El Señor no señala con el dedo, sino que abre sus brazos. Es curioso: el Señor no sabe hacer esto (indica con el dedo), sino que hace esto (hace el gesto de abrazar). Nos abraza a todos. Nos muestra a Jesús en la cruz, que tanto abrió sus brazos para ser crucificado y morir por nosotros.»
Francisco, que en ningún momento señaló la necesidad de la conversión para ser salvos y como dando por hecho que Dios nos ama seamos como seamos y hagamos lo que hagamos, dijo:
«Queridos chicos y chicas: los invito a pensar esto tan hermoso: que Dios nos ama, Dios nos ama como somos, no como quisiéramos ser o como la sociedad quisiera que seamos. ¡Como somos! Nos llama con los defectos que tenemos, con las limitaciones que tenemos y con las ganas que tenemos de seguir adelante en la vida. Dios nos llama así. Confíen, porque Dios es Padre y es Padre que nos quiere y Padre que nos ama. Esto no es muy fácil. Y para esto tenemos una gran ayuda, la Madre del Señor. Ella es Nuestra Madre también, Ella es Nuestra Madre».