(Agencias/InfoCatólica) El avión papal de la compañía Ita Airways aterrizó en la base militar de Figo Maduro a las 9.44 hora local, con unos 15 minutos de adelanto respecto de la hora inicialmente prevista, y fue recibido al pie de la escalerilla por el presidente portugués, Marcelo Rebelo de Sousa.
El Papa avanzó por la pista del aeropuerto en silla de ruedas y, tras una breve ceremonia de bienvenida, se trasladó al Palacio Nacional de Belém, residencia oficial del presidente, donde se reunirá en privado con Marcelo de Sousa.
Francisco abandonó el aeropuerto en un coche cerrado, identificado por su color blanco y la bandera vaticana, y rodeado de un fuerte dispositivo de seguridad.
En Belém, donde hoy transcurrirá buena parte del programa oficial de la visita, miles de fieles esperan al pontífice con música y en un clima festivo.
En su primera jornada en Lisboa, el papa ya se ha reunido con el primer ministro, António Costa, y con representantes del cuerpo diplomático y de la sociedad civil, y concluirá con un encuentro con miembros de la iglesia portuguesa en el Monasterio de los Jerónimos.
Esta es la segunda visita a Portugal del pontífice argentino, de 86 años, que en 2017 estuvo en el santuario de Fátima.
«Volveré rejuvenecido de la JMJ»
En vuelo hacia Lisboa, Francisco recorrió a pie el corredor central del avión, saludando uno por uno a los 78 profesionales de la comunicación que lo acompañaban en el vuelo a Lisboa.
«Muchas gracias por vuestra compañía y por vuestro trabajo», dijo a los periodistas, a los que saludó uno a uno, caminando por el pasillo central del avión, apoyándose en un bastón.
Francisco bendijo objetos religiosos y fotografías, firmó libros y bromeó con algunos de los presentes. «Son 100 liras», dijo, al firmar un ejemplar de su encíclica 'Fratelli tutti' (2020) para el periodista João Francisco Gomes, de El Observador.
El Papa dijo que espera volver «rejuvenecido» tras reunirse con más de un millón de jóvenes en esta visita.
Encuentro con las autoridades
«Me siento contento de estar en Lisboa, ciudad de encuentro que abraza diferentes pueblos y culturas, y que en estos días se vuelve todavía más universal; se transforma, de alguna manera, en la capital del mundo». Son las primeras palabras pronunciadas por el Pontífice en su primer encuentro durante su 42° Viaje Apostólico Internacional a Portugal con las autoridades, la sociedad civil y el Cuerpo diplomático en el Centro Cultural de Belém de Lisboa.
Francisco ha expresado su deseo de que la Jornada Mundial de la Juventud sea, para el «viejo continente», un impulso de apertura universal. «Porque el mundo necesita a Europa, a la verdadera Europa – dice el Papa – necesita de su papel de constructora de puentes y de paz en su parte oriental, en el Mediterráneo, en África y en Oriente Medio». Por tanto, Francisco espera que Europa pueda aportar, dentro del escenario internacional, «su originalidad específica, esbozada en el siglo pasado cuando, desde el crisol de los conflictos mundiales, encendió la chispa de la reconciliación, haciendo posible el sueño de construir el mañana con el enemigo de ayer, de abrir caminos de diálogo e inclusión, desarrollando una diplomacia de paz que apague los conflictos y alivie las tensiones, capaz de captar los más tenues signos de distensión».
«¿Hacia dónde navegan, Europa y Occidente, con el descarte de los ancianos, los muros de alambre espigado, las tragedias en el mar y las cunas vacías?»
Francisco ha lanzado algunas preguntas al aire para hacer reflexionar al «viejo continente»: ¿hacia dónde navegas, si no ofreces procesos de paz, caminos creativos para poner fin a la guerra en Ucrania y a tantos conflictos que ensangrientan el mundo? Pero amplia el campo aún más: ¿hacia dónde navegan, Europa y Occidente, con el descarte de los ancianos, los muros de alambre espigado, las tragedias en el mar y las cunas vacías? Son preguntas que evidencian las preocupaciones del Pontífice que hoy desde Portugal ha querido hacer públicas en forma de llamamiento. «Es preocupante cuando uno lee que en muchos lugares se invierte continuamente en armamento, en lugar de hacerlo en el futuro de los hijos» dice Francisco, pero también se preocupa por los niños no nacidos y los ancianos abandonados:
«Pienso en tantos niños no nacidos y ancianos abandonados a su suerte; en la dificultad por acoger, proteger, promover e integrar a los que vienen de lejos y llaman a las puertas; en la soledad de muchas familias que luchan por traer al mundo y criar a sus hijos».
Ante estos desasosiegos, el Papa asegura que sueña con una Europa, corazón de Occidente, que utilice su ingenio para apagar focos de guerra y encender luces de esperanza:
«una Europa que incluya a los pueblos y a las personas, sin perseguir teorías ni colonizaciones ideológicas».
Agradecimiento del Papa a Portugal por acoger la JMJ 2023
«Un océano de jóvenes está inundando esta acogedora ciudad; y quisiera agradecer el gran trabajo y el generoso compromiso de Portugal para acoger un evento tan complejo de gestionar, pero fecundo en esperanza». Entre agradecimientos, el Santo Padre recuerda a las autoridades portuguesas que jóvenes de todo el mundo, que cultivan deseos de unidad, de paz y de fraternidad, «nos desafían a hacer realidad sus sueños de bien» pues «no están en las calles para gritar de rabia, sino para compartir la esperanza del Evangelio». «Y si desde muchos sectores se respira hoy un clima de protesta e insatisfacción, terreno fértil para el populismo y las teorías conspirativas, la Jornada Mundial de la Juventud es una oportunidad para construir juntos» puntualiza.
El Papa propone tres laboratorios de esperanza
Francisco, para concluir, ha compartido tres laboratorios de esperanza en los que «todos podemos trabajar juntos»: el medio ambiente, el futuro y la fraternidad.
«Portugal comparte con Europa muchos esfuerzos ejemplares para la protección de la creación. Pero el problema global sigue siendo extremadamente grave: los océanos se están calentando y sus profundidades sacan a la superficie la fealdad con la que hemos contaminado nuestra casa común» y «estamos convirtiendo las grandes reservas de vida en vertederos de plástico». La propuesta esperanzadora del Papa es «cuidar el océano con esmero, pensando en las generaciones más jóvenes».
El segundo laboratorio que propone el Papa es el futuro. «Y el futuro son los jóvenes» puntualiza. El Papa recuerda los números factores que actualmente desaniman a los jóvenes «como la falta de trabajo, los ritmos frenéticos en los que están inmersos, el aumento del coste de la vida, la dificultad para encontrar vivienda y, lo que es aún más preocupante, el miedo a formar una familia y traer hijos al mundo.» Y en este último factor se ha parado a reflexionar: «En Europa y, más en general, en Occidente, asistimos a una triste fase descendente de la curva demográfica. El progreso parece ser una cuestión de avances técnicos y de comodidades individuales, mientras que el futuro exige contrarrestar la disminución de la natalidad y el declive de las ganas de vivir».
Por último, el tercer laboratorio de esperanza para el Papa es la fraternidad. Francisco habla de los habitantes portugueses como ejemplo de sentido de vecindario y solidaridad, sin embargo – dice el Papa – «en el contexto general de una globalización que nos acerca, pero sin darnos proximidad fraterna, todos estamos llamados a cultivar el sentido de comunidad, empezando por la búsqueda de quienes viven a nuestro lado».
Discurso completo del Papa a las autoridades, la sociedad civil y el cuerpo diplomático de Portugal