(Agencias/InfoCatólica) Según el portal de la diócesis de Münster, «Kirche und Leben», lo más destacado de la ceremonia de bendición fue la «unción y bendición de los participantes, a cargo de la oficial parroquial (*) Ulrike Platzhoff y el sacerdote Herbert Ullmann».
El grupo ha informado que el padre Ullmann ha recibido una «advertencia» de la archidiócesis por este motivo, «después de que un desconocido denunciara a nuestro sacerdote en Roma». También se ha prohibido al sacerdote celebrar más «servicios de bendición para todas las parejas de enamorados» lo que incluye también a las parejas heterosexuales no casadas por la Iglesia. La archidiócesis de Colonia no quiso comentar los hechos cuando se le preguntó, por tratarse de asuntos personales.
El canonista Norbert Lüdeke, profesor emérito de Derecho Canónico en la Universidad de Bonn, analiza lo sucedido en la propia noticia de «Kirche und Leben»:
«Antes de tomar posesión de su cargo, un párroco tiene que volver a profesar que se identifica con todas las enseñanzas vinculantes de la Iglesia, incluida la condena moral de los actos no heterosexuales sin excepción. Y ha jurado acatar todas las normas de la Iglesia. Entre ellas está la de no bendecir relaciones no heterosexuales».
En su opinión, el cardenal de Colonia, como todos los obispos, está realmente obligado a «insistir en la observancia de todas las leyes de la Iglesia y a impedir los abusos también en relación con los sacramentales, que incluyen las bendiciones». El caso ilustra el dilema básico de la vía sinodal, comenta Lüdecke.
En caso de que el sacerdote volviera a bendecir parejas homosexuales, se pasaría de advertirle a sancionarle según marca la ley canónica.
(*) En muchas parroquias alemanas hay un seglar que está al frente de la administración parroquial